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Cristo Redentor

Imponente escultura que se encuentra a 710 metros sobre el nivel del mar, en el Parque Nacional de la Tijuca, en la cima del cerro del Corcovado. Mide 38 m de altura y pesa 1.200 toneladas, siendo la obra de art decó más grande de todos los tiempos. En 2007 fue declarada una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno.

(...)

A Leah le estaba costando no pegarle un puñetazo cada vez que veía la estúpida sonrisa de Downey en su jodido rostro.

Ahí estaba él, manteniendo su postura firme mientras observaba con una sonrisa triunfante a cada una de las reclusas que yacían sentadas almorzando. Leah se percató de la mirada de él posada en la suya, Leah lo mantuvo mirando fijamente mientras su mano apretaba bruscamente la cuchara del almuerzo.

Sin embargo, Downey desvió la mirada al percatarse de la presencia de Joseph Quinn en el comedor.

Leah de inmediato fijó su mirada en aquel hombre que entraba de manera tranquila al comedor esbozando una cálida sonrisa como lo solía hacer diariamente. Downey permaneció quieto esperando alguna reacción de Leah, sin embargo la chica inmediatamente después de aquello, desvió su mirada hacia su plato.

Joseph no pasó desapercibida la reacción de Leah ante él. Mantuvo la misma mirada cuando se encontró con el director Downey. Sin embargo, él no olvidaba lo que le había contado Leah la noche anterior.

Maldito hijo de puta. Pensó Joseph.

¿Cómo era posible que el director aparentara una imagen totalmente distinta a cómo era en realidad?

Sin embargo, por más que Jopseh quisiera creerle a Leah. No podía.

Él no podía.

Joseph recordó una de las tantas charlas junto a Downey, en las cuales Leah era la protagonista. El director le contaba lo complejo que era tener una reclusa como Leah Jones.

Y Joseph le daba la razón.

Quinn permaneció quieto al borde de la ventana que daba hacía el patio, dio una bocanada de aire y fijó su mirada en las reclusas que conversaban sentadas en las bancas que yacían en prisión. Pensó en la posibilidad que tenían aquellas reclusas de salir de allí, de observar qué estaba ocurriendo en el país, si había crisis económica o una jodida guerra mundial.

Pero yacían allí, en Norwich.

La prisión que les impedía conocer la realidad.

—Quinn...

Joseph salió de sus pensamientos y buscó con la mirada el personaje del cual provenía esa voz. Se dio vuelta para así encontrarse con una figura masculina que conocía.

—Heaton...— Charlie desvió su mirada hacia el sitio donde Downey se encontraba, sin embargo la figura masculina ya había desaparecido. El joven dio un suspiro y tomó al sujeto por la muñeca para así llevarlo al taller donde el profesor Quinn impartía las clases.

Joseph frunció el ceño al ver la forma en la cual era tomado por Heaton.

—¿Puedes decirme qué mierda sucede? ¿Por qué me estás llevando así? ¿Qué pasa Heaton? — Charlie apretó su mandíbula al oír tantas preguntas que lo terminaban por distraer. Dio una bocanada de aire y evitó a toda costa poder contestarle ya que sentía que enloquecería.

Finalmente llegó a su destino y empujó a Joseph para ingresar ambos. Una vez a dentro, Charlie se acercó lo suficiente a Joseph para así quedar a escasos centímetros.

—Dime qué mierda te ha contado Leah.— Murmuró secamente Charlie.

Joseph acomodó su camisa y soltó una risa para así cambiar su semblante de inmediato. Mordió su labio ínfimo y negó.

—De qué hablas, imbécil.

Charlie tomó a Joseph por la camisa mientras un suspiro pesado salía por sus labios. Su mandíbula yacía apretada.

Joseph en cambio frunció su ceño y quitó con fuerza la mano que apretaba su camisa.

—No te lo voy a repetir, qué mierda te dijo Leah anoche.

—¿Y por qué debería contártelo?— Charlie esbozó una sonrisa cínica y se alejó de él para así mirarle.

—¿No entiendes una puta palabra de lo que te digo, Quinn? Leah está sumergida en un gran riesgo, estoy tratando de ayudarla — Charlie comenzó a acercarse sin perder de vista los ojos de Quinn y movió su cabeza.— Pero no me estás cooperando, imbécil. Así que ahora me dirás qué mierda te ha dicho para así poder salvarle el culo.

Joseph pasó las manos por su cabello y miró hacia la pared que yacía pintada anteriormente por Leah.

Dio una bocanada de aire y habló: —Leah me dijo que a Sara la había asesinado el director, es decir, Downey...pero eso no puede ser cierto, es director y se ve buena persona.— Murmuró lo último de manera más baja.

Charlie soltó una carcajada cargada de dolor mientras se tomaba la cabeza.

—Yo pensé que tú eras imbécil, pero jamás me imaginé que lo serías aún más — Joseph iba a protestar, sin embargo Charlie lo interrumpió.— Lo que dice Leah es verdad, Joseph...Downey es una jodida mierda, te pide hacer mierdas que tú no deseas hacer, y por más que quieras negarte, usa situaciones en tu puta contra...Downey te toma y no te suelta jamás...— Charlie había comenzado a caminar por la sala hasta llegar a la ventana de aquel sitio, dio una bocanada de aire y rió tristemente.— Downey me obligó a disparar, yo no quería hacerlo...pero él sabe quién es mi hija y...

Joseph cerró los ojos y tiró su cabeza hacia atrás mientras negaba.

Aquella información que le habían proporcionado, había calado en el fondo de su ser. Nunca imaginó que Downey sería tan cruel como para lastimar de esa forma a Leah.

Joseph no tuvo la fortuna de conocer en persona a Sara, pero sí escuchaba mucho de ella.

Definitivamente era algo muy complejo de digerir.

—Yo...no puedo creerlo...es decir, es un verdadero hijo de perra...— Expresó Joseph apenas mientras tomaba asiento al borde de su escritorio.

Charlie asintió.

Tenía razón.

—Escucha...necesitamos que todo esto salga a la luz, Joseph...es por eso que he pensado en idear un plan para así poder demostrar cómo se ha comportado durante el último tiempo...o más bien, durante todos los años que ha estado al servicio de la prisión.

Joseph observó a Charlie y asintió mientras su mano la apretaba duramente en el borde del escritorio. Sus nudillos estaban blancos debido a la presión que ejercía.

—Hagámoslo, estoy contigo, Heaton.

innocent » joseph quinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora