Tres horas más tarde.
Oh, Dios. ¿Cómo es que todo había acabado mal en tan poco tiempo? Daniela se llevó una mano a la cabeza mientras las luces del club daban vueltas y se movían sin sentido. Agitó la cabeza y se tambaleó, sin energía y con los ojos empañados, en el agujero ruidoso.
Helen. Necesitaba encontrar a Helen. O a Europa.
Se suponía que iba a preguntarles si esa noche podía dormir en su sofá.
Porque no podía ir a casa.
Ja. Casa. ¡Qué locura!
Nunca había sido su hogar. Y ahora ya no podía volver allí.
No después de que Paul la hubiera esperado y abordado al pie de las escaleras, cuando intentaba marcharse para encontrarse con sus amigas.
La casa estaba a oscuras, Tommy dormía y Dalia aún estaba en su cena. Paul estaba ebrio, eso estaba claro. Se había apoyado en la pared del vestíbulo, bloqueando la puerta principal para que ella no pudiera salir.
—Eres tan hermosa, Daniela. Creo que ya es momento de dejar de fingir.
Había intentado esquivarlo y llegar a la puerta.
—Tengo que irme, señor Donahue. Mis amigas me esperan.
—Paul. —Golpeó la mano contra la pared detrás de la cabeza de Daniela, logrando acorralarla —. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Dime Paul.
Su aliento se había puesto amargo por el whisky. Levantó una mano para tocarle el rostro y ella lo apartó.
—¡Basta! —siseó incrédula—¿Qué está haciendo? ¡Tiene esposa! Y un niño precioso.
Pero la sofocó con su cuerpo.
—No puedo detenerme. Te quiero, Daniela. Me vuelves loco. Viendo ese apretado cuerpito tuyo. —Le puso una mano en la cintura y la apretó—Oyendo la ducha hace un rato y saber que estabas ahí arriba, desnuda.
Intentó girarse, apartarse de él, pero la sujetó con ambas manos y la empujó contra la pared.
La besó.
O bueno, más bien debería decir que aplastó su boca contra la suya y trató de meter su hinchada lengua entre sus labios.
Le dio un rodillazo en los testículos y lo empujó. —¡Renuncio!
Había huido solamente con su móvil, el poco efectivo que se había metido en el sostén y la ropa que llevaba puesta.
Y había llegado aquí.
Solo para encontrar que sus supuestas amigas apenas le prestaban atención. Estaban demasiado ocupadas coqueteando con los chicos del bar. Intentó decirles lo que había sucedido. Helen soltó unos cuantos ruiditos compasivos para luego decirle que debía emborracharse y olvidarse de todo.
Daniela había mirado a Helen. ¿Qué esperaba? Apenas conocía a estas chicas. Habían hablado un par de veces en el parque mientras sus pupilos jugaban en el parque. Se había creado expectativas porque bueno, nunca había tenido amigos. Tener chicas con quienes hablar y juntarse de vez en cuando se había sentido excepcional. Pero para ellas, Daniela no era nadie; apenas un parpadeo en sus ocupadas vidas llenas de amigos y amantes.
Así que, dudando de sí misma, se había acobardado de pedirles que la dejaran pasar la noche en alguna de sus casas. Se dijo a sí misma que lo haría al terminar la noche. Además, tal vez Helen tenía razón. A lo mejor relajarse y pasarla bien esta noche era la solución. Quizás no todo era tan grave como parecía.
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inocencia (Adaptación Caché) G!p
RomanceSoy la reina del bajo mundo criminal. Siempre consigo lo que quiero. Y ella es mi obsesión. ~ Esta historia no me pertenece. Créditos a su autora original. ~ [Finalizado]