Capítulo 8

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Apenas pasan de las seis de la mañana cuando abro los ojos, esto de dormir con Kate me está gustando mucho. No me queda más que admirar lo preciosa que es, todavía no creo que esta chica esté apostando por mí. Cierro los ojos y la abrazo fuertemente deseando que el momento sea eterno; aunque sé que el encanto debe acabar antes de que Max despierte.

—¿Kate? —dejo un beso sobre su cabello— Hora de despertarse.

—Estoy muy cómoda —replica con voz ronca.

—Alguien va a despertarse pronto y nos encontrará así —levanta la cara, me sonríe antes de sentarse.

—¿Dormiste bien?

—Mucho. ¿Y tú?

—De maravilla —llevo mi mano a su mejilla.

—Nunca había sentido esta... —mi pulgar juega con su suave piel mientras evito terminar la frase.

—Si me sigues viendo así, no me iré a ningún lado —aprieta mi mano con la de ella.

—Espero que entiendas que Max no... —su índice se pega a sus labios.

—Me fascina tu feroz instinto; sé que la estás protegiendo. El tiempo me dará la razón.

—¿De qué?

—Que no eres un capricho —me acerco para besarla, se echa para atrás.

—Aliento mañanero.

—Besé tus mocos ayer, no podemos ir más abajo que eso —dejo un suave beso en sus sonrientes labios.

—Te veré más tarde —le cuesta un poco ponerse de pie, pero es porque no quiere marcharse.

—Llevo waffles para el desayuno —anuncio mientras caminamos a la puerta.

—Apenas somos esto —gesticula entre nosotras— y ya me quieres engordar —me encojo de hombros.

—Todas tenemos nuestras tácticas —se acerca para dejar un prolongado beso en mi mejilla. Se queda ahí reclinada por unos segundos.

—Te quiero, Nat —mis manos se aferrar a su cuello.

—También te quiero —se separa y me sonríe.

—Dale un beso de mi parte a mi preciosa y esto es para ti —besa rápidamente mis labios—. Hasta en un rato —se vira para ir por las escaleras. Me quedo embelesada viendo su perfecta figura caminar.

Siento mi pecho hincharse cuando regreso al sofá. Es más que obvio que ambas dormimos asquerosamente mal. Es tan incómodo, apenas y puedo mover el cuello, pero valió la pena el poder sostenerla toda la noche. Eso me da una idea, debo despertar a Max lo más pronto posible y avisar que llegaré un poco tarde al trabajo.

~

Voy de la mano con mi pequeña hija, en la otra mi bolso con el desayuno, sigue en su trabajo de deletreo; evito meterme a corregirla, ella realmente lo está intentando. Sonrío. Sé que no lo estoy haciendo tan mal.

—Tu madre se llamaba Wanda, Wanda Maximoff. De cariño yo le decía "Brujita.

—¡Yo también me llamo Maximoff!—exclama emocionada mi hija, sonrío al ver su emoción.

—Así es, cariño. El apellido de tu mami era Maximoff y cuando nos casamos ella decidió que usaríamos mi apellido, pero a mi siempre me gusto su apellido y cuando naciste nos pareció bien a las dos llamarte como su apellido de soltera. Claro que no es un nombre convencional y por eso solo te decimos "Max", es un lindo nombre; así como tu, muffin—mi hija sonrío. 

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