Katsuki y Izuku estaban nerviosos, lo siguiente de nerviosos, después de todo verían por fin a la ginecóloga que los atendería, no era que no hubieran ido, es que después de haberse enterado que Izuku estaba en cinta ninguno de los dos tenía cabeza para nada más de lo que ocurría.
Así que después de unas semanas y luego de haberse mentalizado sobre lo que ocurría, fue que tuvieron el valor de ir a ver al ginecólogo para hacer el Ultrasonido.
Izuku estaba fuertemente agarrado del brazo de Katsuki mientras los dos estaban sentados en la sala de espera en donde otras personas estaban.
Katsuki tenía su misma cara de amargado apesar de su inquietud que demostraba con el repiqueteo constante de su pie contra el piso.
El Omega observó la sala, miró como una beta tenía una pansa más grande que las otras. Esta, al ver que Izuku la miraba, comentó:
— ¡Mellizos! — Y sin que Izuku pestañara, prosiguió —: Espero que me digan que hoy me quedo ingresada, o juro que a mí me da algo. ¡No puedo más!
Izuku, boquiabierto, asustado y
aterrorizado, no pudo ni hablar, pero no queriendo ser maleducado, justo cuando iba a apoyarla moralmente, la puerta de la consulta se abrió y una enfermera con cara de aburrimiento dijo:— Siguiente.
La beta sonrió y se despidió de Izuku quién sólo pudo sonreír torpemente de vuelta.
Cinco minutos después, retorciéndose las manos, Izuku miró a Katsuki y, con gesto de preocupación, exclamó:
— ¡Por All Might!
— ¿Qué Mierda? — pregunto Katsuki observando a Izuku murmurar.
— ¿Y si son mellizos, Kacchan?
— Pues nada, regalamos uno al pelo de mierda — bromeó el rubio, Izuku frunció el ceño y se cruzo de brazos indignado, Katsuki al ver el gesto de su Omega lo abrazo atrayendolo hacía el — Tranquilo Deku, haré todo para cuidarlos.
Izuku sonrió sin poder evitarlo, su alfa era un romántico de closep, pero un extraño amargor se apoderó del Omega. ¿Realmente siquiera podría tener a ese? Nervioso, empezó a moverse con anciedad, la puerta se abrió dejando ver a la beta que había entrado anteriormente.
— Siguiente.
Izuku y Katsuki entraron agarrados de las manos, los dos se plantaron ante la Ginecóloga, Nemury Kayame, una beta de inigualable belleza y carisma que hizo bajar el nerviosismo de los menores.
Esta les hizo algunas preguntas, miró el historial de Izuku y otras cosas.
— Bueno, Izuku, la etapa de riesgo está pasando y no a ocurrido nada, esto es muy bueno, definitivamente espero que disfruten de este embarazo — sonrió la ginecóloga.
— ¿Enserio podré disfrutarlo? — pregunto recordando las semanas llenas de mareos, vómitos, sueño y cansancio sin nada aparente.
— Pues claro que sí. Si han decidido tener a su bebé, deben disfrutarlo para que él se sienta feliz y tenga un desarrollo correcto. Piensa que él nota tu estado de ánimo y todo le influirá, por ello debes cuidarlo y mantenerlo alegre y contento — comentó la doctora mirando al rubio Alfa que asintió.
— ¿Me escucha también? — cuestionó Izuku asombrado.
— Por supuesto — asintió la mujer.
Izuku, tocándose su aún pequeña barriga, sorprendió a los otras murmurando: — Si me escuchas, te pido que ya no hagas que siga vomitando...
La doctora y su ayudante esbozaron una sonrisa, pero Katsuki, al ver a su Omega con los ojos llenos de lágrimas, le preguntó:
— ¿Qué mierda Deku?
— No te preocupes — le tranquilizó la doctora, que le entregó un kleenex al futuro padre — Son las hormonas. Ahora tendrá una época muy sensible, por ello, repito, que tienes que cuidarlo muy bien.
— Esta bien. Por cierto, ¿Es normal que duerma como un puto oso? — preguntó Katsuki resiviendo un codazo de su Omega — Es que se duermo hasta de pie.
— Sí, también es normal. — sonrió divertida al ver como Izuku fruncia el ceño hacia el Alfa que solo se encogió de hombros, y levantándose, le dijo a Izuku —: Ven, ahora vamos a hacerte el Ultrasonido. — Entonces, señaló una camilla que había junto a un monitor he indicó: — Recuestate, bájate el pantalón un poco y súbete la camisa.
Después de hacer lo que la ginecóloga le pedía, le echó un líquido transparente y pegajoso por el vientre y, tras poner una especie de bolígrafo de punta gorda sobre Izuku, comenzó a moverlo.
Katsuki y Izuku estaban nerviosos tomados de la mano, Katsuki tenía a su Alfa alerta, pegado a Izuku, no queriendo separarse ni un milímetro de él.
— Miren, eso que palpita es el corazón de su cachorro.
Conmovidos, miraron la pantalla mientras se agarraban con fuerza las manos.
— Y debo decir que es bastante fuerte, solo el palpitar se escucha potente — agregó la doctora sonriendo.
Aquel pequeño puntito era su bebé, el retumbar de ese corazoncito era su cachorro, aquel sonido y aquella imagen borrosa hizo que Izuku volviera a llorar.
Aquella mañana, Izuku y Katsuki salieron del hospital con la primera fotografía de su cachorro y con un sentimiento completamente lleno en sus pechos al saber que Izuku estaba de casi cinco semanas.