La chica de los mil pañuelos.《Niall Horan》|corrigiendo|

Habitaciones.

Y durante aquellos días que Mika estuvo internada, Niall no se despegó de la sala de espera, aguardando por el momento en que lo dejaran entrar a verla. Denise y Greg lo visitaban a la hora de almuerzo y sus padres fueron dos o tres días, de los nueve que alcanzó a estar internada.

Los chicos también lo iban a ver todos los días, antes de ir al skatepark o eso suponía, porque siempre iban con sus mochilas algo llenas. Se quedaban por horas y a veces se iban cuando ya estaba oscureciendo, diciendo que retardarían sus visitas al parque todos los días si fuera necesario. Había hablado con Philipp también, quien afortunadamente le dio una semana, aprovechando de informarle que cuando pudiera reintegrarse no tendría que ir donde siempre, porque logró abrir un segundo local y lo quería allá.

El lunes fue a almorzar con su madre a su casa, aprovechó de tomar algunas cosas en un bolso y mantuvo la conversación más difícil con ella. Le había dado a entender que se estaba volviendo loco, que tenía que fijar prioridades en la vida y hasta llamó a su padre al trabajo para contarle lo que estaba sucediendo. Volvió a su casa en la noche y lo conversaron; gritos iban y venían, llanto de su madre, la desaprobación de su padre y la insinuación de que su novia lo estaba haciendo consumirse poco a poco. Finalmente, luego de horas de disputa, ambos accedieron a firmar las órdenes de los exámanes para ver la compatibilidad de los dos chicos.

Al quinto día Niall pudo entrar a verla, pero ya no se encontraba en la unidad de cuidados intensivos, hubo que recorrer un camino más largo de lo que esperaba para llegar a ella.

Durante esa semana, y después de que se les fuera informada la situación de Mika aquella noche en urgencias, dispuso de mucho tiempo para hablar con Julie especialmente: se contaron cosas que ninguno se había atrevido a decir en varios meses y que no tenían en sus planes sacar a la luz. Cuando Julie fue informada que su hija y él salían confirmó con una sonrisa sus sospechas y le habló del amor, pero no del superficial -tomarse las manos y dibujar corazones-, si no del que se siente realmente, los sacrificios, el ceder y el ser recompensado. Musitó palabras que nunca se borrarían de su mente, y cuando lo empezaran a hacer, las escribiría en un papel.

Mika mantenía los ojos cerrados pero supo cuando las tres personas entraron a su habitación, lo único que no pudo descifrar fue quién tomó asiento en la silla a su lado, pero lo solucionó cuando tomaron su mano y era la menos conocida, pero no menos amada.

-Cuando vayas a Grecia-dijo aún con los ojos cerrados-, tienes que traerme una sola foto, en donde aparezcas tú en el lugar que se transforme en tu favorito durante esa semana.

-Me alegra tanto que estés bien. -Alzó un poco su mano y depositó un beso casi imperceptible sobre ella.

-¿Lo prometes?

-Claro, no lo olvidaré.

El doctor se llevó a Julie y a Rainer de la habitación para hablar con ellos mientras Niall se quedaba con Mika, anhelando que abriera sus ojos y poder contemplarlos una vez más.

-¿Cómo has estado tú?-abrió sus ojos levemente, como queriendo acostumbrarse a la luz-. Te ves cansado-soltó su mano para pasar con un movimiento lento su dedo índice por el contorno de su cara.

-Bien, solo que no he dormido muy bien.

-¿Llegaste muy temprano hoy?, la verdad ni siquiera sé qué hora es.

-Solo voy a mi casa a tomar duchas y a almorzar, mi mamá me lo pidió.

-¿Estabas durmiendo en esa fría sala de espera? Niall-intentó sentarse para verlo mejor, pero le fue difícil al ver el poco control que tenía sobre su cuerpo-, estás loco.

Niall se levantó para acomodar sus almohadas de modo que ella quedara cómoda sin moverse mucho, y al terminar dio la vuelta y se sentó cerca de ella para tomar su mano, la cual estaba conectada a una vía. Sin decir nada siguió observándola, subió la vista hasta ver una serie de cables que salían por la parte superior de la bata azul que llevaba y que marcaban líneas en una máquina a un metro de distancia.