Capítulo 4: Recuerdos

5 0 0
                                    

Si Rachel era un feérico, algún otro tipo de ser o contaba con la capacidad de ver criaturas del otro lado, sabía disimularlo a la perfección.

Lin la vigilaba la mayor parte del tiempo, turnándose con Kinu en sus ratos libres si no tenía nada de lo que defenderse —que no fue el caso esa semana, ya que sufrió tres ataques que afortunadamente no le dieron más problemas que un coche destrozado—. Helena pasó dos días de reposo visitando la enfermería y le facilitaron unas muletas para que pudiera hacer vida normal. De vez en cuando observaba a Rachel si se cruzaba con ella, y ella le devolvía una mirada que siempre acababa con la vista de Helena fija en el suelo y las mejillas encendidas. No se sentía cómoda con la idea de espiar a nadie, por muy mal que lo hiciera. Lin, por su parte, pudo indagar más en profundidad en la vida de la muchacha y todas las sospechas quedaron disipadas: Rachel era una adolescente ordinaria.

Se levantaba antes que nadie todos los días para llevar a cabo un engorroso ritual de belleza que incluía hidratación facial, maquillaje y peluquería. Luego salía de la residencia con otra chica y esperaban a Víctor junto a la fuente del cruce de caminos para dirigirse al edificio principal, charlando de cosas mundanas como el tiempo o los profesores. Desayunaba un zumo de naranja, una manzana y una tostada con mermelada de fresa en el comedor de la escuela y esperaba allí con sus amigos y otros tres chicos hasta que sonaba el timbre. Víctor y Rachel estaban en la misma aula durante algunas clases, un curso por encima de Kinu y Helena. Cuando el horario lectivo finalizaba, a veces tenía entrenamiento con el equipo de animadoras. Al terminar los entrenamientos, el resto del día transcurría igual que cualquier otro: llegaba a la residencia, se duchaba, se sentaba en el escritorio de su cuarto individual en el segundo piso, hacía deberes o estudiaba y, de vez en cuando, a última hora, daba un paseo por el campus con algunas de las animadoras. Los días que no tenía entrenamiento se duchaba después del paseo y dedicaba más horas al estudio. Cenaba en la residencia con su mejor amiga, y antes de dormir revisaba redes sociales y enviaba mensajes. Lo único llamativo en ella eran las cicatrices de sus brazos y lo mucho que se esforzaba por ocultarlas.

También descubrió que Víctor formaba parte del equipo de baloncesto. No le sorprendió. El chico era alto y, al fin y al cabo, por algún motivo, es lo que todo el mundo espera de las personas altas: que jueguen al baloncesto. Lin no sabía decir si era bueno o malo jugando, no entendía de ningún tipo de deporte. Lo que sí sabía, y era evidente, es que Rachel aprovechaba cualquier oportunidad para pasar algo de tiempo con él. Algunas de las animadoras la incitaban a ello, aunque a Lin no le pareció que tuvieran una relación de pareja como otros alumnos que había visto.

Al margen de todo eso, Rachel, cuando estaba a solas, siempre parecía tensa o desanimada, mustia, especialmente cuando sus padres llamaban por teléfono.

—¿Y eso es todo? —preguntó Kinu, sentada con las piernas cruzadas sobre la cama.

—Eso es todo —respondió Lin, mientras se paseaba por el largo escritorio, esquivando libros y lápices—. Rachel es una muchacha de lo más normal.

—¿Y bien? —interrumpió Helena tumbada desde su cama.

—Parece ser que nuestra sospechosa es inocente.

Era sábado por la tarde. Lin había seguido a Rachel el día anterior y lo único que vio fuera de su horario habitual fue ir a la peluquería a retocarse las puntas y hacerse las uñas.

—Tal vez esa cosa solo se equivocó —sugirió Helena—. Tal vez ni siquiera te buscaba a ti.

—¿A quién podría buscar entonces? ¿Conoces a alguien más con un reloj mágico? —preguntó, arqueando una ceja, casi a modo de burla.

A Helena le molestó el tono de su amiga, pero no dijo nada. Se limitó a reclinarse en la cama y mirar el techo, tan blanco que parecía brillar.

—No lo sé. Pero tenía muchas ganas de recuperar el reloj ese que busca y no ha vuelto a aparecer.

Portales en la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora