21.- Te perdono

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Bajaste tan pronto por el camino lodoso como podías. Él también se acercaba a ti con ansias de abrazarte.

Podrías decirle todo lo que pensabas y reconciliarte. Empezar de nuevo. Cientas de emociones pasaban por tu cabeza a cada paso que dabas.

Justo cuando casi estaban juntos, te detuviste de golpe al ver un objeto ser lanzado desde lejos, que iba directamente a él.

—¡Chrollo! ¡cuidado! —avisaste de inmediato, sin embargo, el líder tenía la guardia baja y sus compañeras no alcanzaron a  cubrirlo.

Una flecha se clavó en su espalda, paralizando sus músculos instantáneamente, haciéndolo caer al suelo.

—¡¡Nooo!! —gritaste cuando su cuerpo quedó inmóvil frente a ti.

—¡Danchou! —Sus compañeros actuaron al instante, tomando sus armas para repeler a las fuerzas enemigas.

Shalnark salvó a Shizuku de ser rematada mientras Nobunaga, un maestro espadachín, cortaba gargantas sin piedad alguna.

El escenario sangriento que se desataba te recordó el trauma de perder a tu pueblo. Los culpables de aquella tragedia estaban luchando por sus vidas contra un ejército que los superaba en número.

Podrían perder la esperanza si su líder moría. La araña se disolvería.

Por un momento, pensaste en qué deberías hacer. Después de todo, gracias a ellos terminaste en esas condiciones. Podrías dejarlos morir y escapar a las montañas.

Ya no tenías nada más que perder. Sin un dueño, existía la oportunidad de vivir en paz.

—Vete... —alcanzó a decir Chrollo, aún inmóvil. —Huye de aquí...

—¿Cómo puede ser así? —pensaste confundida con su petición— incluso él mismo me envía a que sea libre, que lo deje morir y me vaya... —lloraste de rabia, agachando la cabeza y apretando los puños.

La brigada estaba debilitándose, ya no resistirían más.

Tomaste el silbato y llamaste a la manada, apareciendo tan sólo unos segundos después entre las montañas. Incluso bajo el tormento de agua, se metieron en  el enfrentamiento arrancando vísceras y ojos del ejército Dragón, que poseían un olor desagradable a pólvora.

Arrastraste a Chrollo bajo un tejado para que la lluvia no lo ahogara y escuchaste varias detonaciones entre los gritos de muerte y ladridos.

Fué resultado de la hazaña de Uvogin, quien tomó el dominio del cañón y terminó por derrumbar las torres de madera que protegían los taludes de roca montañosa, desquebrájandose para provocar una avalancha de rocas, tierra y árboles que sumados con la lluvia, arrasaron con casi toda la aldea.

El fuego de la madera ardiente fué consumido dejando en completa oscuridad y silencio el territorio.

No sabías qué había pasado, no escuchabas a nadie, tus manos temblaban de miedo, ¿acaso todos habían muerto junto al derrumbe?

Arrancaste la flecha de la espalda de Chrollo con mucho cuidado. No era una herida profunda pero parecía que la parte afilada tenía alguna sustancia venenosa impregnada.

De no ser por el abrigo y su masa múscular, el impacto pudo haber dañado sus pulmones. Lo escuchabas respirar débilmente, y sus latidos cada vez eran menos frecuentes.

—Chrollo... —acariciaste su cabello, alejándolo de su rostro para apreciar lo que siempre habías ignorado.

El tatuaje de su frente, era una cicatriz causada por una herida profunda que terminó viéndose como una cruz. Probablemente había pasado por torturas horripilantes.

Sus labios palidecían al igual que el brillo en sus grandes ojos negros desaparecía. La imagen de ese hombre fuerte, temerario e imponente se redujo a la de un niño cuando aún en su agonía, te sonrió, y a su vez, varias lágrimas rodaban por sus mejillas.

—Está bien. —trató de consolarte, tomando tu mano —Ya terminó. No tienes que sentirte en deuda conmigo.

—Lo sé... —admitiste viéndolo a los ojos.— Sé que pude haberte abandonado... y ser libre, pero tú nunca me abandonaste a pesar de mi actitud. La libertad que quiero siempre la tuve, gracias a tí porque tenías razón, eras la mejor de mis opciones y lo sigues siendo.

>>Jamás me golpeaste o me insultaste frente a otros, me amaste de la única manera que sabías hacerlo y yo te desprecié de la peor forma que pude.

>>Quizás el amor de cuentos con el que fuí criada era falso, pero te prometo que voy a hacerlo real para ti. Perdóname por no entenderte, por no escucharte, por no darte ni una sola oportunidad de explicarme cómo funcionaba tu mundo. Te eché la culpa de todo y sólo me dí cuenta de la verdad cuando me dejaste a mi suerte.

>>Sé que es muy tarde, demasiado tarde, pero te perdono, Chrollo... y te ruego que me perdones a mi. —lo abrazaste y le diste un beso que él débilmente correspondió, haciéndo que tu corazón doliera al no poder salvarlo—Quiero seguir siendo tu prisionera, no, más que eso, quiero seguir siendo tu esposa. Por favor... no me dejes ahora que por fin estoy aprendiendo a quererte.

Prisionera [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora