Llevamos casados desde hace tanto, pero esta es la primera vez que sonríe, es como una niña, se remueve entre las sábanas buscando mis brazos. No soy merecedor de su cariño, sobre todo cuando nos conocimos de la peor forma. Pero no puedo evitar tomar a la fuerza todo aquello que me gusta. Incluyéndote a ti, querida.
Chrollo Lucilfer.
Fué una madrugada de invierno cuando atacaron la aldea.
13 individuos, seguidores del diablo, robaban, mataban y quemaban todo a su paso.
Desaparecían pueblos enteros en busca de sus riquezas y tesoros.
No quedaba rastro alguno de su existencia, además de las ruinas y cenizas de lo que alguna vez fueron sus hogares.
Esa noche oscura y tormentosa, golpeaban a tu puerta cada vez más fuerte intentando derrumbarla. Como era de madrugada, no tenías tiempo ni de cambiarte y solo tenías puesto un vestido blanco de tela de algodón suave.
Tu padre, un noble adinerado que siempre te amó y protegió, construyó un sótano para ocultarte del peligro en un caso así.
Se enfrentó como un héroe al hombre que invadió su hogar y tras una ardua lucha, finalmente murió por la mano de dicho perpetrador, el líder.
Otros miembros de su grupo comenzaron a saquear cada rincón de la casona, robando arte, dinero, oro y todo lo de valor.
Tú contenías el llanto al escuchar a tu padre morir. Mamá había salido a otro pueblo para llevar víveres a sus familiares, por lo que, si había esperanza, seguiría con vida y podrías irte con ella.
Los pasos lentos en el piso de arriba hacían rechinar la madera de forma escalofriante. Rezabas para que no te encontraran, incluso tratabas de no respirar.
Como única hija del hombre más importante del pueblo, tenías que sobrevivir o la muerte de tu padre sería en vano.
Agraciada y hermosa, inocente y obediente. Habías cumplido la mayoría de edad y casi ibas a casarte con el hijo prodigio de un magnate que probablemente también estaba muerto, pues se habían quedado a dormir en una de las cabañas de lujo la noche anterior.
Los pasos se apaciguaron, se llevaron todo lo que querían y salieron por la puerta principal.
Intentaste asomarte por una ranura del piso de arriba, subiendo a una silla de madera vieja y alcanzaste a ver su rostro. El rostro del líder.
Lágrimas cayeron por tus mejillas al conocer al hombre que mató a tu padre. Tu cuerpo tembló tanto que el peso no fué soportado por la madera degradada de la silla y esta se rompió.
Caíste al suelo de espaldas y ahogaste el grito de dolor cubriendo tu boca, pero fué inútil. El hombre escuchó el estruendo de tu caída y cerró la puerta principal para buscar de dónde provino aquél sonido.
Tu respiración se aceleró y tratabas de encontrar un rincón para ocultarte. En ese sótano apenas se podía ver, parecía estar vacío, con algunos muebles sin importancia, entre ellos, un ropero ancho donde entraste y cerraste lentamente la puerta.
Te latía el corazón rápidamente, el hombre halló la abertura oculta bajo la alfombra y vió la entrada al sótano.
Con una antorcha iluminó alrededor y observó la silla rota, polvo rondando en el aire y un rastro de pies descalzos por el suelo de piedra que llegaba al ropero.
Acomodó la antorcha en un anillo de metal incrustado en la pared y con un cuchillo en la mano, abrió la puerta brutalmente con intención de asesinar a quien estuviese ocultándose dentro.
Al verlo frente a frente, abrazaste tus rodillas y hundiste la cara entre ellas, no querías ver esa arma atravesando tu cuerpo.
En cambio, el líder permaneció atónito, no esperaba que la única sobreviviente de aquella aldea fuese una jóven indefensa y sumamente hermosa.
—Levántate. —ordenó el hombre, intimidante por su voz ronca y grave.
Notaste de reojo que aún no bajaba el cuchillo y temías que al hacerle caso te matara de forma sanguinaria, sacándo tus entrañas.
—Que te levantes. —repitió tomándote del brazo y jalando tu cuerpo fuera del ropero.
Intentaste retroceder pero no podías soltarte de su agarre. Te dió la vuelta y cortó los tirantes de tu vestido con el cuchillo, dejando que el peso del mismo lo llevara hasta el suelo.
La piel de tu cuerpo quedó al descubierto, para que así, el hombre confirmara que eras pura y virgen.
Volteó tu rostro hacia él para besarte, para ser el primero y único que probara tus labios.
Te rehusaste a seguir la corriente y dejarlo acceder a tu boca, pero su fuerza te mantuvo quieta, abrazándo tu cuerpo de forma posesiva, tocando tus senos, causándote un escalofrío al ser tan sensible.
Tus manos temblaron intentando alejar sus brazos de tu cuerpo y aún así, todo era en vano.
—Deja de luchar, vas a ser mía de todos modos.
Gritaste que te dejara de tocar y te jaló del cabello levantando tu rostro, besándote para callar tu boca y castigando tu indiscreción metiendo dos de sus dedos en tu vagina.
Comenzaste a llorar al ser invadida a la fuerza y presionaste su mano con tus piernas rogándole que sacara sus dedos.
—¡Por favor! ¡eso me duele!
Todo ruego era inválido para él, te arrojó al suelo y abrió tus piernas, apoyando sus rodillas en tus muslos para evitar que las cerraras, luego se quitó el pesado abrigo y lo extendió en el suelo para recostarte de espaldas, sosteniendo tus muñecas juntas por encima de tu cabeza.
—Es una decepción que tu padre te haya educado para ser obediente, parece que debo reforzar tu aprendizaje.
Sabías que nadie iba a salvarte, que tu virginidad estaba siendo robada como toda la riqueza de tu familia.
Aún con lágrimas en los ojos, recibiste dentro el sexo de aquél hombre, rasgando tu interior sin piedad, abriéndose camino hasta el fondo y un poco más, trayendo consigo un placer involuntario e inevitable.
Trataste de soportarlo, de ser fuerte y que tu cuerpo resistiera la intensidad de aquél abuso.
Finalmente se corrió dentro de ti y besó tu espalda antes de salir de tu vagina completamente llena de su esencia.
—Un placer conocerla, señora Lucilfer.
Por más que te doliera reconocerlo, la antigua ley conservadora del reino de las arañas obligaba a las mujeres que fueron violadas a casarse con su agresor, pues ya no tenían valor para ser desposadas por otro hombre.
El grupo abandonó la aldea momentos después de que el líder saliera contigo en brazos, desnuda y envuelta cuidadosamente con su abrigo, mirando tu rostro dormido como el mayor tesoro que hubiese tenido jamás.
Tan sólo era el principio del fin.
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Prisionera [+18] [Completa]
FanfictionChrollo x tú El líder del temido Genn'ei Ryodan ha invadido tu aldea. El reino de la araña tiene normas inquebrantables que les permiten cometer cualquier crimen sobre pueblos pequeños. Una de esas leyes te será impuesta a la fuerza cuando Chrollo...