Capítulo 9

26 2 0
                                    

Max.

No sabía exactamente como describir lo que sentía; no sabía si era enojo, frustración, impotencia o tristeza. O creo que era una mezcla de todas.

Había perdido una de las cosas más importantes que tengo —o más bien que tenía—, ni siquiera pude decírselo a mamá. Pero todos mis pensamientos se esfuman cuando escucho que llaman a la puerta.

Doy un suspiro pesado y me pongo de pie del sofá para ir a ver de quién se trata. No estoy de humor para recibir personas, Drake es un claro ejemplo de ello, ya que había venido antes.

Pero no era nada más y nada menos que la chica a la que menos esperaba ver: Verónica.

—Max —pronunció en un hilo.

—¿Qué es lo que quieres, Verónica? Estoy algo ocupado ahora —respondo de manera seca, aunque no era mi intención.

Ella se lo piensa.

—Solo... —traga con dificultad—. He venido a disculparme, yo no quería que...

—No sé cuántas veces tendré que decírtelo: tú no eres culpable de nada.

—Pero si yo no hubiera ocasionado un escándalo esa noche, nada de esto estuviera pasando —insiste.

Suspiro fuertemente, pasándome las manos por el rostro.

—Déjame arreglarlo, Max —pide—. Yo pagaré la colegiatura cada que se requiera.

Puse una mueca y niego enseguida.

—¿Qué? ¿Acaso estás demente? No dejaré que me pagues nada.

—¡No te lo cobraré de ninguna forma! —chilla—. Es lo justo, Max. Al menos déjame intentarlo.

—¿Tú serás quién lo pague, o tus padres? —me cruzo de brazos.

Verónica desvía la mirada hacía otro lugar, no es capaz de sostener el contacto visual, a lo que eso responde mi duda y vuelvo a hablar.

—Seguramente tus padres ni siquiera están enterados de que estás dispuesta a pagar otra colegiatura, ¿No es así?

—Yo veré como arreglar eso con ellos, no tiene importancia —responde, volteando a verme.

Suelto una risita baja, negando nuevamente con la cabeza.

—¡Claro que tiene importancia, Verónica! Estarías tomando un dinero que no es tuyo, para pagar una colegiatura que ni siquiera es la tuya, y lo peor es que sería a escondidas de tus padres, ¿No comprendes bien el problema en el que estoy, cierto? ¡Hacer lo que estás diciendo solamente me metería en otro problema, y también a ti, maldita sea!

Las palabras me habían salido sin pensar, y un tanto agresivas. Verónica baja la cabeza unos instantes y la escucho sollozar en tono bajo.

—No siempre hay que hacer todo de forma correcta, ¿Sabías?

—¿Esa es tu excusa? —río sarcásticamente—. ¿Eso se supone que deba decir si tus padres lo descubren?

—¡Entiende, solo trato de ayudar! —se exalta—¡No quiero que pierdas tu beca por algo en lo cual yo me debí de hacer responsable!

—¡Entiende que no es tu puta culpa, Verónica! ¡No necesito tu ayuda en esto! ¡No quiero tu ayuda! —farfullo—. Yo veré qué hacer con esto, pero no necesito tu dinero.

—Max, por favor...

—Y si era todo lo que tenías que decir, puedes irte porque ya sabes mi respuesta a todo esto —la miro con dureza y ella se mantiene con el mentón alto—. Hasta luego.

Ella asiente lentamente y se va sin que yo la detenga. Y, cuando por fin la veo desaparecer, suelto todo el aire que no sabía que estaba manteniendo desde entonces.

Todo se había convertido en un desastre del cual no sabía si saldría ganando.

Rompiendo lo coherente [borrador] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora