Pasó la primavera, y el verano abordó el reino Dragón con intensas lluvias.
Nadie fué a buscarte en ese tiempo, pensaste que los sobrevivientes talvez dirían que era peligroso retar a la manada.
Pasaste un par de semanas viviendo dentro de una cueva oculta bajo una laguna. Aprendiste a nadar por tu cuenta y a encender una fogata.
Los lobos te ayudaban a pescar, atrapando peces con su hocico, los cuales compartías con ellos una vez cocinados.
Te adaptaste como podías, dejando de ser la hija mimada de papi o la esposa a quien todo servicio le concedían.
No estaba nada mal. Aunque eso no ayudaba a olvidar tus penas.
Salir del reino Dragón era extremadamente difícil.
Se trataba de una dinastía que poseía cañones y vigilancia en todos sus alrededores, excepto en las montañas y su ecosistema debido a que era territorio de lobos y otras bestias.
Las lluvias torrenciales habían desmoronado y bloqueado los senderos que conectaban a la aldea.
—¿Me habrían dado por muerta? —Pensar en ese pueblo te trajo consigo el antojo de la comida hecha en casa, el pan recién horneado, la carne preparada.
La herida de tu muslo cicatrizó, borrando la figura de cruz original. Y aunque el olor de Chrollo se fué desvaneciendo de tu piel, los lobos se acostumbraron a ti.
Dormiste durante la tarde, arrullada por las gotas de agua que caían al lago desde la comodidad de una hamaca hecha con las sogas que habían dejado los hombres de aquella vez.
Un estruendo intenso te despertó. Retumbando ligeramente la tierra, ningún trueno había sido tan fuerte.
Trataste de volver a dormir cuando otro golpe más fuerte y duradero sonó a lo lejos.
—Esos no son rayos. —susurraste levantándote rápidamente, saltando al agua para nadar fuera de la cueva.
Como lo habías pensado, no se trataba de relámpagos ni un temblor. El humo negro proveniente de la aldea y los destellos rojos de fuego sólo podía indicar una cosa, se desataba una guerra.
—¡Invasores! ¡Invasores! ¡Que alguien nos ayude! —se escuchaban los gritos de una mujer que corría desesperada por las calles empedradas de la aldea.
Los soldados fueron emboscados de forma estratégica, por lo cuál, antes de que la presencia de los 13 individuos despertara a los dragones. Su ejército yacía asfixiado o degollado dentro de sus propios hogares.
Con antorchas y flechas envueltas en llamas, quemaban todo a su paso. Una vez más, sin compasión por nadie.
—Búsquenla. —ordenó el líder a las dos compañeras que le cubrían la espalda.
Ellas asintieron y derribaron cada puerta de cada casa, asesinando en el proceso a quienes les resultaban hostiles.
El rey Dragón se enteró tarde de aquella invasión. Aún así, envío ayuda y armas para combatir a los bandidos.
Uvogin. Un extraordinario gigante de fuerza descomunal, era capaz de detener las balas de cañon desde cualquier distancia.
Feitan. Torturador y maestro de la espada, sabía como hacer que sus víctimas sufrieran de forma prolongada con cortes específicos.
Phinks rompía craneos a diestra y siniestra.
No había un solo miembro que no estuviese eliminando a alguien. Contribuyendo a la causa que los reunió dos semanas atrás.
La araña no desperdiciaría nada. No dejaría a nadie con vida.
En poco tiempo, lograron dejar en silencio y en ruinas la zona.
—No está por ningún lado, pero encontramos esto. —indicó Machi, llevando a Chrollo junto a un corral donde había varias chicas atadas por el cuello cuales perros. —¿Qué hacemos con ellas?
Se trataba de esclavas secuestradas o compradas de reinos ajenos. Lo que hizo a Chrollo recordar la manera en que te había conocido, aumentando su frialdad y cruel falta de empatía con el resto.
—No quiero sobrevivientes esta vez. —dijo apretando los puños dentro de su abrigo. Odiándose por haberte perdido.
Machi y Paku dudaron. Les parecía desleal evadir las órdenes de su líder, sin embargo, no era propio de él matar a los inocentes que no pertenecían a los pueblos que asaltaban.
Chrollo se dió cuenta de que ellas no lo obedecerían, que estaba cruzando el límite.
—¿De qué sirve salvarlas? —su voz comenzó a quebrarse y sus lágrimas se confundían bajo la lluvia. —Su destino no cambiará y terminarán igual que ella. Porque fuí incapaz de protegerla.
Shizuku usó un catalejo para vigilar desde lo alto de un árbol, descubriendo a varios soldados con arcos y corazas de hierro acercándose.
Lamentablemente le fué imposible dar aviso, pues una flecha logro tirarla del árbol al darle en el hombro. La caída la dejó inconsciente.
—Si no quieren hacerlo, apartense. —Chrollo desenvainó su espada y tomando un respiro, decidió tomar la vida de una de ellas.
—¡CHROLLO! —gritaste con todas tus fuerzas al verlo desde lejos, esperando que tu voz llegara a sus oídos.
La afilada espada cayó al suelo. Y su cuerpo quedó paralizado, girando su rostro poco a poco.
No estaba alucinando, te vió entre la oscuridad de los árboles y la intensa lluvia.
Susurró tu nombre en un sollozo, aliviado por saber que seguías con vida después de tantos días.
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Prisionera [+18] [Completa]
FanfictionChrollo x tú El líder del temido Genn'ei Ryodan ha invadido tu aldea. El reino de la araña tiene normas inquebrantables que les permiten cometer cualquier crimen sobre pueblos pequeños. Una de esas leyes te será impuesta a la fuerza cuando Chrollo...