Capítulo VI

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Termina de contarme la historia con la cabeza baja. Le acaricio la mejilla suavemente para intentar recomfortarla.
  - Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso. - le digo sin saber muy bien como responder - Debe ser duro que tu familia te de la espalda.
Intento darle mi apoyo. Quiero que se sienta segura hablando conmigo.
  - Tampoco ha tenido que ser fácil para ti perder a tu madre. - me responde apoyando su cabeza en mi hombro, gesto que me sorprende - Por mucho que mis padres no me apoyaran cuando la cagué, no me imagino como sería perder a ninguno de ellos.
  - Si... Estos últimos dos años no han sido fáciles. - la miro a los ojos - Pero nos tenemos el uno al otro.
Hace un intento de sonrisa. Nos miramos fijamente. Es increíble la forma en la que siento que puedo contárselo todo.
Sin darme cuenta, mis ojos están en sus labios de nuevo y hay muy poco espacio entre nosotros. Nuestras respiraciones se mezclan y, por alguna razón, quiero besarla. No lo pienso dos veces y junto nuestros labios. Mia no se resiste y me devuelve el beso.
Cuando nos separamos, no se que decir, así que simplemente sonrío. Ella hace lo mismo y creo que es la primera vez que la veo sonreír de verdad. Eo me llena de una forma casi inexplicable.
De repente, la puerta se abre y doy un bote del susto. Detrás de esta, está Marcos. Se le ve algo nervioso.
  - ¿Que pasa? - le pregunta Mia al notar que su respiración está agitada.
  - ¿Podemos hablar en privado un momento? - pregunta su hermano mirándome - Es importante.
  - No - responde la chica cortante - Podemos hablar aquí perfectamente.
  - Mia, por favor...
  - ¡Que no! Si tienes que decir algo nos lo dices a ambos. - exclama levantándose de la cama - Víctor lo sabe todo y puedes confiar en él.
Marcos se masajea la frente con los dedos y duda unos instantes.
  - Miguel ha escapado de una de sus misiones. - suelta sin más - Me acaba de llamar hace un momento.
Mia cae sentada en la cama mirando al suelo sin decir nada.
  - Está viniendo a casa. - añade el chico antes de salir por la puerta.
Mi mirada vuelve a Mia. Le tiembla la pierna. Cada vez tiembla más. Empiezo a preocuparme cuando la escucho llorar. Rápidamente me pongo de rodillas delante suyo.
  - Hey. Mia, mírame.
No me hace caso. Empieza a temblarle la otra pierna.
  - Mia. - repito - Oye, mírame. Estoy aquí.
Le cojo las manos. Por fin me mira. No deja de llorar.
  - Respira, por favor. Todo irá bien, ¿de acuerdo? Estoy aquí.
Me aprieta las manos fuertemente. Me duelen pero no la suelto.
  - Respira conmigo, ¿vale? Coge aire.
Intenta hacerlo pero se vuelve a descontrolar. Vuelve el llanto y las respiraciones agitadas.
  - Hey, hey. Calma. Tienes que intentarlo, por favor. Otra vez, venga.  Coge aire. 
Lo hace apretando aún más mis manos. Lucho por no soltar un quejido.
  - Bien. Aguantalo un poco. Tu puedes. - espero unos segundos - Vale, ahora suéltalo lentamente.
La ayudo a que siga respirando. Poco a poco, el temblor disminuye y el llanto cesa.
  - Una vez más, vamos. Coge aire, aguanta un poco y suéltalo.
Hace una respiración profunda y libera mis manos de su agarre lentamente. Están completamente rojas. Me levanto y vuelvo a sentarme en la cama a su lado. Seco las lágrimas de sus mejillas con mi pulgar y pongo mis manos sobre las suyas. Se abalanza sobre mí pero no me dice nada, solo me abraza.
  - No quiero irme de aquí también Víctor... Aquí tengo una vida ahora. Quiero quedarme, contigo. Yo... Te quiero...
Esas últimas dos palabras hacen que me quede atónito. Realmente no me esperaba que me dijera eso. Nunca la había escuchado decirlo y me siento bien después de que me lo haya dicho. La miro a los ojos.
  - Yo también te quiero, Mia.
Me sonríe a medias y se levanta de la cama.
  - Se que no debo hacer esto, pero no quiero que sufras cuando me vaya...
Se me acerca y me susurra en el oído que no logro entender.
Mis párpados empiezan a pesar y lentamente se van cerrando hasta que, lo único que veo es una lágrima resbalando por la cicatriz de Mia.

Cicatrices de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora