Entre susurros de miedo y suspiros de abuso, el monstruo se alimenta de su dolor. Devorando su alma, sin piedad ni amor. En la penumbra, su inocencia se desvanece, mientras el monstruo crece y su corazón perece.
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Las crujientes escaleras del sótano frío y olvidado, destrozan el pacífico silencio.
El eco de cada paso resuena en las paredes de concreto y en un rincón oscuro, un niño tembloroso se esconde, sus ojitos se llenan de terror y aun cuando reflejan la débil luz que se filtra desde una ventana cubierta por tablas mal colocadas. Su horror no disminuye solo crece.
Con la respiración entrecortada, escucha cada crujido y susurro que emana de la oscuridad. Sus manos tiemblan y sus piernas se debilitan cayendo al suelo, aferrado a su osito de peluche.
En la entrada del sótano, un hombre avanza con paso lento pero seguro, su figura apenas visible en la penumbra. El niño contuvo el aliento tan fuerte que sus pulmones dolieron pero su dolor fue sobrepasado por su miedo a ser descubierto. Y cada vez que el hombre se acerca, el niño se encoge aún más en su escondite, rezando en silencio para que pase de largo y lo deje en paz. Los minutos se vuelven horas en ese sótano frío y desolado, sin saber si alguna vez encontrará la seguridad que se supone debe teber pero fuera de su pequeño escondite todo es un peligro mortal.
Había estado tratando de entrar a la comisaría desde el mediodía pero ninguno de sus esfuerzos pot ser escuchada sirven. Sus días de desveló no serían en vano, había "investigado" a Erilk durante algunos días y a pesar de recibir algunos golpes de al ser descubierta, Seiko logró dar con el hogar del azabache.
—¡Deben de creerme, este chico es un maníaco y posiblemente un psicópata en potencia! —grito histérica mostrando una fotografía de Erilk.
—Jovencita es una acusación muy fuerte, es mejor que regreses a casa —sentenció el oficial cerrando la puerta de la comisaría.
Los oficiales de la entrada ignoraron vilmente a la joven rubia, no creían ninguna palabra que salía de su boca.
—¡Digo la verdad, esta vez no estoy diciendo mentiras! —alzo la voz mientras los oficiales seguían ignorando sus peticiones. —¡Tengo pruebas! —aclaró con una sonrisa desesperada y rebusca en su bolso.
Seiko desea realmente entregar pruebas contra ese bastardo, realmente desea venganza pero a la vez quiere verlos separados aunque su plan se vió interrumpido y simplemente es alejada de forma violenta de la comisaría. Después de una hora de lucha feroz fue expulsada usando estúpidos argumentos sobre su edad y claramente su ocupación. Una estudiante nunca podría fácilmente declarar que su compañero de clases es posiblemente un psicópata.
Al final del día, sus intentos desesperados por ser escuchada fueron en vano. Nadie creyó sus palabras y regresa a casa derrotada mientras sentía su cabello humedecer ante la fuerte lluvia. Pero a ella no le importó, siguio avanzando por las calles grises sintiendo el viento azotar su espalda fría y húmeda.
La rubia se abrazo a si misma y se desplomó en el suelo, temblando de frío. Sus ojos azules se fjaron en el suelo y su mirada fue atrapada por un charco de agua donde su reflejo es lamentable.
—Nadie me cree, no debería rendirme —murmullo con voz cansada y cerrando sus ojos levantó la mirada dejando que las suaves gotas de la lluvia mojen su rostro.
Seiko se quedó inmóvil durante mimutos, dejándose por la sensación de paz que por primera vez experimenta.
—Ah.. —suspiro exhausta. —Yo puedo —se alentó con una sonrisa forzada y la lluvia se hizo más fuerte.
Sus piernas recuperaron fuerzas y una brillante idea llegó a su mente, quizás no tan buena como pensó.
—Debo entrar a esa casa —sentenció mientras sus ojos azules se fijan en la fotografía de la casa.
Y entonces un escalofrío invadió su cuerpo de tan solo pensar en ser atrapada, algo no saldría bien pero Seiko deseo arriesgarse.
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El ángel de los ojos vacíos (en proceso)
De TodoEl dulce deseó de percibir su desesperación y saborear la sangre entre su lengua, la coagulación sobre sus dedos le hacen temblar como un animal hambriento. Aquel horror en su mirada lo seduce, tentando entre perversión y deseos carnales que nunca p...