Capítulo I

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9 años atrás

Me levanto por la mañana aún pensando en la nueva familia que llegó ayer.
Mi familia y yo vivimos en un barrio pequeño en el que todo el mundo se conoce. Es como un pequeño pueblito dentro de una gran ciudad. Por esa razón, todos mis vecinos hablan de lo mismo. La misteriosa llegada de los Navarro.
Nadie les vio llegar, y nadie sabe de donde vienen. Lo único que se dice, es que la pequeña de la familia es la más peculiar. Todos los que los han visto destacan a la pequeña por sus bonitas facciones y, por lo que he escuchado, una cicatriz en el ojo izquierdo.

Salgo de mi habitación y atravieso el pasillo para llegar al comedor. Las paredes aún huelen a pintura de las últimas reformas que hicimos en casa.
Le doy los buenos días a mi madre y me siento en la mesa a comer el desayuno que me ha preparado. Quiero preguntarle sobre los Navarro pero se me adelanta.
- Te conté lo de la familia que se ha mudado aquí al lado?
Asiento con la cabeza dando un sorbo a mi leche con cacao.
- Pues ahora resulta que los niños van a ir a tu escuela.- para de hablar para soltar un suspiro - Quiero que tengas cuidado con la niña.
Me apunta con el dedo amenazante, dejando a un lado el trapo que tenía en la mano.
- Es solo una niña mamá.
Le reprocho. Ella se pasa la mano por su corto pelo.
- Ya lo se, Víctor. Pero quién sabe cómo se hizo esa cicatriz. A lo mejor son gente peligrosa.
- A lo mejor le arañó un gato.
Digo encogiéndome de hombros.
No se por qué mi madre siempre tiene que ver la parte mala de las cosas.
- Eso da igual.- se arrodilla al lado de mi silla y me sostiene la mano entre las suyas - Solo prométeme que tendrás cuidado.
Vuelvo a asentir y le sonrío. Ella me devuelve el gesto y se levanta para seguir limpiando la cocina.
- Buenos días.
Mi padre entra en la cocina, alegre como siempre. Se acerca a mí y me revuelve el pelo con una mano, igual que hace cada mañana.
- ¿Y esa cara larga? ¿Que le has dicho ya al niño? - le dice a mi madre girándose hacia ella. -
- No es nada, papá.- miro el reloj y me doy cuenta de que voy tarde otra vez - Debo irme. Nos vemos luego.
Pongo mi taza en el lavavajillas, cojo mi mochila y salgo por la puerta.
Mi casa no está lejos del colegio, aún así, nunca consigo llegar temprano.

Entro a la escuela y lo primero que veo es al director con la coordinadora de estudios. El director Ramos es un hombre alto e imponente. Nadie se atreve a llevarle la contrària, y menos cuando te mira con esos ojos prácticamente negros. Sin embargo, una vez aprendes a ganarte su confianza, puede ser alguien muy agradable.
Al darse cuenta de mi llegada, se acercan a mi con una amplia sonrisa en la cara.
- Víctor Martín.- me nombra poniendo una mano sobre mi hombro - Uno de nuestros alumnos más brillantes.
Me pregunto el porqué de tal elogio pero sigo escuchando.
- Como ya te deben haber comentado, una nueva familia ha llegado a nuestra ciudad.- solo por cómo comienza la frase ya no me da buena espina - Pues resulta que la pequeña Mia va a tu curso y hemos pensado en ti para que le expliques un poco como van las cosas por esta escuela.
Automáticamente, me acuerdo de las advertencias de mi madre. No quiero desobedecer, pero tampoco quiero decepcionar al director. Me limito a asentir con la cabeza. El hombre me sonríe de nuevo y le pasa el brazo por encima del hombro a una niña que no me había dado cuenta de que estaba allí.
- Bien, ya puedes ir con ella.
Tanto él como la coordinadora se van y nos dejan solos a la niña y a mi.
La observo cuidadosamente de los pies a la cabeza. Es bastante delgada aunque no se le marcan los huesos. Lleva dos coletas a los lados de la cabeza. Creo que nunca había visto a alguien con el pelo tan oscuro como el de ella. Me fijo en su cara y me centro en el color verde de sus ojos. Es un color muy brillante, lo cual hace que sea inconfundible. Al mirar sus ojos, me doy cuenta de la afilada cicatriz de su ojo izquierdo. Es de un color rosa pálido que hace un poco de contraste con su piel morena. Ella se da cuenta de hacia donde estoy mirando y frunce el ceño.
-Deja de mirarme así. - me dice amenazante -
Salgo de mis pensamientos y vuelvo a la realidad.
- Perdón...- me disculpo agachando la cabeza - Soy Víctor. Tú debes ser Mia, ¿me equivoco?
La niña niega con la cabeza.
- Has acertado. Aunque no debe haber sido muy dificil, puesto que todo el mundo habla de nosotros y el director te lo acaba de decir.

Cicatrices de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora