Capítulo XXXI

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Al estar unos pocos metros lejos de la estación, rebuscó en su bolsillo trasero para tomar lo que Harry le había dejado con "disimulo". Había notado cuando lo dejó, sin embargo fingió que no para que su chico estuviera satisfecho con su sorpresa.

Sacó una hoja doblada que al tenderla observó su linda letra, riéndose por lo bajo al recordar la primera vez que la había visto. Su meta de hacer a ese lindo joven del museo su novio se había cumplido, y no podía ser más que feliz. Echó un vistazo a su alrededor, asegurándose que todos los de ese vagón estaban durmiendo o en su propio mundo, para hacerse un bollo con las rodillas al pecho en la esquina del asiento, recostando un hombro sobre la pared, y empezar a leer:

"Dulce criatura".

Era una canción, una únicamente para él. Inconscientemente sonrió amplio, con sus arrugitas presentes notoriamente y agradeció no conocer a nadie, porque sino le estarían molestando por lo enamorado que estaba de cierto rizado. Sin embargo, era más fuerte que él, algo imposible de contener y ocultar. Lo amaba. Lo amaba con cada fibra de su cuerpo, viviendo en cada recoveco de su mente; con todo su corazón que volvía a latir con vida cada vez que le veía.

"Empezamos de nuevo.
Dos corazones en un hogar.
Es difícil cuando discutimos.
Los dos somos tercos.

Lo sé pero.
Dulce criatura, dulce criatura.
Donde quiera que vaya, me traes a casa.
Dulce criatura, dulce criatura.
Cuando me quedo sin camino, me traes a casa.

Mi dulce criatura ♡".

Releyó lo que conformaba el estribillo, sintiendo sus mejillas doler por la sonrisa que se dibujaba en su cara mientras su órgano latente latía fuertemente, acompañado de una oleada de mariposas. Dió vuelta el papel y no le sorprendió encontrar más cosas:

"Dejé otras cosas en tu mochila para que te entretengas un poco durante el viaje, mi policía. No preguntes cuándo lo hice, sólo buscalas :)".

Inmediatamente agarró su mochila, que se encontraba a su lado, y comenzó a rebuscar en los bolsillos y entre la poca ropa que se había llevado al quedarse en Doncaster tan solo un día. En el fondo encontró una tableta de chocolate junto a una cajita de bombones, atados con un listón y teniendo una pequeña anotación adherida:

"Unos bombones para mi bombón favorito".

Sus pómulos adquirieron una tonalidad rojiza, ardiendo, al mismo tiempo que mordía el interior de sus mejillas, levemente avergonzado por cómo le había llamado y tratando de disimular la hecatombe de su interior transmitida en una sonrisa, aunque sus arrugitas hicieron acto de presencia.

«Atrevido» pensó a su vez que seguía con la búsqueda de más sorpresas, hurgando entre sus cosas.

Luego halló una carta donde le recalcaba repetidas veces cuánto lo amaba y lo enamorado de él que estaba; otra hoja repleta de corazones de colores, con dos muñequitos hecho de palos en el centro que eran ellos dos, con una casita de fondo, un arcoiris, un gato, Clifford y dos personajes más chiquitos, uno pelirrojo y otra con dos coletas que eran sus hijos; un suéter del ojiverde con su perfume; y para finalizar una foto de ambos donde estaban besándose apasionadamente con sonrisas entre sus labios, él rodeándole el cuello con los brazos y el contrario tomándolo de la cadera con posesión, clavando la punta de sus dígitos en su camisa. Esta última, por detrás, estaba escrita con una pequeña dedicatoria:

"Para el chico más bajito que yo que me tiene loco y sabe que cuando estoy con él, soy mucho más feliz.

Noches como esas recordaremos esas bromas estúpidas que solo nosotros entendemos, esos besos de los cuales sabés el desenlace y final; lo enamorado que estamos uno del otro.

My policeman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora