6.- Vete

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Partieron con el primer rayo de luz, continuando con el viaje.

Entraron al reino de la Luna desde las colinas cuando el sol se puso al atardecer y reconociste la aldea donde estaba tu madre.

—¡Es ahí! —apuntaste con el dedo. Chrollo dirigió a su caballo hasta llegar a los graneros que daban paso a las cabañas de roble.

—Toma. —te dió el canasto de fruta y volvió a subir a su caballo. —Iré a cargar provisiones, ¿quieres llevar pan?

—No. —contestaste de inmediato— Yo no voy a regresar, puedes abastecerte e irte cuando quieras.

Chrollo guardó sus palabras, pero no cedió ante tu orgullo. Llevó a su caballo a los bebederos y se adentró en la aldea para comprar comida.

Cuando eras niña, solías vivir en esa aldea, hasta que tu padre decidió llevarlas al reino del sol. Nunca supiste porqué mamá salía tanto tiempo de casa, si tu padre era tan protector y amoroso, ¿quién desearía estar lejos de un hombre así? era perfecto. No como Chrollo Lucilfer.

Reconociste la cabaña y te acercaste a la puerta. Los vecinos se asomaban desde sus ventanas pero ninguno te saludaba, creían que habías muerto junto a los demás.

Tu madre abrió la puerta y al verte, su cara palideció. No parecía estar gustosa de verte, pero tú no lo notaste, estabas tan feliz de estar con ella que la abrazaste mientras lágrimas caían de tus ojos.

—¡Mamá! te extrañé tanto, tenía mucho miedo, papá murió y todos en la aldea fueron masacrados.

—Nos dijeron que todos habían sido eliminados, pensé que estabas muerta. —dijo tu madre acariciando tu rostro, pero apartando sus manos lentamente al mirarte de arriba a abajo — ¿de dónde sacaste ese vestido?

—¿Te gusta? te lo puedo regalar, también te traje esta ofrenda —le extendiste el canasto que llevabas en las manos— es fruta de las montañas coníferas del reino del Sol.

—¿Cómo sobreviviste? ¿cómo llegaste hasta aquí?

El sólo pensar en la respuesta te hacía temblar, pero se trataba de la mujer que te dió la vida, ella lo entendería y armaría un ejército para defenderte del peligro si era necesario.

—Madre, te lo suplico, tienes que ayudarme. —susurraste empalmando tus manos en oración —El hombre que mató a mi padre es el líder de la araña, abusó de mí y me ha hecho su prisionera, lo convencí para que me trajera aquí, por favor, haz que se vaya.

—¿Qué dijiste? —retrocedió aterrada— ¿Ese hombre te hizo suya y te atreviste a escapar?

—Viene sin aliados, si llamamos a los guerreros de la aldea podrán contra él, harán que se vaya.

—La que tiene que irse eres tú.

Su contestación cruda te cayó como un bloque de ladrillo en la cabeza. ¿Qué habías hecho mal? ¿porqué tú?

—Pero madre...

—Has perdido tu virginidad con ese hombre, por lo tanto, también perdiste tu valor como mujer, le perteneces a él, esa es la ley.

—¡Yo no quiero ser su esposa! ¡no lo amo! ¡no siento nada por él!

—¡Yo tampoco sentía nada por tu padre cuando te tuve! —confesó manteniendo su estricto tono de rencor. —Es momento de que te des cuenta que todo ese asqueroso amor con el que fuiste criada era una mentira. Odié a tu padre desde que lo conocí, vino a esta aldea y me hizo lo mismo que ese hombre a tí y tú fuiste el resultado de ello, ¡te desprecié desde el momento en el que naciste y ví sus ojos crueles en tu inocente rostro! —chilló lanzando la canasta de frutos sobre tus pies. Tus lágrimas acompañaron a las suyas por el daño que te estaba transmitiendo. — No tuve más opción que casarme con él porque mi familia me desterraría, ¿entiendes? es una maldita ley patriarcal que nuestra obligación sea quedarnos al lado de nuestros violadores hasta la muerte, por mucho daño que nos hayan hecho, de otro modo, no somos más que basura sucia e inservible para el resto de los hombres, y una mujer sola y desvirgada es peor que una pordiosera. Ahora que sabes la verdad, lárgate de aquí, vete con tu esposo y engéndrale hijos para que vengan a masacrarnos también.

—¡Ya cállate! ¿cómo puedes decirle eso a tu propia hija? ¡no es mi culpa! ¡¿porqué simplemente no me mataste?! ¡yo no pedí nacer!

Un golpe en el rostro te tiró contra el suelo. Por poco perdías la razón, pero lograste mantenerte consciente sólo para seguir escuchando sus palabras hirientes.

—No tienes nada más que hacer aquí. —dijo furiosa, sosteniendo en su mano una vara de madera con la que te había callado— Tu familia está con ese asesino. Hice lo que tenía que hacer contigo y me decepcionaste, ya no te considero mi hija. — recogió tu canasto y puso dentro toda la fruta maltrecha y sucia, entregándotela en las manos— Toma tus cosas, vete de esta aldea y no regreses jamás.

Con aquél encuentro, tu última esperanza por salvarte fué destrozada. Bajaste la cabeza al salir de la cabaña para que los vecinos no mirasen tu rostro herido y tu llanto silencioso.

Nadie iba a ayudarte porque eras la mujer de un criminal.

Te alejaste del sitio hasta que tus piernas se cansaron de avanzar a paso veloz, dejaste tu cuerpo sentarse detrás de los establos, bajo un manzano donde pudiste desahogarte en llanto, al no poder soportar más la mala suerte que te había tocado. Incluso de forma literal.

—Te dije que no trajeras esa ofrenda. —dijo Chrollo, sentándose a tu lado para tomar y morder uno de los frutos que tenían tus lágrimas.

—Lo sabías. —murmuraste entre sollozos al entender porqué estuvo tan confiado desde el principio.

—Advertí que sería un viaje en vano, pero no me escuchaste. Era mejor que lo vieras por tí misma.

—Soy... el resultado de una violación... —apretaste los dientes, sufriendo con cada palabra que habías escuchado de tu madre y que no saldría de tu cabeza nunca más.

—Así son la mayoría de los matrimonios arreglados en los 4 reinos principales. ¿Vas a seguir defendiendo a tu padre después de saber la verdad?

Guardaste silencio, no querías entrar en discusión, ya estabas extremadamente herida al ser despreciada por tu único familiar vivo.

Sentías que aún así, su trato había sido muy cruel, no merecías ser exhiliada ni golpeada. Te sobaste la mejilla y Chrollo notó el moretón que llevabas en la piel, a pesar de que eso lo molestó, no dijo nada, porque su mente se perdió por completo en tus siguientes palabras.

—Chrollo, vamos a casa...

Prisionera [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora