22.- Siempre fuíste más

1.3K 147 6
                                    

—El caldo de pollo está listo. —avisó Pakunoda al resto, retirando la olla del fuego con ayuda de Phinks. A ese hombre no le hacían falta guantes para enfrentarse al barro caliente.

—Huele delicioso. Déjame terminar de remendar esta bota y voy enseguida.

—No te preocupes, Machi, puedes terminarlo después, andar descalzo no es algo nuevo para mí. —Uvogin apreciaba la labor de su compañera, un aspecto que era extraño viniendo de un hombre de la araña.

—¿Cómo está shizuku? ¿su hombro está sanando?

—Shalnark no pierde el tiempo, todos los días pregunta lo mismo. —susurró Feitan a la altura de Kortopi, pues su estatura apenas lo rebasaba.

—La herida no se infectó, pude tratarla a tiempo con una sutura. Las hierbas medicinales que trajo Nobunaga servirán para aliviar el dolor. —explicó Machi. —Ustedes también deberían tomarlas, no se hagan los invencibles fingiendo que esas heridas son rasguños de gato.

—Prepararé té herbal para todos en un momento. Ahora coman. —repitió Paku, invitándolos a tomar el cuenco de barro que a cada uno le tocaba.

—Bonolenov, ¿puedes llevarle esto a ellos? —Paku entregó dos tazones más. —Ella no lo quiere dejar solo ahora que está despierto.

El hombre asintió, tomó los platos y se dirigió a una de las casa de campaña que levantaron en medio de una selva.

—Buenos días, aquí les dejaré el desayuno. Provecho.

—Buenos días, señor Bonolenov. Muchas gracias, igualmente para ustedes. —respondiste levantando un poco la cortina para tomar la comida.

Llevabas tres días conviviendo con ellos y eran distintos a la clase de personas que imaginabas.

Se apoyaban mutuamente como un gran equipo, incluso sin su líder al mando, las mujeres tenían una gran importancia intelectual y estratégica, nadie las cuestionaba o desprestigiaba por ser mujeres.

Más que bandidos despiadados, parecían una familia, construída de los pedazos de sus pasados.

Paku asesinó a su esposo para escapar cuando era todavía una niña y el carisma de Chrollo le dió una oportunidad de volver a confiar en alguien.

Machi fué rescatada de una vendimia de esclavas y tardó mucho en acostumbrarse a los miembros masculinos del Ryodan, pero Paku le hizo ver que no había nada que temer.

Shizuku era la más jóven, se unió justo antes de ser sacrificada como una virgen por la iglesia de su pueblo, por lo que evitaron su cruel destino y ahora parecía entenderse mejor con Shalnark.

Todos llegaron a la brigada de una u otra forma, admirando la fuerza y carisma de Chrollo, incluso sin saber que era rey, proclamándolo su líder indiscutible al cuál juraron seguir hasta el final de sus días.

Los motivaba la convicción grupal de ser libres y tener sus propias leyes. Así fué como los años estrecharon su relación, convirtiéndolos en una familia, pero juzgándolos de rebeldes y criminales por los demás reinos, al negarse a cumplir sus dictámenes.

Pakunoda, la primer integrante y mano derecha de Chrollo, te lo contó todo sobre él.

Comprendiste porqué a pesar de sentirte como una prisionera de sus deseos, atendía tus necesidades, te protegía de cualquier peligro y te vestía con los vestidos más cómodos, lujosos y adecuados a tu figura.

Debido a que para él no eras una esclava, siempre fuíste su reina.

—Te lo agradezco, estuvo delicioso. —dijo Chrollo al terminar su plato.

—Le daré tu mensaje a Paku, ella lo preparó.

—Escuché que tú les ayudaste a encender el fuego. ¿Aprendiste por tu cuenta? bien hecho, linda.

Nunca le habías puesto atención a sus expresiones faciales, solías apartar la mirada a propósito en el pasado e ignorar su sonrisa.

Esta vez, te gustó su elogio, había sido auténtico, cariñoso, sin intención de burlarse.

Aún con el torso vendado, desafío la recomendación de quedarse en reposo y sé inclinó sobre ti para dar un beso en tu mejilla.

—¿Eso es todo? —susurraste al ver que se había contenido, regresando a su posición anterior.

Chrollo no podía creer tu pregunta. Ni siquiera tú, pues tus mejillas se ruborizaron, delatando tus deseos.

Tuvo que comprobarlo por su cuenta, acostándose sobre ti para besarte de nuevo, esta vez en los labios, excitándose rápidamente cuando tu boca le siguió el juego y tus manos acariciaron sus brazos.

—¿Estás... correspondiédome? —se separó un poco, todavía incrédulo.

—¿No te gusta? ¿quieres que ponga resistencia como la primera vez?

—¿Qué le pasó a mi inocente esposa mientras yo no estaba?

—Maduró. —dijiste esbozando una sonrisa tierna.

El regalo que diste como respuesta, le hizo sumamente dichoso.

Después de meses de una lucha incesante por tu aceptación, tuvo la oportunidad de verte sonreír.

De verte siendo felíz a su lado.

Prisionera [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora