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Los tres partieron hacia el Portal de Los Gritos

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Los tres partieron hacia el Portal de Los Gritos...
Un momento.
¿Los tres?
Iban a ser cuatro.
¿Cómo que tres?

Bueno, sí, es que Trigal decidió que llevar a Almendra a ese viaje era exponerla demasiado. Un cuarteto conformado por tres omegas y tan solo un alfa, era someterla a un riesgo innecesario.
Ella y él lo meditaron y llegaron a la conclusión que lo mejor sería que la omega se quedara y al regreso, sumarse al trío para emprender camino hacia el halagüeño futuro que se dibujaba frente a ellos en un horizonte no muy lejano.

El lobo ya había cargado los pulkas con víveres, pieles, la infaltable lámpara de talco y varias cosas más. Además, cargó armas de fuego. Su clan conoce y hace uso de armas de fuego que entre los lobos de Trueno estaban absolutamente prohibidas.

—¿Por qué llevas eso, Trigal?. No necesitamos armas.

—Sí, Sialuk, créeme que hacia dónde vamos las necesitamos.

—¿Hacia dónde vamos, blanquito? No me asustes. —Krasnyy sonó intrigado.

—Zona de Betas. Ya saben… la casta más peligrosa de todas.

—¿Los humanos? ¿Son peligrosos?

—Krasnyy, sí, amor, recuerda, ellos exterminaron a mi manada por completo…

—Es verdad. Pero…

—Entraremos en su zona. Debemos estar preparados, no digo que vayamos a usarlas, pero no iré a las tierras de los humanos con las manos vacías.

—Bien. En ese caso, lleva una para cada uno.

—Pero yo no sé usar eso —dijo Kras.

—Yo te enseño, Rojo. Toma el arma —Trigal le extendió el arma de fuego.

—Extiende tus brazos. Apunta. Dispara. Listo. Ya aprendiste. Eres muy rápido, pequeño.

Sialuk y Krasnyy quedaron atónitos ante la enseñanza de Trigal a velocidades siderales.

—¿Aprendiste a usarla, mi amor?
El rojo miró al alaskan, miró el arma aún entre sus manos, negó con la cabeza.
El huracán Trigal llegó para quitarla de sus manos, entregársela a Sialuk y repetir el curso acelerado .

—Tomala, Sialuk, extiende tus brazos hacia adelante. Apunta. Dispara. Listo. Otro que aprendió rapidísimo.

Trigal salió disparado hacia su pulka a guardar las armas y Sialuk y Krasnyy cayeron al suelo de la risa.

—Jajaja, ¿Aprendiste, mi amor?

—Igual que tú… no, jajaja.

~~~~~~~

Emprendieron viaje no sin antes haber conocido a la prometida secreta del rubio.
Almendra, tal cual la había descrito el omega, era una joven con carácter dulce como la miel y con piel trigueña como canela. Quizás su belleza no fuera tan atronadora como la que Perla cargaba sobre sus esbeltos hombros y caderas de fuego, pero en Almendra se definían ciertos rasgos especiales entre esta tribu de pieles blanquísimas. Su piel morena y sus cabellos albinos la definían como una criatura exquisita, única y adorable.

KRASNYYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora