Capítulo Cuatro: Las pesadillas volverán y no podrás hacer nada para detenerlas

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Entonces el sueño, que no era otra cosa más que un recuerdo olvidado hace más de mil doscientos años, cambió, el negro fue reemplazado por el azul y Wukong ahora se encontraba rodeado de una niebla helada, tan conocida que ya ni siquiera le molestaba en el pelaje.

Mirando al vacío, el vacío le devolvió la mirada, una risita aguda, educada y casi gentil venteó en la brisa, diminutas motas brillantes cayeron de un techo que parecía ser infinito.

—No eres real, no estás aquí—Dijo en voz alta, con la sensación de que algo giraba a su alrededor, sombras en la luz se movieron por enfrente de su cara y detrás de su espalda, la niebla pareció animarse.

—Oh, ¿Qué es lo real y que no, querido? ¿Cómo podrías saberlo?—Tarareó una voz dulce en su oído, Wukong se estremeció, suspirando con profundidad.

Mirando a la nada con severidad.

—No puedes entrar a mi cabeza, no sin mi permiso— La brisa se enroscó sobre sí misma, haciendo pequeños remolinos burlones alrededor del rey.

—¿Y sabes cuando me has dado permiso?— Wukong juró vislumbrar una sonrisa maliciosa en la oscuridad, apretando las manos en puños, intentó mantener la calma.

—¿A qué has venido, bruja?— Exigió con seriedad, la atmosfera se entristeció, el jugueteó de la niebla se detuvo en una desanimada quietud, pero no se sintió pacífica.

—¿Así es como tratas a tus semejantes?— Se escuchó el murmullo lastimero.

Wukong apretó sus manos con más fuerza.

—Yo no soy como tú— Afirmó con los dientes apretados, risas estallaron en todo lo ancho y largo de la zona infinita donde estaba atrapado, susurros incomprensibles llenaron el lugar cuando todo pareció comenzar a distorsionarse en un caleidoscopio de formas, luces, sombras y colores.

Entonces la risa se detuvo abruptamente.

—Ambos sabemos muy bien lo que eres, Sun Wukong— Siseó Lady Bone Demon, el veneno destilándose en su tono cortés. —lo que siempre fuiste... y lo que nunca serás— el sabio se rio.

—Creo que tenemos dos visiones muy diferentes acerca de quién soy— De nueva cuenta una risita emergió de las sombras.

—Si yo fuera tú, mi querido campeón, no estaría tan seguro de eso— La dulzura en su voz le puso la carne de gallina, la amenaza no pasó desapercibida ante sus oídos. —Recuerda mis palabras, no podrás escapar nunca de los demonios que te persiguen día y noche, esperando a que cometas el más mínimo error, el frío siempre estará ahí— advirtió con profundidad —no tomaré más de tu tiempo, parece que tienes asuntos por atender—  Monkey King ladeó la cabeza con confusión.

—¿Qué-

—Siempre te estoy observando—

Una enorme calavera de cuernos blancos apareció frente a él, el grito demoníaco que salió de ella le echó fuera del mundo de los sueños, o tal vez debería decir, de las pesadillas.



Wukong se despertó con un respingo, las ramas de los árboles y el cielo estrellado sobre él fue la vista que lo recibió cuando sus ojos miraron hacia arriba.

La temperatura había estado incrementando a lo largo del día, así que MK tuvo la gran idea de acampar junto a su maestro en el aire fresco, el ruido de los insectos lo acompañó mientras su respiración volvía a la normalidad, se sorprendió así mismo con las mejillas llenas de lágrimas, mirándolas a la luz de la luna cuando las retiró con sus dedos.

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