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Nayeon observaba aburrida por la ventana del salón, se encontraba en su última clase y ya quería que acabara para ir a casa de Mina, aunque le tocaría ir sola, ya que a la pelinegra le habían llamado con urgencia del puesto de policía, se sorprendió al saber que era el lugar en donde la madre de la chica trabajaba.
Aunque Mina le había ofrecido ir a traerla después de hacer el encargo de su madre, Nayeon le dijo que no se preocupara, podía llegar sola sin ningún problema.
Observó con curiosidad a Joohyun, para ser honestas Nayeon ni siquiera sabía que compartía clases con las chicas que le habían ganado el primer lugar en el juego del pepero.
Joohyun miraba demasiado fijo a Kang Seulgi, que estaba a una distancia de pupitres bastante considerada, Nayeon se preguntó si se veía igual que Hyun cuando miraba a Mina, como si en cualquier momento le saltaría encima para que le haga lo que ella quiera.
Suspiró con un puchero formándose en sus labios, extrañaba a Mina y no veía la hora de salir de ese lugar para ir a encontrarla.
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—¡Im Nayeon! —se escuchó que gritaron en los pasillos camino a la salida.
La pelirroja maldijo, estaba ya a punto de salir de la escuela e ir por fin a casa de su novia y no necesitaba piedras que le estorbaran.
En especial, si esas piedras se llamaban Chou Tzuyu.
—¿Qué quieres? –le preguntó con mal humor Nayeon cuando la tuvo enfrente.
Tzuyu la observó en silencio de pies a cabeza por unos segundos, impacientando más a Nayeon, pero antes de poder decir algo, Tzuyu extendió una de sus manos hacia ella, sorprendiéndola.
—Basta de estupideces, vengo por paz y tregua. –le dijo Tzuyu esperando a que Nayeon aceptara su mano.
Dudosa lo hizo, extendió su mano derecha y haciendo un apretón sutil entre ambas.
—¿Vas a dejar en paz a mi Minari? –dijo incrédula Nayeon soltando la mano de Tzuyu.
La castaña rodó los ojos mientras sonreía un poco.
—Sí, si como sea. –dijo con indiferencia. —Tampoco es la única chica guapa de la escuela, la superé.
Nayeon boqueó asintiendo.
—Y... ¿Estás buscando amistad o sólo quedar en paz conmigo? —preguntó dudosa Nayeon.
Tzuyu se cruzó de brazos con una expresión pensativa.
—Por ahora está bien así, el tiempo dirá después si nos quiere como amigas.
Nayeon sonrió asintiendo a Tzuyu, se preguntó a qué se debería su cambio repentino y una idea se le cruzó por la cabeza.
