—Buenos días, señora Lucilfer. —saludó Jurie, llevando una bandeja de comida a tu cama, al amanecer siguiente al que tu cónyuge se fué.
Detestabas que te llamaran por el apellido de Chrollo, pero sabías que no lo hacían con una mala intención, después de todo, admiraban de alguna forma tu "perfecto" matrimonio.
—Gracias, no te hubieras molestado, soy sólo una visitante.
—Su esposo nos dijo que estaba acostumbrada a ser atendida y que se le dificulta hacer ciertas tareas por sí misma, lo siento si esto la ofende, sólo estamos siguiendo órdenes en pro de su bienestar.
—Vaya, ¿ese tipo cree que soy una inútil? ya verá, aprenderé a hacer más cosas que él, así no lo necesitaré nunca.
—Está bien, pero primero desayune.
—Bueno. —aceptaste sin resistencia, debido al hambre que tenías.
—¿Cómo durmió anoche? —preguntó Navet, llegando después de Jurie con ropa limpia para tí— ¿las almohadas son cómodas? ¿no le dió frío?
—Dormí, eso es suficiente para mí. —aseguraste intentando sentarte, pero tus piernas sufrían de aporreo gracias a la intensidad de tu compañero para despedirse.
—El señor Lucilfer tiene un vigor envidiable. —susurró Navet sonrojándose al imaginar cómo habías terminado así.
—Navet, qué imprudente. —regañó Jurie.
—No se preocupen, pueden decir lo que quieran, me da igual lo que opinen de él. —dijiste restándole importancia.
—¿Usted no lo quiere? —preguntó Navet intrigada por el constante rechazo a tu esposo.
—Lo tolero, nada más. —te sinceraste— No tengo otra alternativa, soy menos valiosa que una esclava sexual para él.
—Eso no es lo que parece. —interrumpió Hazel, entrando con una taza de té— Cuidar así a una esposa es señal de quererla con el alma, protegida y atendida mientras él no está, es tan romántico.
—No tienen idea. —balbuceaste girando los ojos.
Por mucho que les explicaras lo que él te había hecho, ellas sólo se alegraban más por ti, les daba incluso pena que sus esposos no las trataran de la misma forma y tu mente no lograba asimimarlo.
Sus crianzas habían sido tan caóticas y crueles que una simple muestra de interés era el mayor de los cariños.
Apreciaban y respetaban a Chrollo por considerarlas para cuidarte, la mayoría de los hombres del reino le temían o lo seguían.
Retomando tu curiosidad tras terminar el desayuno y bañarte, la agradable brisa exterior que entraba por la ventana te animaba a echar un vistazo.
—Quiero ir a conocer el pueblo. —solicitaste a las tres damas.
—Disculpe, es que nos prohibieron dejarla pasear sola por las calles. —lamentó Jurie.
—No iré sola, las estoy invitando.
—¿Saldremos de paseo? —se emocionó Hazel— llevemos algunos dulces para el camino.
El reino estaba extendido por un gran valle donde había varias villas, la mayoría de ellas en condiciones deplorables.
El sistema de leyes provocó la caída de sus propios pueblos al denigrar a las mujeres, quienes solían ser las que mantenían la belleza cultural a flote, cientos de años atrás.
Los campos de flores necesitaban agua y los animales de granero sufrían enfermedades diversas, contagiando muchas veces a los aldeanos.
Sin embargo, ese no era el peor de los problemas. A pesar de que las mujeres aceptaron acompañarte, llevaron sus cuerpos completamente cubiertos por túnicas grises que indicaban su pertenencia a un hombre.
Era una tela pesada y calurosa. Cuando llegaron a un sembradío de sandías y calabazas, te la quitaste afirmando que no había nadie alrededor.
—Me encantaría quemar esto ahora mismo. —renegaste con tan feo atuendo que opacaba tu vestido de diseño volátil y juvenil.
Almorzaron galletas y otros bocadillos dulces en medio de un pastizal aún verde. Notaste el gran potencial que había en todo el reino, sólo hacía falta la delicada mano de las mujeres que eran tan detallistas y limpias.
Les contaste cómo era tu aldea, tus costumbres y la libertad que disfrutaban sus mujeres a pesar de las leyes, además de que los matrimonios estaban libres de violencia pública, humillaciones y castigos. Ellas creían que provenías de algún cuento de hadas.
Hiciste trenzas en el cabello de Hazel, hiciste cantar a Jurie y creaste una corona de flores para Navet. La conversación se alargó tanto que pronto se hizo tarde.
En el camino de regreso, olvidaste la túnica y al entrar de nuevo a la aldea, fuíste interceptada por un trío de hombres ebrios.
—Qué buenos pechos tienes ahí, déjame verlos de cerca. —dijo uno de ellos estirando su mano hacia ti, haciendo que retrocedieras con temor.
—¡Alto! ¡no se le acerquen! —se interpuso Jurie recibiendo un golpe directo al rostro que la dejó rápidamente inconsciente.
—Cierra la boca, ¡vieja estúpida! —insultó el hombre que la lastimó. —¡Y ustedes apartense o las mato a golpes! —amenazó a las otras dos.
—Esta chica es preciosa, nunca la había visto, ¿dónde estaba escondida? —se relamió los labios el tercero de ellos levantando la falta del vestido mientras los otros dos te sostenían ambos brazos.
Respirabas agitada por el terror que te provocaba aquella exposición, cada vez más hombres se acercaban al ver la morbosa escena que estaban dando al intentar desnudarte en público, presumiendo tu belleza como un trofeo merecido del que todos podrían tomar un trozo.
Por vez primera, hubieras deseado que quien hiciera eso fuera Chrollo y no ellos.
Querías llorar y gritar. Cuando el hombre abrió tus piernas para violarte, dió un salto atrás y ordenó rápidamente a los otros que te soltaran.
—¡Quítense! ¡no la toquen! esta es la mujer de Chrollo Lucilfer. Quien toque algo de su propiedad será sacrificado junto a toda su línea de sangre.
Los tres hombres se arrodillaron suplicando que no le dijeras nada a tu esposo, bajando la cabeza sumamente arrepentidos, impresionandote por el gran poder que tenías sin saberlo.
—Así es, yo soy su esposa. —afirmaste seriamente, notando cómo todos se alejaban y se cubrían el rostro para que no los recordaras.
Te sentías una hipócrita pero a la vez te alegraba que la marca de ese hombre tuviera tanto impacto en el reino.
La mayor prueba era esa, ya que Chrollo te había salvado de una tragedia sin necesidad de estar ahí.
ESTÁS LEYENDO
Prisionera [+18] [Completa]
FanfictionChrollo x tú El líder del temido Genn'ei Ryodan ha invadido tu aldea. El reino de la araña tiene normas inquebrantables que les permiten cometer cualquier crimen sobre pueblos pequeños. Una de esas leyes te será impuesta a la fuerza cuando Chrollo...