Mi deseo más oscuro es tenerte suplicando entre sangre y lágrimas.
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Está amaneciendo con un agradable clima fresco, mientras todo parece estar pacífico, en realidad es todo lo contrario, puesto que la noticia oficial de los asesinatos resuena en la boca de cada persona del pueblo, los asesinatos fueron por fin publicados después de no poder encontrar alguna pista del paradero del asesino. Después de las doce nadie salía de casa. Los carteles de búsqueda de las desapariciones eran vistos por los alrededores. El miedo era sentido en el ambiente de cada local al igual que la desconfianza entre la gente.
El azabache arrastra el cadáver de un hombre mayor a un callejón, su sonrisa solo se ampliaba más y más ante el deleite de la sangre chorrear del cadáver, pero su diversión acabo cuando el fuerte sonido de una patrulla lo alertó. Se escabulle entre las calles para llegar al jardín trasero de la casa de su conocido albino, se subió al balcón con mucho cuidado de no dejar rastros de sangre, cosa que fue imposible.
Y ante una pesadilla, Akemi se levantó entre jadeos con pequeñas gotas de sudor en su frente y lágrimas en sus ojos, temblando se abrazo así mismo. Se levantó con mucha dificultad, cayendo al suelo, sintiendo sus piernas flaquear. Respiro hondo y se levantó sintiendo débiles sus piernas, se retiró de su hogar en dirección a su trabajo.
—Otra vez esa pesadilla —susurro con pesar, restregando sus manos en su rostro con suavidad.
Salió de casa con tristeza en su rostro, solo quiere despejar su mente de pensamientos depresivos. El albino se dirigió a una pequeña tienda desgastada, pero agradable, trabajaba medio tiempo, pero su mala suerte lo seguía y lo que encontró no fue nada agradable, la puerta del local estaba abierta y alrededor había una cinta color amarillo custodiada por oficiales.
—¿Qué paso aquí, el señor Octavio se encuentra bien? —pregunto asustado siendo atendido por un oficial.
—¿Usted, es su empleado? —cuestiono seriamente el oficial, sacando una libreta.
—Lo soy —cometo de forma nerviosa el menor, observando con preocupación a su alrededor.
—Él está muerto lo encontramos hace unas horas en un callejón —expresó son seriedad.
El albino apenas y podía mantenerse de pie, el uniformado se limitó a sostener al chico que temblaba, mientras lágrimas saliendo de sus ojos sin poder parar. Sintiéndose culpable, aun sin serlo.
—¿Podría acompañarme a la comisaría? , necesito hacerle unas cuantas preguntas —expresó autoritario.
—Está bien —susurro aún en estado shock mientras mira a la nada.
El menor subió a la patrulla, mientras analiza triste la ventana, no para de jugar con sus delegados dedos, está nervioso, de vez en cuando mira al oficial que ni se percata de la mirada curiosa y nerviosa de Akemi.
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El ángel de los ojos vacíos (en proceso)
عشوائيEl dulce deseó de percibir su desesperación y saborear la sangre entre su lengua, la coagulación sobre sus dedos le hacen temblar como un animal hambriento. Aquel horror en su mirada lo seduce, tentando entre perversión y deseos carnales que nunca p...