2| ROJO y NEGRO

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Cuando Krasnyy entró al recinto se hizo un silencio para nada incómodo

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Cuando Krasnyy entró al recinto se hizo un silencio para nada incómodo. Toda la familia estaba reunida, las niñas lobas dejaron de jugar para ir a su encuentro.

Trueno, ahora en su forma humana, se acercó al pequeño joven de cabellos anaranjados y extendió su mano...

—Bienvenido a mi hogar, Krasnyy de Siku.

Detrás de él asomaba tímidamente el rostro más perfecto que Krasnyy hubiera visto.

—Hola Krasnyy. Soy Alekah. La omega de Trueno.

—Es mi amor —reafirmó Trueno.

—Sus hijas son muy lindas —comentó Krasnyy.

—Son de mi anterior pareja —prosiguió el alfa —Ella murió hace cuatro años, al dar a luz a Lilium, la más pequeñas de mis niñas, además fue la omega que encontró y rescató a Sialuk.

La conversación fue interrumpida cuando la puerta se abrió dejando entrar un gélido viento exterior, algunos volátiles copos de nieve y la figura de un chico alto y corpulento cubierto por un enorme abrigo de pieles. Cuando retiró la capucha de su cabeza dejó ver una larguísima melena negra enmarcando su rostro anguloso y varonil. Se inclinó ante el siberiano y susurró:

—Hola Krasnyy, soy Sialuk.

Krasnyy lo miró a los ojos y pudo ver en ellos el hermoso hombre detrás del can.

Sialuk, el alaskan malamute, de pelaje largo, negro y blanco, con profundos ojos oscuros que conoció hace minutos, no tiene punto de comparación con la forma humana que acababa de ingresar dejando a Krasnyy perplejo por sentirse atraído a primera vista por este hermoso hombre atlético, larguísima melena de intenso negro carbón, hombros infinitos y brazos vigorosos.

Krasnyy sacudió su cabeza intentando hacer que el chico se cayera de sus ojos.

Al unísono, Sialuk hizo un escaneo de Krasnyy de pies a cabeza.

El husky siberiano rojo de ojos de cielo que acababa de conocer lo había eclipsado por ser un omega con personalidad de alfa dominante, fuerte y dueño de sí mismo, pero jamás se imaginó que la forma humana de Krasnyy le quitaría hasta el apetito.

El pequeño frente a él, es bello por donde se lo mire, cuerpo perfecto, estrellas en los ojos. Su cabellera larga y pelirroja la lleva atada con trenzas que caen a los costados de su cabeza.

Se acercó y llevó su mano a una de las trenzas rojas llevándola a su nariz para olfatearla.

—Qué bien hueles, pequeño —Bajó su voz para decir cerca de su oído— eres muy bello, Krasnyy.

El pelirrojo se sintió tímido ante los halagos. No estaba acostumbrado a recibirlos. Dentro de su manada nadie se dice cosas románticas. Solo se aparean llegada la ocasión y se separan tras el acto, sin generar vínculo alguno. Así fue que Sialuk de los Gritos, con dos frases, había hecho sentir a Krasnyy algo extraño a la altura de su estómago.

Sin embargo fue muy claro al decirle:

—Nunca toques mi cabello sin mi permiso. No tienes por qué saber que en mi tribu eso no se hace entre desconocidos. El día que vuelvas a hacerlo, Sialuk, es porque yo te he cedido tal privilegio.

En el lenguaje corporal del clan de Krasnyy, dejar que alguien acaricie o toque sus cabellos, es un acto que equivale a sumisión y docilidad frente al otro. Pero Krassny con la última frase había dejado abierta un puerta que no pasó desapercibida para el alaskan... «el día que vuelvas a hacerlo...». Ambos ya sabían que habría una próxima vez.

—Lo siento, Krasnyy, no quise incomodarte.

—No hay problema, Sialuk, no lo sabías.

Alekah llamó a la mesa y todos se sentaron a disfrutar de suculentos manjares.

—¿Tú cocinaste todo esto? —Krasnyy estaba impresionado por la variedad de delicias servidas.

—Ambos lo hicimos, Trueno es un cocinero formidable. Yo le ayudo y además aprendo de él. —Ale miraba a su alfa con amor y orgullo.

La velada transcurrió de forma agradable, charlaban y ambas partes hablaban sobre costumbres, ritos y anécdotas de sus manadas. Krasnyy había hecho muy buenas migas con las niñas lobas, él tenía un don especial con las criaturas, lo adoraban y él las adoraba en el acto. Las hizo jugar y reír, a punto de terminar con las dos niñas sobre su regazo mientras comían.

Sialuk no le había quitado la vista durante toda la noche al recién llegado. Después de cenar se sentaron junto al fuego para seguir conociéndose inmersos en una burbuja única. Trueno y Alekah se percataron de esto y después de cenar, ellos y las lobitas, se retiraron dejando solos a los dos chicos que nunca notaron la retirada familiar.

El rojo óxido del cabello de Krasnyy parecían formar parte de las llamas de la fogata. Sialuk cada dos por tres tomaba sus propios cabellos negros y jugaba con ellos, se sentía tímido pero atraído por el chico perro.

Hablaron hasta bien avanzada la noche, hasta que los ojitos del siberiano comenzaron a cerrarse. El día había sido largo y él mostraba los efectos del cansancio.

—Necesito descansar, Sialuk, o me quedaré dormido acá mismo.

—Ven, Krasnyy, dormirás en mi casa. Preparé un espacio especial para tí.

Se colocaron sus anorak para hacer frente al frío nocturno y partir hacia la cabaña de Sialuk que se encontraba a pocos pasos de allí.

Esta será la primera noche que Krasnyy dormirá en otro sitio fuera de todo lo que conoce.

Y por extraño que pareciera... se sentía como en casa.


 se sentía como en casa

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Glosario:

Anorak: abrigo de la zona ártica Se trata de un chaquetón tres cuartos que se confeccionaba originalmente con piel de foca y en ocasiones, de caribú.





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