•Prólogo•

356 20 2
                                    

|~•♪°•••°♪•~|

12/07/18

"Posiblemente considere la opción de quemar esta carta escrita a modo de desahogo, pero en tal caso de no ser así, me servirá a modo de posible consuelo en un futuro no tan lejano.

Comenzaré por un concepto sencillo: La oscuridad.
Se puede definir como la ausencia de luz visible, pero también hay un concepto más...filosófico y personal de la oscuridad; La oscuridad o sombra personal.
La sombra personal le corresponde a un ser humano, y es aquello que consideramos negativo de nuestra personalidad que está contiguo a la conciencia y que no desaparece, se mantiene oculto y al acecho la mayor parte del tiempo, manifestándose cuando hay algún altercado molesto o alguna situación conflictiva con los demás que genera emociones intensas. O al menos eso es lo que leí hace un tiempo.

Resulta que hay gente que es consumida por su propia sombra personal; no me considero un experto en este tema, pero sí conozco bastante sobre él. En la oscuridad nadie notará que somos deshonestos, tanto con el mundo como con nosotros mismos.

Lo he vivido cada día de mi vida desde que empecé mi trabajo: al parecer las personas se sientes anónimas en la oscuridad, se sienten mejor engañándose a ellos mismos y creyendo que el resto ve el mundo como lo ven ellos. Falso.

Hanemiya Mizuki, una mujer admirable sin lugar a duda. Una mujer respetable y temible, capaz de hacer cualquier cosa por cumplir sus objetivos y así hacerse ver en un mundo tan sucio y dominado por los hombres. Mizuki es un claro ejemplo de lo que quiero llegar a expresar en esta carta.

Está siendo consumida por su oscuridad, por sus demonios, por sus sombras y por ella misma. Aborrezco verla de esa manera, desprecio la idea de verla sufrir como mi persona la ve cada día; llegará el momento en el que ella no estará, y quizás yo caiga con ella.

No puedo salvarla, nadie puede, o eso es lo que yo veo a través de mis lentes. Me veo en la obligación de protegerla, de cuidarla y de buscar alguna manera para rescatarla de sus demonios.

Este trabajo nunca me satisfizo, y me doy cuenta de que a ella tampoco le satisface, pero su afán de demostrarle al mundo que ella los tiene en la palma de su mano la carcome por dentro. Y aunque sufre por dentro, sigue estando para dar órdenes y para tener a los hombres comiendo bajo sus pies.

La admiro, la admiro excesivamente, velo por ella y la deseo. Mi deseo por ella es inmenso, pero conozco su corazón, conozco cada rincón de su corazón: frágil, dividido, lastimado y atormentado cómo ella lo fue en su tiempo.
Conozco los anuncios que proclama su corazón, porque conozco a quién le pertenece..."

Quizás fue la campanilla de la puerta avisando la entrada de una persona lo que le hizo detenerse a solo pocos instantes de firmar esa carta escrita para nadie en particular, escrita en modo de desesperación y con el motivo de calmar las penas que su mente tenía desde hace un tiempo; la campanilla sonó nuevamente cuando la puerta se cerró detrás de la persona que acababa de entrar y unos pasos resonaron por el lugar.

Lentamente sus lentes abandonaron su rostro y fueron a parar al interior de su traje, igual que su carta a medio terminar y con ello todas las emociones que expresaba. Los pasos que resonaban era producto de unos tacones que cada vez se acercaban más a su mesa que, cabe recalcar, es la única que se encuentra en uso en ese lugar.
Un bar de mala muerte, durante la madrugada y un viejo amigo sentándose justo frente a él sin preguntar si el asiento estaba en uso por alguien más ajeno a él.

•Mistress and Lady•  |‡Tokyo Revengers‡| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora