Katsuki conducía como loco desde la oficina hacia su hogar, Izuku lo había llamado hace unos minutos entre gritos diciendo que se apresurara en llegar y luego le colgó.
Asustado y confundido, corrió hacia el estacionamiento del edificio, se subió a su auto, encendio el motor y se puso en marcha, trató de volver a comunicarse con su Omega quien le contesto entre reclamos, el porqué aún no había llegado y que se apresurara antes de que terminará.
¿Terminará que? Se cuestionó el Alfa
Aún sin saber qué pasaba, aceleró, llegando lo más rápido que pudo, abrió la puerta del auto y se bajó en trompicones casi cayéndose en la entrada, olvidando cerrar la puerta de éste y apuntó de tumbar la puerta de la entrada cuando la llave no entró para abrirla.
— ¡Llegue! ¿¡Que demonios pasa!? ¿¡Que mierda ocurre!? — Grito casi llendose de trompa al abrir la puerta.
— ¡Apresurate Katsuki! ¡Ven rápido! — Chillo el Omega desde la sala, la emoción y felicidad palpables en el aire y la voz del Omega.
Katsuki se apresuro cerrando la puerta de un manotazo y con un zapato a medio quitar, antes de llegar a la sala tropezó y rodó por la alfombra hasta estrellarse contra el sofá y levantarse completamente desorientado.
— ¿Qué carajos? ¿Qué mierda? — cuestionó desorientado y completamente revuelto, su camisa se había salido, su corbata rodaba por un lado y su cabello parecía más desastroso que lo normal. — ¿Estas bien? ¿Le paso algo a maní?
Preguntó arrodillado frente al Omega. Izuku soltó una risa burbujeante y sonrió con felicidad.
— ¡El cachorro está pateando! — exclamó desvordando alegría mientras sentía otra patadita, sus lágrimas se desbordaron sin poder resistirse y Katsuki quedó sin palabras.
— ¿Ah? ¿P-pateando? — cuestionó tembloroso dirigió sus rubíes hacia la abultada pasinta descubierta en donde se podía observar pequeños bultitos que desaparecen y aparecen.
— ¡Auch! Patea fuerte — rió Izuku entre lágrimas de felicidad mientras se tocaba su panza. Katsuki no sabía que decir ni que hacer, solo observabo la panza de Izuku sin hacer algún movimiento. Izuku observó los ojos brillosos de su Alfa y sonrió con ternura mientras se secaba las lágrimas para luego tomar una de las manos de su Alfa. — Aquí Kacchan, creo que sabe que llegaste porque ahora patea más fuerte — sonrió haciendo una mueca.
Katsuki sintió su mano colocarse en la panza de su esposo, pudo sentir los movimientos del cachorro dentro, eran múltiples golpesitos que lo hicieron derramar lágrimas y sonreír sin darse cuenta.
— ¿Te-te duele? — balbuceo sin saber que decir. Izuku sonrió también sintiendo como volvía a derramar lágrimas.
— No — negó con la cabeza mientras intentaba aguantar el llanto — Solo es incomodo, tal vez un poco doloroso — rió, y sin poder evitarlo más, las lágrimas salieron mientras sonreía aguantando las patadas. — ¡Estoy tan feliz Kacchan!
Katsuki sonrió tocando la panza de Izuku con sus dos manos y dejando besos en ella.
— Eres un revoltoso y nisiquiera has nacido — susurro en la panza dejando un beso, podía ver como Izuku aguantaba sus muecas, sabía que las patadas del bebé le molestaban pero aún así no decía nada, su felicidad era más grande, amaba mucho a su pecoso — te esperamos con ansias.