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xvii.

Diana cazadora
También conocida como Diana de Itálica por haber sido descubierta en el sitio arqueológico que una vez albergó un imponente teatro románico situado en la actual Santiponce, cercana a Sevilla, por tanto, es otra de las esculturas romanas famosas que se conservan en España. Fue creada en el siglo II a.C. a partir de mármol blanco de la isla de Paros, y la figura representa a la diosa de la caza que se apoya en un tronco de árbol cubierto de piel de ciervo.

Lo particular de esta escultura es que tiene su mano derecha diseccionada, donde se cree que portaba una lanza o un arco, rasgo característica de esta deidad romana.
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Narra Joseph Quinn.

La luz de la luna se colaba por los barrotes de aquella sombría celda.

Mis ojos yacían inquietos al encontrar tantos objetos que nunca pensé en conocer durante mi vida. Mantuve mi mirada fija en el borde de la cama y mordí mi labio ínfimo al percatarme de lo delgado que era el colchón donde Leah solía dormitar durante las noches. Los barrotes tenían rastros anaranjados en ellos, una clara evidencia de que el óxido quería tomar el protagonismo de aquel lugar.

Y de pronto mi mirada viajó a la chica que yacía sobre mis piernas...

Una sonrisa débil afloró de mis labios al recordar sus añorados labios sobre los míos. Un suspiro escapó de mis labios al recordar cómo el mundo se detuvo en el instante que los labios de Leah Jones chocaron con los míos.

Sin embargo, la felicidad se consume en segundos...y tan pronto como recordé sus labios, una imagen del director de la prisión hizo que todo se apagara.

Un ardor en mi pecho se sintió en aquel instante. Me imaginé las cantidades de veces que Downey se acercó a Leah en contra de su voluntad. Las veces en las que Jones aparentaba que todo estaba bien...

Cuando claro...

Nada lo estaba.

Apreté mi mandíbula sintiendo mis ojos picar. Una ola de rabia invadió mi cuerpo al recordar las conversaciones con aquel sujeto que tanto daño le causó a ella.

A mi Leah.

A la chica que me ha mantenido desvelado durante las últimas noches. La chica que ocupa mis pensamientos más de lo que yo querría.

Porque sí.

Leah Jones es la persona por la cual yo me arriesgaría sin pensarlo. No sé en qué momento ocurrió y tampoco pretendo buscarle una respuesta a dicha pregunta.

Pero de algo estoy seguro...

Por Leah sería capaz de cometer miles de locuras...

Así como rogarle a Heaton que me diera las llaves de su celda y poder hacerle vivir un momento de felicidad. Aunque sólo fuera un momento que posiblemente se esfume en tan sólo unas horas...

Leah Jones es clase de chica por la cual no me importaría perder la poca cordura que queda en mí.

(...)

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—¡Jones, levántate! ¡Jones, joder el maldito desayuno te está esperando! — Un fuerte golpeteo arremetió con fuerza el despertar de Leah.

En ese instante abrió sus ojos con mucho dolor debido a la escasa luz que se colaba por su «ventana» justamente afectaba su visión.

Fijó su adolorida vista en la puerta de su celda percatándose de la presencia de Heaton con su bastón tonfa que hacía resonar los barrotes.