26 | CIELO LÍQUIDO

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—Una cabaña para dos y un canil para los perros

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—Una cabaña para dos y un canil para los perros.

—Está bien. Les indicaré donde está el canil y la última cabaña es para ustedes. Está vacía, iré a prender los fuegos.

—Gracias.

—Luk, ¿Cómo pagaremos este lugar?

—Tengo esto, ya le pregunté si lo aceptaban como pago y dijo que sí, así que, algún valor debe tener.

—¿La medalla con la que te encontraron de bebé? Esa medalla lleva tu nombre, Sialuk... ¿Estás loco?

—Sí, por ti. Por tenerte bajo mi cuerpo una vez más, mi amado niño rojo.

—No. No haremos esto. No dejaré que entregues lo único que tienes de tus ancestros.

—La recuperaremos más tarde, Krasnyy. Volveremos por ella cuando podamos. No me importa la estúpida medalla. Solo contiene mi nombre y ya sé cuál es. No hay valor de ningún otro tipo para aferrarme a ese pedazo de metal.

—La cabaña ya está lista, acompáñenme.
La interrupción del joven hizo que ambos abandonaran esa plática, por el momento.

—Ya debe estar cálido el lugar.

El sujeto se dirigió al alaskan, le extendió la mano y agregó:
—Hasta luego, Sialuk, que disfruten la estadía —Guiñó su ojo antes de retirarse.

La mandíbula de Krasnyy había caído notoriamente frente a los ojos divertidos de su chico.

—¿Qué fue eso?

—¿Qué cosa?

—¿Qué acaba de pasar, Sialuk de los Gritos?

—¿Nombre y apellido? Debes estar muy enojado, Caram...

—No me digas Caramelo. Te llamó por tu nombre y te guiñó el ojo al salir. ¿Lo conoces?

El alfa no podía contener la risa.

—¡Sialuk deja de reír, no es gracioso! ¿Quién es?

—Es el hijo del dueño de esta posada.

—Tú... t-ú-tú ya has estado en este lugar, tú conoces este lugar.

—Sí. Ya he estado aquí.

Con los brazos en jarra y sus dedos martillando en la cintura, Krasnyy lo miraba de arriba abajo con ojos chispeantes.
Sialuk se quedó en silencio y le dio la espalda para que el rojo no lo viera reírse. Es que, los gestos y la cara de enojo del chico, le daban mucha ternura.

—Te escucho...

—Bueno, sí, he venido al lugar.

—¿Has traído a tus novios acá?

—Ya te he dicho que no tuve novios... —adelantándose a lo que venía, agregó— y tampoco novias.

—¿Traías a tus amantes esporádicos acá?

KRASNYYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora