Capítulo VIII

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Narra Mia

Acabo de borrarle la memoria a Víctor y siento como las lágrimas corren por mis mejillas. Bajo corriendo al piso de abajo para encontrarme con mi hermano. Al verme llorar, me pregunta que ha pasado y yo se lo explico todo.
  - Vale, tranquila. Vamos a llevarlo a su casa.
Subimos de nuevo a mi habitación y, entre los dos, le llevamos fuera de casa. Estamos pensando en como meterlo en su habitación, cuando aparece Miguel con el pantalón roto y aguantando un trozo de él el su brazo. Empiezo a entrar en pánico al ver que tenemos dos problemas en vez de uno.
  - Eh, calma. - me dice Marcos - lleva a  Miguel dentro e intenta curarle la herida. Yo llevo a Víctor.
Asiento con la cabeza y voy a por mi hermano mediano.
  - Se ve que no aprendo de tus errores hermanita. - me dice juguetón
  - Ni de los tuyos tampoco.
  - Al menos ahora ya se por que escapaste del hijo del jefe de juegos.
Me paro de golpe al escuchar esas palabras.
  - Enfadate todo lo que quieras por haber hecho lo mismo que tu, pero no te pares, que me voy a desangrar. - me dice antes de que pueda reprocharle - ¡Venga!
Vuelvo a caminar acelerando un poco el paso.
  - Tendría que dejarte aquí. ¡Sabes muy bien lo que pasó la última vez! ¿Por qué siempre piensas solo en ti mismo?
  - ¡No puedo evitarlo! Ya lo sabes. Y no tienes derecho a reñirme por algo que tú también hiciste.
Suspiro y entramos en casa. Miguel se sienta en el sofá y yo voy a por el botiquín. Cuando vuelvo, se ha quitado la camiseta y ya no tiene el trozo de pantalón en la herida, por lo que puedo ver a la perfección el corte que tiene. Hago una mueca de asco.
  - Verás la cicatriz que se te va a quedar después de esto. - le digo bromeando - Será incluso más guay que la mía.
Empiezo a desinfectarle la herida y, como no, Miguel no para de quejarse.
  - ¡Ya vale! - le grito cuando hace un gesto brusco para apartar el brazo - Sabías lo que hacias y a lo que te arriesgabas, así que ahora te aguantas un poco.
Vuelve a poner el brazo donde lo tenía y, cuando acabo de desinfectar, le pongo una venda alrededor de la herida.
  - Cada día nos parecemos más, hermanita.
Niego con la cabeza y voy hacia la puerta para ver a Marcos volviendo de casa de Víctor. Voy a extrañar tanto a ese chico...
  - Ya está en su casa. - me informa el chico cuando llega a mi lado - ¿Como está el idiota este?
  - Vivo. Ve a verlo si quieres. - le digo señalando a Miguel que sigue en el sofá.
  - Mejor que vaya a cambiarse porque están a punto de llegar mamá y papá. Esperemos que no le griten demasiado. Aunque se lo merece.
Asiento con la cabeza y voy hasta el sofá para decirle a mi hermano que vaya a cambiarse y que, de paso, se prepare para los chillidos de nuestros padres.

Un rato después, mis padres llegan a casa. Miguel aún sigue arriba así que Marcos le va a buscar.
  - Hola, Mia. ¿Donde están tus hermanos? - me pregunta mi madre mientras cuelga la chaqueta en el perchero de la entrada - ¿No venía Víctor hoy a dormir?
Cuando pronuncia el nombre de Víctor un montón de sentimientos me invaden. Culpa, tristeza, miedo... Me siento como si hubiera matado a alguien y, en parte, me estoy matando a mí misma.
  - Al final no ha podido venir. - digo por fin - Le ha surgido un problema en casa.
  - No les mientas. - Marcos aparece por las escaleras con Miguel detrás - Se lo vamos a tener que contar, y cuanto antes mejor.
Mis padres no entienden nada de lo que estamos diciendo. Les hacemos sentarse en el sofá antes de decirles nada.
  - ¿De qué hablas, Marcos? - pregunta mi padre extrañado - ¿Que es lo que nos tenéis que contar?
Suspiro y vuelvo a mirarles. Sin embargo, Miguel habla antes de que pueda decir nada.
  - He estado haciendo misiones para el jefe de juegos otra vez...
Mis padres abren los ojos como platos.
  - Y esta noche... He huido del nieto del jefe de juegos...
Mamá se levanta en un segundo del sofá. Está muy enfadada.
  - ¿¡ESTÁS LOCO!? ¿¡EN QUE PENSABAS!?
Papá intenta que se relaje un poco y Miguel sigue con la cabeza baja.
  - ¿¡Recuerdas lo que pasó la última vez!? ¿¡Recuerdas que tuvimos que dejarlo todo en pocas horas por el mismo motivo!?
Mi madre sigue gritando y Miguel asintiendo mientras mira al suelo. Marcos y yo observamos la escena. Recuerdo cuando yo estuve en el lugar de mi hermano. Recuerdo la horrible sensación de que mi madre me gritara.
  - No esperaremos a que llegue el mensaje. Nos vamos ahora mismo. - anuncia mi padre - Empezad a hacer las maletas. Tenéis una hora.
Los tres subimos a la habitación y recogemos todo.
Cuando termino con lo mio, voy a la habitación de Miguel. Llamo a la puerta.
  - ¿Como lo llevas? - le pregunto desde fuera de la habitación.
  - Vienes a reprocharme como yo hive contigo, ¿verdad? - pregunta en un tono triste - Me lo merezco por idiota. Seguro que piensas eso de mi.
Entro y me siento en su cama, a su lado.
  - Siempre he pensado que eres idiota. Y no, no vengo a reprocharte nada.
El chico me mira sorprendido.
  - Solo venía a decirte que no te tortures por ello. Con que lo haga uno de los dos ya es suficiente. - añado con una media sonrisa - Saldremos de esto, ¿vale?
Miguel me sonríe y le ayudo a terminar de recogerlo todo.

Cicatrices de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora