Verónica
—Le voy a contar todo a mis padres —suelto de golpe en lo que tomo lugar sin previo aviso frente a la rubia, quien me dedica una mirada confundida.
—¿Sobre qué?
—Sobre todo... —respondo con obviedad, pero en eso me percato de su expresión tan neutra y desorientada que me grita que no está del todo conmigo, entonces decido recordarle con cautela—: la fiesta... Demian... Max.
—Oh. —Es lo único que emite y regresa su mirada a su computador, supongo que en un intento de regresar toda su atención a lo que sea que está haciendo, mismo intento que sé que se fue al carajo cuando vuelve a verme con una expresión de espanto.
—¿Estás loca? —Agita sus manos en un gesto exagerado al buscar sus siguientes palabras—; Incluso querrán meterte a un convento, el cual será mejor mientras más alejado esté del país.
Tiene razón. Es demasiado probable que pase eso, como mínimo, porque en extremo los veo hasta asesinándome. Así es, mis padres... parte de la grandiosa consanguinidad de los O'Kelly, no dejarían que su descendencia se vea envuelta en escándalos públicos que manchen la grandiosa reputación de las leyendas e influyentes empresarios que se dedican a ayudar a la sociedad, incluso esta misma sociedad cegada considera que mi abuelo hizo historia cuando fue presidente de este país, manteniendo así su fama impecable... Si tan solo supieran todo lo que pasa detrás de esas fundaciones de ayuda y su verdadero funcionamiento. Solo por esta última razón es que yo me niego a ser su marioneta, a tener que comportarme como si fuera su muñeca de porcelana, su adorno más joven y femenino como descendiente.
Aunque, a decir verdad, el miedo de lo que pueda suceder; me lleva a pedirle a Aedus que se encargue de eliminar de raíz cada chisme, polémica y noticia negativa sobre mí, todo para evitarme y evitarnos problemas. Así como lo hizo con el montón de vídeos sobre la fiesta. Su habilidad con las redes es muy buena, lástima que no le apasione.
—¿Por qué quieres hacer eso? —cuestiona al mismo tiempo que mueve una de sus manos frente a mí, logrando que salga de mi ensimismamiento.
—Presiento que va a pasar algo malo. Demian no se ha parado a clases y no le responde llamadas ni mensajes a nadie. Está tramando algo.
—O quizás ya se olvidó de todo y se fue por ahí a algunas vacaciones lujosas —comenta con ironía.
—Consideraría eso de cualquier millonario idiota, pero él, además de eso, es un orgulloso de mierda. —Angustiada, termino de tomar el té verde que cargaba desde hace un rato, definitivamente ya estando más que frío y, después de unos cortos segundos, sigo hablando—: Empeoré su enojo con la cachetada que le di, ahora quiere afectar a Max lo mayor posible cuando él no tiene la culpa, no puedo permitir eso y para lograrlo necesito la ayuda de mis padres.
—¿Ya pensaste que técnicamente vas a arrastrarnos a Aedus y a mí al contarles? —expone, preocupada
Asiento, viendo aún más efectiva mi idea que viene maquinando mi cabeza desde anoche.
—Creo que tengo algo a mi favor. —Ella eleva una ceja, preguntando con ese minúsculo gesto el qué es, entonces le respondo con simpleza—: Soy hija única.
Le veo fruncir el ceño.
—¿Y?
—¿No se supone que cuando eres hijo único los padres intentan darte todo y cuidarte como a un bebé?
—Sí... —vacila—. No creo que sea nuestro caso, mírame a mí, mira a Aedus.
Resoplo.
—Oh, vamos, la esperanza es lo que muere al último.
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Rompiendo lo coherente [borrador]
Roman pour AdolescentsMax Wilding, un chico de escasos recursos, humilde, empatico, inteligente, sincero, cariñoso. Ante los ojos de cualquier persona podría pasar fácilmente por un ángel totalmente inocente, obvio sin saber que detrás de toda esa "inocencia" hay pervers...