Ley de Atracción | Steve Harrington

31. La clase de gimnasia puede esperar.

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Capítulo tres

El Pollywog

Segunda Parte

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Después de cambiar la raqueta y de que el profesor de gimnasia de Steve la volviera a regañar, Lily volvió a recorrer el colegio. Arrastró la nueva raqueta detrás de ella, pasándola por las taquillas para crear un ruido innecesariamente fuerte. No fue hasta que la señorita Click salió de su aula para decirle que parara, que cesó de mala gana y se quedó callada.

Al pasar por los laboratorios de ciencias, se detuvo frente a la clase de Cindy y miró por la pequeña ventana de la puerta. Todavía no había visto a su amiga desde su pelea en la fiesta, y tenía curiosidad por ver cuál sería su reacción al verla en la ventana.

Sin embargo, la silla de Cindy estaba vacía y no había libros en el escritorio.

—"Qué raro" —murmuró Lily, alejándose de la puerta. No era normal que Cindy se saltara la clase. En todos sus años de amistad, Lily sólo había sabido que faltara dos días a clase, cuando tuvo una neumonía.

Justo entonces, el profesor, el señor Taylor, la vio y frunció el ceño. Se apartó de la pizarra y abrió la puerta un poco: —"¿Te importa explicar por qué estás merodeando por el pasillo, Andrews? ¿No deberías estar en tu propia clase?"

Lily asintió, —"Sí, se supone que estoy en gimnasia-" —Comenzó, lentamente,— "Pero me he dado cuenta de que Cindy ha desaparecido. ¿Dónde está?"

—"No lo sé, el colegio no ha recibido ninguna llamada de ella".

A Lily se le cayó el estómago:

—"¿Cómo que no han recibido ninguna llamada? ¿No ha llamado para decir que está enferma o algo así?"

El Sr. Taylor negó con la cabeza,— "Aparentemente no" —Dijo,— "Ahora, si eso es todo lo que querías preguntarme, ¿puedo confiar en que vuelvas a gimnasia sin detenerte de nuevo en el camino?"

Normalmente Lily habría respondido con algún tipo de comentario sarcástico, sin embargo esta vez simplemente asintió,— "Gracias"— Murmuró, luego siguió caminando por el pasillo. Se dirigió directamente a su taquilla y cogió el puñado de monedas que guardaba allí.

Sin importarle ya si volvía a clase o no, se dirigió a los teléfonos de la entrada del colegio y metió una moneda en la primera ranura que encontró. Con las manos temblorosas, marcó el número de Cindy y se acercó el auricular a la oreja: —"Por favor, contesta",— murmuró, esperando que la línea se conectara.

Cindy no contestó y el tono de llamada continuó hasta que saltó el buzón de voz. Lily trató de llamar dos veces más, pero se dio por vencida después de no tener éxito en ambas ocasiones. Apoyó la frente en la caja del teléfono con un suspiro, confundida por qué Cindy no estaba en la escuela o no contestaba.

—"No es posible que la pelea de anoche haya sido tan grave que haya faltado a la escuela por eso", —pensó Lily. Pero, como era la única razón plausible para la ausencia de Cindy, no tuvo más remedio que creerla por el momento.

Un silbido llamó su atención y miró hacia la pista de tenis. Su profesora de gimnasia la estaba llamando e, incluso desde la distancia, Lily podía ver la mirada de desaprobación en su rostro. Rápidamente corrió hacia las canchas, —"Lo siento, señorita", —jadeó, reuniéndose con Carol.