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El simple hecho de recordar como fue la primera vez que vi a Mia, me hace sentir escalofríos. Desde que llegó, fue muy fría con todo el mundo. No hablaba con la gente y siempre respondía cortante. Ahora no es muy diferente. Sigue sin interactuar con las personas a menos que sean familiares suyos o... Que sea yo. Así es. Soy la única persona sin su sangre con la que es capaz de intercambiar un par de palabras por gusto y no por obligación.
Siempre he creído que es porque soy muy fácil de interpretar. Quiero decir, solo por mi expresión facial o corporal, puedes saber exactamente lo que se me pasa por la cabeza. A Mia le encanta adivinar lo que los demás piensan, y detesta que le oculten cosas. Como no soy capaz de ocultar nada, ella puede estar completamente segura de que no voy a mentirle.Salgo de mi casa para ir hacia el instituto. Una vez más, llego tarde. Paso por delante del edificio dónde viven los Navarro y veo que el mayor de los tres hermanos sale del portal.
Marcos Navarro es un chico muy alto. Lleva el pelo medianamente largo y tan oscuro como el de su hermana, siempre recogido en un moño pequeño en la parte superior de la cabeza. Sus ojos son de un marrón oscuro como los de su padre, y su nariz es alta y puntiaguda como la de su madre.
Al pasar por delante de él, me saluda con la mano. Casi no hemos hablado durante estos años, principalmente porque él es cinco años mayor que yo, aún así, me cae bien por lo poco que le conozco.
- ¿Otra vez tarde, Víctor? - me pregunta divertido -
Marcos siempre sale más tarde que nosotros por las mañanas, por lo que muchas veces nos vemos al salir de casa.
Asiento con la cabeza y retomo mi camino hacia el instituto.Al llegar, el conserge está a punto de cerrar la puerta. Me deja pasar y me dice que vaya rápido a clase si no quiero que me castiguen. Subo corriendo las escaleras y veo al profesor que me toca ahora al final del pasillo, hablando con la profesora de ciencias. Intento pasar desapercibido y llegar a mi clase antes de que suene el timbre y me regañen por llegar tarde. Entro y camino hasta mi sitio, al lado de Mia. Al verme, pone los ojos en blanco y se gira hacia mí mientras dejo mi mochila en la silla para después sentarme.
- El día que llegues a la hora te voy a dar un premio.- me dice sin ninguna expresión -
Con los años, la niña de ocho años que casi ni hablaba, se ha convertido en la chica de diecisiete años que se rie de lo que hago mal. Eso además de lo guapa que se ha vuelto. Ya lo era hace nueve años, pero ahora, con la pubertad, tiene un aspecto más maduro, el cual le favorece mucho.
- Sabes que no puedo hacer nada.- le contesto con un tono cansado - Te lo he dicho mil veces.
- ¿Has probado a levantarte más temprano? - dice muy obvia
Río sarcasticamente. Quiero contestarle pero el profesor entra por la puerta y nos manda a callar.Pasan las clases y, cuando suena el timbre, salimos al recreo. Como cada día, nos sentamos en el banco de la parte de atrás del patio y nos ponemos a desayunar. Hablamos sobre las clases de la mañana cuando se nos acerca el hermano mediano de Mia, Miguel. Un chico con el mismo color de cabello que sus dos hermanos y los ojos verdes como los de Mia y su madre. Es poco más alto que su hermana pequeña, ya que solo se llevan un año de diferencia. Mucha gente piensa que son mellizos cuando les conocen. Lleva el pelo prácticamente rapado y podría decirse que es el más simpático de los tres.
Se para delante de nosotros con una brillante sonrisa y mira a su hermana.
- ¡Hermanita! ¿Como estás?
- ¿Que quieres?- Mia responde cortante y sin ningún tipo de expresión en la voz -
- ¿No puedo venir a veros? - pregunta sin quitar la sonrisa de su cara - Solo quería saber que hacíais.
La chica le mira fijamente a los ojos con un gesto ligeramente enfadado. Ella no es de mostrar emociones, así que cuando lo hace aunque sea un poco, significa que esta es muy fuerte.
- Eres un mentiroso.- le reprocha - Y lo peor es que lo haces fatal.
Miguel suspira y cruza los brazos en frente de su pecho.
- Eres una aburrida, ¿te lo había dicho?
- Me lo dices a diario. - le contesta la chica imitando el gesto de su hermano -
Yo sigo observando en silencio mientras le doy otro mordisco al bocadillo de queso que me he preparado esta mañana.
- Ahora en serio, - insiste Mia - ¿que quieres, Miguel?
El chico se la queda mirando unos segundos dudando hasta que dice algo.
- ¿Podrías cubrirme esta noche?
Me quedo atónito con la pregunta y, por lo visto, Mia también. Él lo nota y explica lo que quiere decir.
- Tengo que salir esta noche y papá y mamá no me van a dejar. ¿Me harías el favor de cubrirme?
- Es la tercera vez esta semana.- contesta su hermana cansada - Pero está bien. Mientras me devuelvas el favor.
Miguel da un salto de alegría e intenta darle un abrazo. Sin embargo, ella lo aparta y le hace un gesto para que se vaya.
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Cicatrices de mentiras
Teen FictionMia Navarro. Una chica de diecisiete años que vive en Barcelona. Alguien que en ninguna ocasión ha pasado desapercibida. Algunos afirman que por su larga cabellera negra. Otros dicen que por sus brillantes ojos verdes. ¿Pero yo? Yo creo que es por...