27 | TRÉBOLES Y VIOLETAS

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Sus pieles ya estaban mostrando los signos de haber estado demasiado tiempo bajo el agua

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Sus pieles ya estaban mostrando los signos de haber estado demasiado tiempo bajo el agua. Sin embargo, Sialuk quiso mimar a su omega lavándole la bella melena. Krasnyy tenía su espalda apoyada sobre le pecho del alaskan, éste le enjabonaba los largos cabellos rojos y con delicadeza y amor intentaba desenredarlos.

—¿Quieres cortarme el cabello?

—¡No! ¿Por qué? Amo tu pelo largo. Tal vez no lo sepas pero de él se desprende el olor a caramelo más delicioso del mundo. Y tu color, Kras es embriagador. Tus trenzas rojas al sol se ven como lazos de fuego. ¿Quieres cortártelo?

—No, es que... no, nada, nada. No me hagas caso...

—Krasnyy, dime, ¿Qué ocurre?

Él presintió que detrás de la actitud, seguramente había algo que habría sucedido durante el cautiverio.

—No, es que, me preguntaba si yo seguiría gustándote si aparecía con el cabello corto.

—Mi amor, tú me gustas de cualquier forma. Aunque estuvieras pelado, también me gustarías.

—Jajaja.
Juntó sus manitas sobre su boca para reír.

—No me hables de pelado que me recuerda al perro loco, y tiemblo.

Y ahí estaba. Ahí había aparecido de nuevo el xolo. Cada cosa que hacían o hablaban el tipo se colaba entre ellos.
Sialuk empezaba a dudar si él era capaz de ayudar a su pareja a transitar este momento con la mayor armonía posible y dejar atrás los traumas provocados por la violencia a la que fue sometido.

—¿Quieres hablarme de eso, Krasnyy?

El chico había inclinado su cabeza bien hacia atrás para que Luk le enjuagara el jabón del cabello. 

—Es que, no quiero seguir hablando de él.

—Pero a veces, hablar hace bien.

—Seguro que sí, pero elijo no hacerlo. No quiero darle más entidad.

—Hagamos algo, amor, cuando necesites hablar algo de lo que te pasó, porque te está lastimando o porque no das más, solo pronuncia una palabra clave y yo sabré que algo te está haciendo sentir mal, o es algo relacionado a Uxmal y...

—No lo nombres. Por favor. Borremoslo de nuestras vidas, no quiero oír más de él por el resto de mi existencia.

—Bueno, amor.

—Pero lo de la palabra clave, me gusta, es como un juego —sonrió tiernamente y las defensas del alaskan cayeron— ¿Qué palabra clave se te ocurre?

Ambos ya estaban de pie y Sialuk había envuelto al rojo en toallas.
Lo besó y lo abrazó.
—No sé, no soy muy bueno para eso, pero se me ocurren palabras que tengan que ver con la calma para compensar el malestar ¿Que piensas?

KRASNYYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora