•CAPITULO ONCE: Fortaleza•

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Buscó maneras para seguirle el paso entre la poca multitud del Distrito Azul, pidiendo disculpas al aire por cada tropiezo que llevaba con las personas a su alrededor.
Visualizó su cabello rosa a bastantes metros de distancia de él, ignorando si le estaba siguiendo el paso o el que se hubiese perdido sin estar él presente a su lado como se supone que tendría que ser. Suspiró, apartando el sudor de su frente y continuando con su pequeña travesía: llegar al lado de Eiichiro esquivando la multitud.

-¡Ah, lo siento!- se disculpó perdiendo la cuenta de cuántas veces lo había hecho en lo que llevaba caminando por el Distrito. La señora agradeció las disculpas y siguió su camino-¡Oi, Eiichiro! ¡Espérame!

-¡No es mi culpa que seas tan malditamente pequeño y débil!-gritó por encima del pequeño tumulto de gente que lo rodeaba. Las personas se voltearon a verlos tanto a él como a Denji, este sonriendo con las mejillas sonrojadas por la atención que recibían de los desconocidos.

Finalmente, a regañadientes y mordiendo su lengua, se detuvo a esperar a su superior. Las personas pasaban a su lado con rapidez y evitando a toda costa su mirada.
El Distrito Azul, nombre asignado por el sub-lider y administrador de la Mafia de los Black Dragons, Seishu Inui, perteneciente a la mitad de la ciudad correspondiente a Hanemiya Mizuki. Es conocido por ser el distrito intermediario entre el Distrito Rojo y Verde, un tercio de la ciudad con igualdad de seguridad y peligro. Los residentes de dicho distrito conocían el estatus de poder que Chisaki Denji y Hashibara Eiichiro llevaban grabados en sus espaldas desde que se formaron las tres divisiones de Japón.

Eiichiro devolvió tantas miradas como su estado de ánimo actual le permitía, asustando a unos cuantos niños que salieron corriendo en busca de sus padres y estos huyendo con sus hijos en brazos tras hacer contacto visual con sus ojos rojos.

-La próxima...no vayas tan rápido-dijo Denji descansando su peso en sus rodillas, estando agitado.

-Para la próxima estarás muerto si sigues a ese paso, idiota.

Levantó las manos en señal de rendición y le sonrió de tal manera que Eiichiro creyó ver su propio reflejo en la blancura de sus dientes.
Gruñó y retomó su camino, esta vez con su superior a su lado codo a codo.

La gente se hacía a un lado cuando los veía, algunos les sonreían amablemente, y otros solo los juzgaban con la mirada y continuaban con su camino.
Denji observó a Eiichiro, su perfil mostraba su ojo izquierdo con vista al frente en un punto indeterminado. Unos ojos rojos completamente apagados, pero con un leve destello de malicia y picardía apenas notorio en sus pupilas; su cabello rosa bailaba con cada paso que daban.

-¿Qué piensas hacer ahora, Eiichiro?-preguntó luego de unos segundos.

-¿Tú qué crees?

-Por algo estoy preguntando-se desviaron por un callejón y terminaron en un calle ligeramente más amplia que la anterior donde caminaban, habían autos estacionados por todas partes y vendedores ambulantes en las ventanas en busca de compradores.

-No te pedí que me siguieras a hurtadillas de la mansión cuando me escapa de los ojos del jefe, maldito imbécil.

-Como tu superior, es mi trabajo evitar que hagas algo...algo que tú harías-se justificó el pelinaranja, evitando con una sonrisa a un hombre que buscaba venderle unos cigarrillos de mala calidad-. Quizás estés buscando asesinar personas sin el consentimiento del jefe, o ver a tu novia secreta para la cual matas a todo aquel que se le acerque, o incluso una secta por la cual asesinas para que usen sus cuerpos de sacrificio a un dios que ni siquiera existe, ¡O quizás...!-

•Mistress and Lady•  |‡Tokyo Revengers‡| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora