Capítulo V

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Realmente se sorprendió cuando, al haberse despedido de Louis –quien no paraba de recordarle que lo pasaría a buscar en unos minutos–, encontró a su madre sentada en sillón, con una taza de té entre manos y observándolo fijo, con un semblante serio... y preocupante. Su sonrisa al igual que sus hoyuelos fueron arrebatados con facilidad, desapareciendo en un parpadeo.

Cerró la puerta trás sí lentamente, sin apartar su verde de aquel raro duelo de miradas, y con el ceño fruncido ladeó la cabeza.

—¿Sucede algo, mamá?. —inquirió, extrañado completamente.

Bebió un largo sorbo.
—¿Enserio no lo notás? ¿No sos consiente siquiera?. —le preguntó como respuesta y éso lo confundió más.

Rápidamente comenzó a analizar los días pasados y no recordaba nada llamativo como para justificar su estado. Tan solo era él junto a cierto policía, en el museo, en la cafetería, las carcajadas de Niall, la atención de Berni, Zayn y Liam, nuevamente Louis. No había nada, o mínimo su mente no lo consideró importante como para retenerlo y poder entender ahora el contexto de todo.

Tragó saliva en seco, empezando a sentir miedo por su mirada penetrante y fría, oscura en su totalidad.

—¿Mamá...?.

—¿Acaso no te das cuenta que desde que Louis está en tu vida, el resto al parecer dejamos de existir?. —quiso saber con cierta gran molestia en su voz, su forma de hablarle—. Te vas antes y volvés más tarde a casa, y siempre con... él.

Se sintió tan pero tan pequeño, como una hormiga viendo en cámara lenta como una suela se acercaba para aplastarla y hacerla añicos. Un pequeño monstruo, completamente culpable de hacer sentir mal al prójimo. Sin embargo un sutil enojo inició en su pecho al haber involucrado al castaño y hablar de él de esa manera tan... despreciable. Era como si su argumento fuera tirarle toda la mierda a un ser de luz, cuando ni siquiera se encontraba presente, y siendo evidente que todo su monólogo no sería capaz ni de bajar la luminosidad del azul brillante.

Anne quería tapar a su sol, Louis, con el pulgar creyendo que sería posible.

—Yo los tengo muy presentes. —la corrigió, cruzándose de brazos—. Siempre intento ayudarte.

—Harry. —lo llamó y se tomó unos segundos, que para él fueron jodidamente eternos, para beber de nuevo—. Veo de la manera que sonreís cuando estás con Louis. En como te emociona cada vez que él te invita a salir o cómo te sonrojás cuando él te da un cumplido...

—¿Acaso le tenés envidia?. —la interrumpió, considerando que éso sería un poco ilógico.

Ella era su madre, aquella mujer por la cual era capaz de venderle el alma al Diablo sin siquiera dudarlo y que amaba sin remedio. En cambio, Louis... Louis era Louis, no había manera de explicarle lo que le sucedía sin embargo, definitivamente, no era para envidiarlo.

—Sólo creo que te estás apresurando. —reconoció—. Lo tratás como si fuera tu jodido mundo, Harry.

Su mandíbula se tensó y estaba seguro de que su jade estaba oscuro, tanto que su pupila parecía desparecer, como en esas exóticas situaciones en las que se molestaba realmente. Se estaba metiendo con el combustible que le hacía feliz cuando él no le había pedido opinión alguna, y no iba permitir que acabara con su llama de felicidad. Quizás era un consejo maternal, pero uno que no pensaba tomar, menos llevar a cabo.

—¿Acaso no considerarías tu mundo a la persona que te hace brillar?. —le preguntó con pura seriedad, llevando todo su peso a una pierna—. Mamá, ¿cuándo comencé a sonreír de vuelta? ¿Umh?. —y supo que no le respondería al pertenecer varios segundos en silencio—. Louis me hace feliz, te guste o no.

My policeman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora