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-Ya me voy.- la voz de su tío se escuchó por el trailer provocando que Eddie solo hiciera un "mhm" sordo contra la almohada.

Estaba sin camisa enredado entre las sábanas, el cabello revuelto y cayéndole en el rostro, realmente no se quería levantar nunca pero hizo el gran esfuerzo de hacerlo, se estiró haciendo que los músculos de la espalda se le tensaran y un pop se escuchara en su espalda.

En el espejo del baño se observo la piel blanca y surcada por lunares y marcas de nacimiento, quería hacerse un tatuaje desde hacía tiempo, incluso había considerado a Elijah para ese trabajo, pero eso fue antes de conocer a Sabrina, la chica había ocupado un gran espacio en su cabeza, los días que habían convivido hasta tarde en la noche solo habían incrementado lo que fuera que este estaba sintiendo por la joven.

-Hola cariño.- saludó a su guitarra una vez que salió de arreglarse con anillos en las manos y la bandana colgando de su pantalón.

Tomó la playera del club Hellfire, estaba arrugada en el suelo, así que la acercó a su nariz, no olía tan mal así que decidió usarla una vez más, no sin antes bañarla en colonia para disimular el olor, hoy tenía que asistir a su Spot secreto, había acordado con diferentes personas del pueblo y compañeros de escuela para realizar los intercambios.

-Te aseguró que es de gran calidad.- Cerro la lonchera metálica después de meter el dinero y acomodar las pequeñas bolsas, dando por terminadas las reuniones.

-Más te vale Munson.- Patrick, el jugador de básquet se metió las pastillas a la chamarra y miró a ambos lados del bosque antes de salir de ahí.

El rizado estaba a punto de levantarse cuando escuchó pasos y el crujir de las ramas detrás suyo, y en un acto de pánico lanzó la lonchera de metal al suelo y la escondió con su pierna.

-Tranquilo, solo soy yo.- Emma alzo los brazos en muestra de inocencia, Eddie suspiró y soltó una risa nerviosa.

-Por un momento pensé que el sheriff me había descubierto.- Alzó una ceja viendo como la rubia ponía dinero en el centro de la mesa y le miraba expectante.- ¿Qué haces...?

Emma no se veía bien, parecía que no había dormido en un buen tiempo, las medias de sus piernas estaban rotas y se veía algo desaliñada del cabello.

-Lo de siempre, solo necesito unos cuantos gramos... nada demasiado extravagante.

Eddie negó con la cabeza, devolviendo el dinero a la rubia y levantándose, Emma le miró incrédula ante el rechazo de este.- ¿Ya no tienes nada disponible?- inquirió, con el ceño fruncido y intentando ver el contenido de la caja metálica, pero este se apresuró para tomarla y pegarla contra su pecho.

-Ya no puedo venderte droga.- se mantuvo firme en su declaración.- Así que será mejor que...

-Tengo el dinero.- espetó ella, enseñándole los billetes.- Ademas no eres nadie para negarme la venta, solo dame un porro si quieres.- se levanto y empezó a forcejear contra el muchacho.

-Emma, de verdad.- se apartó nuevamente dándole un pequeño empujón a la chica solo para quitársela de encima.- No puedo hacerlo, le hice una promesa a Sabrina... ella no quiere verte así, y para serte honesto yo tampoco quiero verte mal.

-Eso no importa.- le aventó el dinero al suelo, la voz de la chica se quebró, y torpemente se sentó en la banca de la mesa.- Nada importa...

Había empezado a llorar, siempre lloraba después de que el efecto se fuera de su sistema, Eddie se quedó parado frente a ella, algo en shock al ver la reacción que la joven había tenido, pero se acuclilló frente a ella buscando su mirada.

-Hey...- pasó una mano frente a su cara para que le pusiera atención.- Cuéntame que es lo que está sucediendo en casa.

-¿Cómo sabes que tengo problemas en casa?- el aire de Eddie se le atasco en la garganta, no le gustaría decir que Sabrina le contó acerca de sus problemas con sus papás.

-Todos los tenemos ¿no?- se excusó perfectamente, necesitaba bajar los muros de Emma si quería ayudarla.- Yo los tengo también, ¿me has visto? Soy la clara decepción para mi tío...un adolescente que no se ha logrado graduar y vende droga por dinero.

-Supongo que si...- se limpio la cara con el dorso de la mano, sorbiendo por la nariz, tomando aire y mirando  a los ojos chocolate de Eddie.- Es mi papá... bueno, en realidad son mis padres, mi madre se hace la sorda cuando escucha los golpes y él solo continúa porque nadie le dice que pare.

Se alzó el suéter mostrando las marcas de dedos púrpuras abrazando su brazo, Eddie suprimió lo que iba a decir al ver que la rubia prosiguió con su historia.

-Así que procuró estar el mayor tiempo posible lejos de casa, y eso implica que mi destino normalmente sean las fiestas...- señaló la caja negra que Eddie aún tenía en las manos.- Son lo único que logra que mi mente se calle un momento.

Eddie asintió con la cabeza, conociendo perfectamente el sentir de Emma, él lo había llegado a experimentar.

-Mira... no puedo venderte las drogas.- añadió.- Pero estoy seguro de que te puedo ayudar a encontrar una solución, ¿le has contado a alguien más acerca de lo que te está sucediendo?

Emma negó con la cabeza, jugando con sus manos y sorbiendo por la nariz.- Podemos ir con Sabrina, contarle lo que te está sucediendo y ver una solución.- le aseguró Eddie, levantándose y ofreciéndole una mano a la rubia frente a él, no tenía que pasar por todo ese proceso sola.

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Empujaba la silla de ruedas fuera del hospital, hoy finalmente habían dado de alta a su papá, el yeso aún seguía en su pierna, pero ya no se veía tan abatido como los primeros días de su interno.

-Apóyate de la agarradera...- indicó Sabrina sosteniendo por los brazos a su papá para ayudarlo a subir a la camioneta azul.- Tengo que regresar a firmar unas cosas, no me tardo.

Regreso a la recepcionista, entregándole un sobre amarillo junto con la cuenta del hospital, era la mitad del dinero, pero había acordado pagar lo que restaba en el plazo de esa semana, a lo que la mujer del otro lado del mostrador aceptó.

-Bueno, está es la palanca de cambios.- su papá le estaba indicando cómo tenía que manejar para llegar a casa.- ¿Puedes sentir los diferentes pedales?- ella asintió.- De acuerdo, vas a pisar levemente para que te vayas acostumbrando...

Manejar a casa fue una total pesadilla.

Teniendo en cuenta que fue la primera vez que manejaba la camioneta diría que no estuvo tan mal, pero su padre opinaba todo lo contrario, agradecía que las calles del pueblo no eran las más concurridas, y que de todas formas su papá podía intervenir en la palanca de cambios y era un buen copiloto, sobre todo cuando pasaron la zona lodosa y rocosa hacia su casa, sentía que la camioneta tenía control sobre ella, la ansiedad de que podría provocar un accidente en cualquier momento le comía la cabeza, pero cuando pudo estacionarse frente a su casa, la camioneta torcida y claramente mal estacionada, pudo tomar un respiro.

-Recuérdame nunca prestarte nuevamente la camioneta.- bromeó su papá viendo la cara de terror de la chica.

Frente al porche Sabrina vio a sus amigos, Eddie y Emma, ambos jóvenes se levantaron y saludaron con un ademán al señor en la camioneta.

-¿Qué hacen aquí?- inquirió después de dejar a su papá en la sala, saliendo nuevamente a ver al par.

-Necesito contarte algo.- confesó Emma.

TATTOOS || Eddie Munson ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora