Capitulo 4: Nunca se sabe.

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David Whitelaw con su postura arrogante y mal genio estaba delante de mí, pero esta vez completamente demacrado, con golpes en la cara y un profundo corte en la clavícula, el cual había vendado con trozos su ropa, cojeaba un poco y se tenía agarra...

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David Whitelaw con su postura arrogante y mal genio estaba delante de mí, pero esta vez completamente demacrado, con golpes en la cara y un profundo corte en la clavícula, el cual había vendado con trozos su ropa, cojeaba un poco y se tenía agarrado un costado, seguramente una costilla rota o algo por el estilo. Seguramente yo me encontraba con la boca semi abierta en ese minuto, pero era la ultima persona que esperaba ver.

Salí de mi escondite con miles de preguntas, quería una explicación, pero conociéndolo no me daría nada. Al salir se puso tenso y le cambio la cara a una expresión que no pude descifrar, en cambio yo fruncí el ceño.

-¿Qué haces aquí?- me pregunto amenazante alzando la barbilla- no tienes permiso de venir a esta área.

-Por lo que se tu tampoco deberías estar aquí... es más ¿no que deberías estar vigilándonos? - dije y él puso mala cara y se volvió a sujetar el costado, seguramente una costilla fracturada o algo por el estilo.

-Un preso se escapó, me pidieron que viniera a buscarlo porque es uno de alto riesgo y de mucho valor para la clave, no quieren que logre salir de las instalaciones.

-¿El mismo que te dio paliza?- dije y el me miró con odio- ¿Quién es al que buscas?

-No puedo decirte, el consejo me lo prohíbe y al igual que tú, hice un juramento, pero si te puedo decir que tenemos que encontrarlo antes que alguien se lo encuentre por accidente-dijo con una mirada cómplice, no sabía si creerle, pero al fin el seria mi boleto de regreso a la ciudad, mi salida del laberinto, además cualquier cosa que hiciera lo pagaría caro al tener la obligación de volver con nosotros al instituto, así que lo seguí a pesar de todo.

-¿Sabes cómo orientarte?-pregunte mientras lo veía mientras el sacaba cuanta con sus dedos y murmuraba direcciones sin sentidos.

-Algo así, mis padres trabajaban aquí y para que no me perdiera me dijeron como uno se orienta para llegar a la salida o a diferentes alas- dijo encogiéndose de hombros- en verdad no hay una ciencia para orientarse es contar cuantas veces giras y en el techo o paredes te puedes guiar, ya sea tocándolo o mirando alguna grieta.

-¿Qué hacen cuando cambia?- pregunte más interesado.

-En cuanto a la magia solo los más antiguos han podrido descifrarlo -dijo masajeándose la parte de atrás de la cabeza- pero por experiencia propia cada cuatro direcciones tres cambian al sentido opuesto y funciona como un patrón, luego es cada tres dos cambian y así.

Solo asentí mientras seguíamos caminando, pasó un rato antes de que paráramos en un cruce de caminos.

-Tienes que quedare aquí, creo que ya se dónde está lo que busco, pero si te mueves después no podré encontrarte.

-¿No será mejor que valla contigo? No es por ofender, pero no te ves en condición, dime por donde y yo...

Me interrumpió rápidamente- No, tengo que ser yo fenómeno, no todos tenemos habilidades, pero me las arreglo bien, además creo que está peor que yo- dijo y se escuchó un grito- tengo que ir, pero no te muevas- dijo y después movió la cabeza negando- que me importa a mí, si igual es tu problema si quieres perderte.

Lo que pudo serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora