—Tengo que irme temprano esta noche —gritó Daniela hacia la parte trasera del refugio donde había empezado a trabajar como voluntaria.
No había podido encontrar otro trabajo sin una identificación o seguro social; solamente unas cuantas presentaciones como modelo en efectivo que había conseguido con el desfile de Armando.
El voluntariado la hacía sentirse menos inquieta en tanto intentaba conseguir algo más definitivo.—Vale —respondió Marie, la que administraba el refugio—. Comienza por limpiar el fondo y haz lo que más puedas. El balde está en el armario y las esponjas y el jabón junto al fregadero.
Daniela pasó dos horas en silencio limpiando jaulas. Era un trabajo duro y sucio, pero de alguna manera se sintió más limpia al terminar. Fregar le recordaba a su infancia en la granja donde la vida era sencilla y desbordante en trabajo honesto y arduo. A los diez, su trabajo había sido fregar los pisos de la casa y limpiar los establos.
Irónico que sintiera nostalgia por el lugar del que no pudo esperar para alejarse.
Pero todo era tan confuso aquí en la ciudad.
María José continuaba cortejándola al llevarla a los mejores restaurantes. A veces sentía que la estaba presumiendo. Pero era ridículo, ella era la atractiva. Cada vez que entraban a un lugar las personas se incorporaban y prestaban atención. El dueño del restaurante corría hacia ellas para recibirlas, les daba la mejor mesa y comprobaba durante la comida que todo estuviera bien. A donde quiera que iban la gente mimaba a María José, y, a su vez, cuidaba de ella.
Continuó con los obsequios sin importar si Daniela decía que no eran necesarios. Incluso insistió en que su coche la recogiera de su apartamento para llevarla al refugio. Protestó, pero María José dijo “diosa” con su, hermosa, divertida, arrogante y sexy voz —todo al mismo tiempo—, y se salió con la suya. Siempre lo hacía.
Y en cuanto a los temores de Daniela de la otra noche…
Frunció el ceño mientras fregaba con más fuerza la parte inferior de la jaula. ¿De qué se quejaba realmente? ¿Que María José la considerara demasiado hermosa como para querer asegurarse de que estuviera a salvo en todo momento? Y si había puesto a alguien a seguirla porque no confiaba en ella, bueno, era una mujer adinerada y ella no era nadie. Tal vez María José había sido engañada. Pero Daniela no solo sabía cuánto dinero tenía, sino que también conocía sus negocios y su poder. Ella acababa de conocerla. Lo lógico era querer saber si en realidad era quien decía ser. Además, no era como si Daniela tuviera algo que ocultar.
Y, la pregunta que se hizo a sí misma varias noches atrás: ¿María José valía la pena?
Cuando estaba con ella sentía que podía volar. Y Dios santo, cuando la tocaba; con el más mínimo contacto de su mano contra la suya… Con tan solo pensarlo, escalofríos le recorrieron los brazos.
Le gustaba María José. Mucho. Y tenía miedo de permitirse pensar sobre lo que sentía por ella; era algo muy fuerte. Mucho más fuerte que gustar, si tenía que ser honesta consigo misma. Y le estaba dando todo lo que siempre había querido. Una nueva vida; nueva identidad, una con la que pudiese tener clase, ser sofisticada y conocedora de la ciudad. Fue por ello por lo que llegó a la ciudad, para librarse de su madre. Incluso si María José la ayudaba, protegía… vale, quizás si la controlaba un poco, ¿significaba eso que no era libre?
Tiempo después, Marie encontró a Daniela sentada en una de las jaulas con solo un guante de látex puesto y rodeada de artículos de limpieza. Marie tenía una larga cabellera rojiza que casi siempre mantenía trenzada, además de unas cuantas canas. Se le acercó para ver cómo estaba.
—Daniela —la llamó. Daniela parpadeó saliendo de sus pensamientos y levantó la vista—. ¿Cómo van las cosas por aquí? Oh, vaya. Limpiaste más jaulas de las que pensé que harías.
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inocencia (Adaptación Caché) G!p
RomanceSoy la reina del bajo mundo criminal. Siempre consigo lo que quiero. Y ella es mi obsesión. ~ Esta historia no me pertenece. Créditos a su autora original. ~ [Finalizado]