La mañana siguiente Katherine se despertó tarde, recordaba haber tenido algún tipo de pesadilla, pero no conseguía recordar los detalles de ésta.
Descolgó unos pantalones y una camisa holgada de su armario, sin olvidarse de sus imprescindibles botas de caza, y se vistió rápidamente.
Salió de su habitación para bajar a desayunar algo cuando se chocó con algo, o más bien alguien.— ¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó enfadada.
—¿Tu que crees? —respondió Elric mansamente.— Un atuendo poco adecuado para una dama de su clase —comentó con una media sonrisa tras haberla observado detenidamente.
Ella bufó molesta.
— Hombres y sus estúpidos estereotipos... ¿No deberías estar en cama todavía?
— No, gracias.
— Eres insoportable...
— Si usted lo dice, milady.
— No me vuelvas a hablar de usted.
— ¿Por?
— No me gusta —dijo con una voz helada que no dejaba oportunidad alguna de responder.
La conversación se dio por finalizada por ambos, y continuaron en silencio hasta llegar al comedor.
Este era de un considerable tamaño, con una gran mesa maciza de roble colocada en su centro, decorada con delicados jarrones con flores frescas obtenidas del jardín.
Zack estaba sentado sobre ella, comiendo una tostada de las muchas otras que había colocadas en una bandeja. Ocupado como estaba mientras comía, solo pudo hacer un gesto de saludo a la joven y fulminar al mestizo con la mirada.
Él siguió tranquilamente su camino sin dignarse a responder y se sentó junto a Katherine, se sirvió un trozo de pan y empezó a comer.— ¿Tan poco me soportas? —preguntó al ver que Zack se levantaba y se disponía a irse.— Pensaba que tenías un poco más de paciencia.
— A diferencia de ti, yo tengo cosas que hacer —respondió con odio rezumando de sus palabras.
Dicho esto dio media vuelta y se fue. Poco después se escuchó el ronco chirrido de la puerta al abrirse, y un fuerte golpe al ser cerrada.Katherine suspiró con cansancio mientras cogía un bollo y lo untaba de mantequilla.
— No se lo tengas en cuenta —se disculpó mientras comía distraídamente.— En realidad es buena persona, sólo que ahora mismo no estamos coincidiendo demasiado en nuestras decisiones.
— Eso suponía. Por cierto, ¿adónde se dirigía?
— Iba hacia Bralles, la ciudad que se encuentra cerca de aquí. Allí ha conseguido un trabajo en una pequeña taberna. Deberías ver cómo desafina cuando se une a los clientes después de haber sido invitado a unos pocos tragos —rió alegremente y él esbozó una sonrisa al imaginarse la escena. Después prosiguió un poco azorada.— Como comprenderás necesitamos algún método para mantener esta casa, y me temo que yo soy una negada para cualquier tipo de actividad productiva.
— Merece la pena el esfuerzo, la verdad es que quien la construyó debía tener un gusto extraordinario —respondió al observar con atención su alrededor.— Me gustaría saber quién fue el autor —declaró mientras fijaba sus felinos ojos en los de ella.
Ahora que estos no recibían tanta luz como el día anterior parecían tener una tonalidad parda, como la del oro viejo.
— La diseñaron mis padres, siempre querían que todo fuera perfecto. Pensaron en cada mínimo detalle, desde la distribución de las habitaciones hasta los relieves de las fuentes del jardín —llegado a este punto se detuvo y respiró profundamente.- Me querían demasiado —murmuró con tristeza.
ESTÁS LEYENDO
Las sombras de Alicia
RandomAl principio las sombras eran sólo eso, sombras. Burdas imitaciones de algo que nunca podrían ser. Destinadas a ser pisadas, intangibles, olvidadas... Ahora tienen lo que querían, los cuerpos que siempre les habían quedado vedados. Cuerpos oscuros p...