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Monumento al perro callejero en México

En el año 2008 Girasol Botello y Germán Michell fundieron bronce para que los perros callejeros de Tlalpan tuvieran uno de los monumentos más conmovedores. Como la obra valenciana, este monumento busca concienciar a los mexicanos acerca de los maltratos y el abandono que viven a diario miles de perros en esa ciudad. Inspirado en Peluso, un perro de la calle, el monumento se completa con una conmovedora placa que refleja la tristeza de las vidas de estos perros desamparados.

—Bien, la situación es sencilla, quiero que recreen esta obra, hagan su mayor esfuerzo. No es necesario que imiten el tamaño, sino más bien la forma de esta, ¿Está claro?— Las palabras de Joseph eran duras pero a su vez, pausadas — Antes de ello, quiero que plasmen el ejemplo en papel, luego con este trozo de arcilla, comenzarán a plasmar la obra.

Joseph hablaba con extrema cautela.

Por parte de las reclusas sólo se escuchaba un murmullo, cosas sin sentido.

—Disculpa guapo, ¿Cómo quieres que lo hagamos si no nos has enseñado nada?

Joseph sonrió ante  la pregunta.

—¿Cómo voy a saber qué tan buenas son para esto si antes no las veo hacerlo por sí solas? Esto es tan sólo una prueba, deseo observar cómo han llegado a este curso y de esa forma, saber cómo empezar.

La reclusa no contestó, sin embargo le dio una sonrisa coqueta.

Joseph simplemente la ignoró.

Leah permanecía quieta.

Su mente yacía en otro lugar, sin embargo había escuchado con atención lo que el profesor quería que hicieran.

¿Ella lo haría?

La respuesta era sencilla.

Sí.

No quería más problemas con el director y pensándolo bien, si lograba hacer méritos, quizá...sólo quizá, podría mantenerse alejada de Downey.

A cada una de las reclusas, Joseph les entregaba el trozo de arcilla para comenzar a moldear, junto con una hoja de papel y un lápiz.

Leah era la última de allí.

Una vez que Joseph llegó a su lugar, dejó el trozo de arcilla observando a Leah de reojo.

—Espero que haga un buen trabajo, Jones.

Leah levantó la mirada y esta chocó con la de Quinn.

La chica únicamente asintió sin dejar de observarle.

Joseph se quedó estático esperando algún tipo de comentario sarcástico por parte de la reclusa, sin embargo al no escuchar ningún comentario, se alejó para así volver a su puesto.

Leah comenzó a trabajar sin mirar al resto de las reclusas.

Únicamente se escuchaba un murmullo por toda la sala, algunas de las reclusas no tenían interés en realizar lo que Joseph les había solicitado.

De cierta forma, el profesor Quinn no las culpaba.

Suficiente tenían con estar encerradas en ese lugar y tener condenas de más de 15 años. Junto con ello, no veían a sus familias y el director las sometía a un curso que capturaba el interés de ellas.

Él nunca estuvo seguro de aceptar aquel empleo, pero ¿Qué más daba?

Joseph estaba cansado de la monotonía, de brindarle clases a estudiantes que sentían una verdadera pasión por ello.

innocent » joseph quinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora