Ley de Atracción | Steve Harrington

22. Cazafantasmas.

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Capítulo octavo

El revés

Segunda parte

***

En el momento en que entraron en la casa, un millón de preguntas salieron de la boca de Lily a la vez, creando una cadena inaudible de frases, acompañadas de unas cuantas palabrotas. La habitación en la que habían entrado estaba llena de cristales rotos, trozos de yeso y luces de Navidad que colgaban del techo, la mayoría de ellas hechas añicos. Parecía una escena sacada directamente de una película de terror.

—"¿Qué demonios?" —Exclamó, entonces su visión se centró en la criatura, y se echó hacia atrás,— "¡¿Qué demonios?!"

No había duda de que era la criatura que había visto en el bosque. Tenía el mismo físico delgado, junto con el resto de sus aterradores rasgos. Se estremeció y le costó todo lo que pudo no salir corriendo por la puerta, y no detenerse hasta llegar a casa. De hecho, si no fuera porque la mano de Steve seguía entrelazada con la suya, habría corrido de buena gana hasta el siguiente pueblo.

—"¡¿Qué demonios?!"— Dijo, de nuevo, observando cómo la criatura acorralaba a Nancy, que no dejaba de dispararle balas, todas las cuales simplemente rebotaban en su piel.

Entonces, para su asombro, la mano de Steve dejó la suya y se lanzó hacia adelante. Agarró lo que parecía ser un bate de béisbol con clavos clavados en el suelo, a pocos metros de ellos. En un rápido movimiento, golpeó el bate contra el costado de la criatura, llamando su atención.

—"¡¿Steve?!" — gritó Lily desconcertada. Jonathan y Nancy también parecían sorprendidos, pero más por la repentina aparición de ella y Steve.

En el momento en que la sorpresa de Jonathan se calmó, agarró el brazo de Lily y la arrastró bruscamente con él:

—"¡Vamos!".

La arrastró hasta donde estaba Nancy, fuera del camino del caos. Los tres se quedaron mirando con asombro, mientras Steve seguía atacando a la criatura con el bate clavado. Al principio, Lily se sintió confundida por el hecho de que parecía estar llevándolo más adentro de la casa, pero luego sus ojos se posaron en la trampa para osos que estaba a unos metros de distancia.

Sólo hicieron falta unos cuantos golpes más hasta que Steve tuvo a la criatura atrapada en el dispositivo.

—"¡Está en la trampa!" —gritó Jonathan.

—"Eso es algo bueno, ¿verdad?" —Preguntó Lily, todavía desconcertada.

—"¡Jonathan, ahora!"— gritó Nancy, y el adolescente más joven lanzó un mechero hacia la trampa, prendiéndole fuego.

Lily sintió que el brazo de Steve la rodeaba por la cintura y la alejaba de las llamas con tanta fuerza que la dejó sin aliento. Con los ojos muy abiertos por la confusión y la conmoción, vio cómo el fuego crecía, hasta tener a la criatura totalmente rodeada.

—"Hijo de puta", —maldijo, el chillido que provenía de él le hizo llevarse las manos a los oídos.

Tras unos momentos de espera, Jonathan cogió un extintor que tenía a su lado y gritó a los demás que se apartaran. Con su brazo todavía rodeando a Lily, Steve levantó la mano para proteger a ambos del calor y el humo del fuego, mientras Jonathan lo extinguía.