Bueno, eso no había salido de acuerdo con el plan.
Ni el sexo ni sus comentarios crueles que le siguieron a continuación. Lo de las cámaras grabando era mentira. Siempre las apagaba cuando estaba con ella.
Y Dios sabía que toda la maldita semana y meses atrás había pensado en quitarle la virginidad. Pero esta última semana, ¡joder! Cada vez que la provocaba y la probaba su polla crecía y dolía en sus pantalones, y en lo único que podía pensar era en tomarla y hacerla suya.
Pero la estaba entrenando, y entrenar significaba disciplina. Paciencia. Hacer que ella la anhelara y la complaciera por encima de todo lo demás.
Pero simplemente no se lo esperaba; nunca se pudo haber preparado para…
Ni siquiera había usado preservativo. Y si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría de la misma manera. Daniela había recibido la inyección hacía casi un mes, ¡y Dios! Sentir su coño virgen con nada interponiéndose entre ellas; cómo ella se cerraba como una mordaza contra María José…
Se frotó el rostro y la miró en el monitor a pesar de que se sentía disgustada con ella misma por hacerlo. Cuando no estaba con ella, se encontraba pegada a esta maldita pantalla. Daniela era la obsesionada, no al revés.
Estaba a punto de cerrar la pantalla de su portátil cuando vio que su espalda empezó a temblar.
Mierda. Estaba llorando.
Se veía tan pequeña en la cama grande.
Pasó una mano por su pelo, recordando cada momento de cuando ella la había llevado dentro de su cuerpo tan caliente y apretado ¡Dios! La había dominado como si se tratara de un vicio; con ojos bien abiertos y sin malicia…
Como una inocente. Era virgen. María José lo sabía, pero saberlo y experimentarlo eran cosas distintas.
Y cuando su orgasmo llegó, encadenando su propio clímax, Daniela la miró con un brillo especial, como si por la eternidad misma se fuese a postrar a sus pies para adorarla y entregarle su sumisión, junto con todo su ser y su alma.
El problema era que pudiera encontrarse mirándola de la misma manera.
Por lo que había apagado el monitor y recordado a ambas quiénes eran.
Y entonces Daniela se encontró llorando.
María José quería golpear algo. Ella no estaba jugando limpio. Así no era como debía ser. Nada de lo que sucedía estaba yendo según el plan.
Su móvil sonó una vez y en alto en la silenciosa habitación. Lo sacó del bolsillo. Jamás se alegró tanto por una distracción.
—¿Qué? —Contesto.
—Tenemos un problema —retumbó la voz de Sharo.
—No me digas que tengo que bajar.
—Tienes que bajar —confirmó.
Asintió con un corto movimiento de cabeza, aunque Sharo no pudo verla.
Tal vez salir de allí era exactamente lo que necesitaba. Necesitaba aclarar su mente, eso era malditamente seguro.—Estaré allí en veinte —María José colgó, se puso de pie y fue hasta su habitación para vestirse con rápidos y practicados movimientos.
Pretendía irse en ese mismo instante, pero, sin quererlo del todo, sus pies la llevaron hasta la puerta de Daniela.
~Vete. Simplemente hiciste lo que se tenía que hacer. Ella es el enemigo.~
Permaneció sin poder moverse por un par de segundos más. Y luego, en silencio, abrió la puerta.
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inocencia (Adaptación Caché) G!p
RomanceSoy la reina del bajo mundo criminal. Siempre consigo lo que quiero. Y ella es mi obsesión. ~ Esta historia no me pertenece. Créditos a su autora original. ~ [Finalizado]