Capítulo XV

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Narra Mia

Las clases se me pasan increiblemente lentas. Todo lo que me han explicado ya me lo se y ni siquiera se me ha acercado nadie a quien pueda vacilar. Ahora mismo estoy en el comedor ya que, en este instituto, tenemos clases hasta la tarde. Como esperaba, estoy yo sola en una mesa comiendo mientras noto las miradas de todo el mundo clavarse en mi. Podría decirse que me apetece que alguien me hable solo para dejar clara mi posición. 

Después de unos minutos, veo al grupo de chicas que estaban al fondo de mi clase acercarse a mi mesa mientras sueltan algunas risitas. Me decepciona un poco que sientan la necesidad de hablarme para quedar bien. 
  - Hola. - me saluda una de ellas - Eres Mia, ¿cierto?
Asiento con la cabeza una vez sin mucha expresión en la cara.
  - Soy Camila. - se presenta la misma chica alargando la mano -
Espera unos segundos a que le devuelva el gesto pero, al ver que no lo hago, vuelve a bajar el brazo.
  - Vimos que eres nueva y nos preguntábamos si querias sentarte con nosotras. - en todo este rato no ha parado de sonreirme falsamente - Somos buena onda, no debes preocuparte.
  - Lo siento, no me ando con falsas. - les digo sin much interés - Buscad a otra nueva a la que engañar.
  - ¿Disculpa? - salta otra de las chicas indignada - No somos nosotras las que se sentaron solas a comer porque no tienen amigos. 
Arqueo una ceja ante ese comentario.
  - No necesito amigos, - les respondo aún sin emoción en la voz - y menos si son como vosotras.
Se que no me han hecho nada y que no deberia hablarles así, pero hice una promesa y no pienso arriesgarme a que me vuelvan a hablar. 
  - Ya vámonos, chicas. - dice Camila - No vale la pena perder tiempo con allguien tan borde. 
Cuando por fin  se han ido suspiro aliviada. No he perdido mi toque. 
Suena el timbre de salida y recojo mis cosas para irme a casa. En todo el dia nadie me ha vuelto a hablar y, la verdad, me alivia. Me alivia saber que no voy a tener que lidiar con más conversaciones incómodas.
De camino a casa, vuelvo a pensar en Victor. El aire frio que me rodea me recuerda al último dia que pasamos juntos. 

Una semana antes

Victor y yo salimos juntos del edificio y nos dirigimos hacia casa. Al salir, noto que ha refrescado. El aire es más frio que por la mañana y el cielo está cubierto de nubes. El chico se aferra a mi para entrar en calor y gira su cabeza para verme, aunque yo no le miro. El tema de Miguel y las misiones ronda todavia por mi mente. El chico intenta llamar mi atención con su mano pero no me inmuto.
- ¿Mia? ¿Estás bien?
Cuando dice mi nombre, reacciono y giro la cabeza hacia el.
- Estoy bien... Es solo que... Bueno, da igual.
Noto que se queda con la mirada fija en mi. No se porque estoy dudando. No puedo contarle lo de Miguel. Ya tiene bastante con lo suyo. Seguimos caminando unos pocos metros, pero me tengo que parar. Se me queda mirando extrañado. 
Abro la boca para decir algo, pero la vuelvo a cerrar. Cada vez tengo más ganas de contárselo todo pero no estoy del todo segura. El chico se acerca lentamente, quedando justo delante mio.
- ¿Que te pasa, Mia? - su voz es tranquila y suave, cosa que me reconforta -
Yo ni siquiera le miro. Dejo la mirada clavada en el suelo. Finalmente, me abalanzo sobre él y le abrazo. No se muy bien porque lo he hecho, simplemente ha pasado.
Lentamente, me devuelve el gesto. Las lágrimas salen de mis ojos. No puedo seguir controlándolas. Me aferro a él. Hace lo mismo y me olvido de todo a mi alrededor. Ya no noto el frio ni el viento. Solo el calor de su abrazo.
Cuando me separo, me seco las lágrimas con la mano algo avergonzada.
- Tengo miedo, Víctor...- Digo casi susurrando. Creo que jamás me hubiera imaginado que le diría algo así. - Tengo miedo de que vuelva a pasar... Ya sabes...
Me duele recordar lo que causó que nos mudáramos aquí, aún así sigo contándoselo.  
- Es solo que... - suelto un pequeño suspiro - Últimamente, Miguel está saliendo mucho por las noches, y no precisamente para ir con amigos. Está volviendo a hacer misiones. Él cree que no lo sé pero disimula muy mal. Y, por mucho que él crea que lo tiene controlado... - paro un momento para respirar profundamente. Estoy hablando muy rápido. - No puedo evitar pensar que, si algo sale mal... No quiero volver a pasar por eso... No quiero dejarte, Víctor...
Vuelve a darme un abrazo y yo le correspondo. Necesitaba mucho tener esta conversación con él.
Nos separamos y se me queda mirando a los ojos. Yo hago lo mismo. Observo detenidamente el color marrón que tienen. Noto como resigue mi cicatriz con la mirada y baja hasta mis labios. En ese momento, algún tipo de impulso me hace empezar a acercarme a él. Mis labios están a punto de tocar los suyos pero, repentinamente, retira la cara. Me quedo atónita, sin entender el porqué de su acción. Mira hacia otro lado y yo sigo buscando una respuesta. 
- Nos esperan en casa.- es lo único que sale de su boca -

Actualidad

Tengo que hacer un esfuerzo para que las lágrimas no salgan de mis ojos. El recuerdo del chico es como una herida sin cerrar y cada vez que la toco escuece más. Se que tengo que aceptar el hecho de que él ya ni siquiera sabe quién soy, pero soy incapaz de hacerlo. Necesito recuperarle.

Cicatrices de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora