23.- Es suya, alteza

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—¿Cuándo pensabas decirme que eras rey de la araña?

El momento de separarse del grupo llegó. El Ryodan cumplió su misión, por lo tanto, Chrollo y tú, regresaban a casa.

—¿Porqué habría de presumir un puesto que ya no tengo? —respondió sin mucha emoción al respecto— La verdad, pensaba que tu actitud cambiaría hacia mí de forma falsa y me gusta más tu verdadera personalidad.

Mientras cabalgaban por las montañas bajo un viento fresco de otoño, lo abrazabas por la cintura, estando bajo su regazo.

—Deberías volver a reinar, eres mucho mejor que ese idiota corrupto.

—No tengo interés. Mis amigos son mi reino, tú eres mi reino, todo lo que quiero está aquí, en el exterior. Es verdad que la gente del pueblo suele respetarme más que a ese hombre, pero un golpe de estado requiere de un plan perfecto y una fuerza superior. Lo cuál en este momento aún no tenemos. —explicó refiriéndose a las heridas que todavía no sanaban en sus aliados.

—Ya no quiero ver a más mujeres sufriendo. ¿Porqué no pueden ser libres y tener importancia como Paku y las demás?

—Quizás los ideales arraigados del pasado sean difíciles de cambiar, sin embargo, el pueblo sabe que si las leyes cambian, el reino cambia.

La oscuridad del frondoso bosque que bloqueaba la luz solar te recordó a la primera vez que intentaste huir. Te preguntabas qué habría sido de ti de haberlo logrado, ¿hasta dónde habrías llegado sin su ayuda?

—Ahora veo este lugar de forma diferente. Es un refugio. Los animales salvajes lo mantienen protegido de los cazadores y otras bestias.

—Estoy impresionado, tienes un amplio conocimiento sobre leyes y naturaleza. —elogió Chrollo, iluminando el camino con una lámpara de petróleo.

—Me gustaba leer por las tardes cuando vivía en el reino del Sol. Sé bastantes cosas, aunque jamás había comprobado ninguna de ellas.

—¿Lo ves? eres una mujer valiosa que no puede estar al lado de cualquier persona. —te dió un beso en la cabeza y guardaste silencio, escuchando únicamente su respiración y los latidos de su corazón durante el resto del camino.

Pronto se acercaron a la cabaña, los árboles estaban repletos de frutas casi maduras y la fauna alrededor aumentó, llenándolos de abundancia para el futuro.

—Llegamos. —Chrollo te ayudó a bajar del caballo y notaste una estructura parecida a una casa pequeña que antes no estaba ahí.

—¿Qué es eso? —señalaste acercándote y dentro encontraste una especie de altar en tributo al reino del Sol

—Lo construí en conmemoración a tu pueblo. Sé que no puedo deshacer mis acciones, al menos pretendo que sus memorias obtengan el descanso que merecen. Por aquellos que merecían un mejor destino.

—Eres diferente al hombre que conocí. —suspiraste lentamente, sintiendo un gran alivio interior, un presentimiento de que a partir de entonces, la vida cambiaría para bien— Gracias por cambiar por mí.

—Gracias por quedarte. —besó tus labios con dulzura, llevando sus manos sobre tus pechos, insinuando lo que deseaba. Había sido un largo viaje después de todo.

Te cargó hasta la cama ya casi desnuda y ahí terminó de sacarte el vestido. Nada podía mantenerlo más atento que tu belleza natural siendo expuesta ante sus ojos.

Apretaste los labios y abriste las piernas compartiendo el mismo deseo.

Su lengua fué la encargada de llevarte al límite primero, jugando con tu intimidad y elevando tu excitación rápidamente.

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⏰ Última actualización: Aug 24, 2022 ⏰

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