17.- Aprendiste bien

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—¡Suéltala, por favor! ¡no se la lleve!

—¡Navet! ¡No te acerques! Te llevarán a tí también.

—¡Se lo prometimos al señor Lucilfer! ¡Que cuidaríamos de ella! ¡No podemos dejar que la saquen de aquí!

—¡Navet! ¡No!

Esa conversación estuvo en tu mente como un sueño. Despertaste dentro de una caja de madera largo como un ataúd, rodeada de flores y un par de manzanas.

Comiste una mientras recuperabas la razón sobre lo último que había pasado.

El rey hizo que sus guardias pusieran un pañuelo húmedo cubriendo tu nariz y boca. Olía tan fuerte como el alcohol y tan mal como el petróleo.

Después cerraste los ojos, quedando envuelta en un profundo sueño y al despertar viajabas en ese contenedor, vestida con ropa vieja, sucia y desgarrada, aun portando el collar con el silbato.

Miraste por un pequeño agujero en la madera y había varios pies caminando de un lado a otro.

Conversaciones sobre precios y mujeres te llevaron a la conclusión de que habías sido vendida.

Apretaste los labios para no llorar de nuevo. Estabas cansada de terminar en situaciones cada vez peores. Tomaste el silbato y decidida a pedir ayuda, soplaste para alertar a quien fuera.

Pero no pasó nada. El artilugio no hizo ni un sonido. Apenas vibraba y el aire que salía por debajo tampoco emitía ruido.

Entonces sí lloraste. Aceptando que Chrollo te había mentido para darte una falsa esperanza de que podrías obtener su ayuda si pedías perdón.

Quizás tus palabras lo hirieron tanto que en realidad prefirió abandonarte.

—Malditos perros de mierda, están rondando las montañas. —escuchaste a un hombre quejarse al escuchar de repente el aullido de varios lobos salvajes.

—Deben estar persiguiendo un venado. —respondió otro, para luego quitar los seguros de la caja y abrirla, sin poder ocultar su impresión. —Esta vale más de un millón de monedas de oro.

—No había visto un rostro tan inocente desde que nació mi hija, lástima que al crecer se puso como una cerda.

—Hola, princesa, déjame revisar esa valiosa mercancía. —apretó uno de tus pechos causándote asco. Cerraste los ojos para no tener que mirar sus caras.

—El reino de la araña la trasladó aquí con la condición de que no le dijeramos a nadie a quién pertenecía.

—¿Tenía dueño?

—Sí, era la mujer de Lucilfer, el líder de la araña, ese asesino que saqueó aldeas en el Sol y la Luna hace meses.

—Maldición, entonces no podremos prostituirla, la reconocerían de inmediato y ese bastardo vendrá a quemar nuestro pueblo.

Escuchabas la conversación ajena y abriste los ojos para descubrir una insignia del reino de los dragones en el uniforme de aquellos sujetos.

Todo lo que dijo Chrollo acerca de ese reino era cierto, que vendían y compartían a sus mujeres como meros objetos, sin compasión alguna.

—No te preocupes, ya tiene comprador. Ese viejo gordo y rico que esclaviza a sus adquisiciones en calabozos, nadie podrá saber que está ahí.

—¡Así se hace! pero primero quiero follarmela antes de que la vendas.

—¿Acaso pensabas que la iba a entregar sin hacerle nada? —se burló el tipo, bajándose los pantalones— amigo, somos vendedores, tenemos que asegurarnos que el producto que vendemos es de la mejor calidad.

—Levántate, cachorrita. —te nalgueó el mismo hombre que había tocado tu pecho. Obedeciste guardándote las ganas de lanzarte en su contra.— Debes estar hambrienta, ¿te gustaría comerte dos enormes penes al mismo tiempo? va a ser la mejor experiencia de tu vida antes de pasar una miserable estancia a manos de tu próximo amo.

Estabas harta. Completamente harta de cada insulto, cada falta de respeto y atrevimiento de todos los hombres sólo por tu apariencia, sólo por tener una vagina entre las piernas.

—Sí, papi. —seguiste el juego arrodillándote para que ambos hombres acercaran sus erecciones a tu boca. Identificando un objeto afilado en el suelo.

Les rompiste los miembros usando ambas manos y luego los rebanaste, dejándolos a ambos reproductivamente incapacitados.

La adrenalina que generó esa sensación en tu cuerpo era increíble, placentera, gozabas sin igual ver el sufrimiento en el rostro de tus primeras víctimas.

Como dijo alguna vez ese hombre. Eras una experta, bien entrenada.

Te estabas volviendo como él.

Prisionera [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora