La chica de los mil pañuelos.《Niall Horan》|corrigiendo|

Recuerdos.

Habían corrido rápidamente al salón, sin embargo, los seis amigos no lograron a entrar a la sala antes de que llegara la maestra para regañarlos. Fue un buen comienzo del día, o bueno, así habían pasado todo el año también, así que no era nada nuevo.

Hubo que ir a buscar pases donde la regordeta señora de lentes que descansaba en una oficina muy bien alumbrada, y con un regaño obviamente fingido les firmó aquellos papeles blancos que les permitirían la entrada a la clase.

Entre risa y risa, a penas entraron no alcanzaron a notar la presencia de una niña nueva en el salón, quien aguardaba a un lado del escritorio de la maestra con una risa tímida y con la mirada pegada al piso. Una mochila celeste colgaba de su espalda y usaba un vestido más claro que el tono de su mochila, el pelo lo llevaba suelto y podían ver las onditas de su largo cabello.

—¿Y sus pases?, no quiero que se vuelta a repetir —definitivamente estaba siendo muy severa, aunque a su modo, con los niños.

—¿Quién es ella? —había preguntado el pequeño Louis con curiosidad después de acercarse a la maestra y extenderle los papeles arrugados.

—Es mi prima, se llama Mika.

—Nadie se llama Mika tonto, ¿cómo se llama en verdad?

—Se llama Mika, no es de aquí.

—¿De dónde es? —Preguntó Niall en un susurro, procurando no ser visto por la maestra.

—Antes vivía en Croacia.

—¿Dónde?, nunca lo había oído.

—Después les digo, la maestra nos está mirando.

La niña conversaba a través de susurros con la señora en frente, con una sonrisa comprensiva y acariciaba su cabello en señal de confianza y Mika se soltaba más en su silenciosa y casi desapercibida conversación.

—Bien linda, ¿por qué no te presentas?, creo que todos aquí quieren saber quién eres.

Por primera vez desde que había entrado al salón, la chica levantó la mirada y dejó a la vista de todos sus ojos claros y su tez blanca, que si bien era común en su salón, llamó la atención del pequeño Niall Horan al instante. Quedó mirándola por unos momentos, pero cuando salió de su pequeño trance, pudo percatarse de que estaba bajo la mirada de la niña, o así lo creyó.

—Hola, me llamo Mika y me gusta bailar.

—Mika, ¿por qué no pasas a sentarte con Oliver?, después yo los acomodaré a todos —con paso lento atravesó los bancos hasta encontrarse con su primo, quien se movió a la silla del lado de la ventana y le dejó el asiento libre a su prima.

Niall no se atrevía a dar la vuelta para seguir hablando con sus amigos, por lo que por primera vez en mucho tiempo, le prestó atención durante toda la clase a la pelirroja maestra. Ya en el receso, Liam se atrevió a preguntarle dónde venía, ya que se notaba al instante por su acento que no era de por ahí.

—Croacia está a dos mil kilómetros de aquí, es muy lejos, o eso me dijo mi mamá.

—¿Y por qué te mudaste si queda tan lejos?, ¿acaso no extrañas a tus amigos?

—Claro que si, pero mi mamá extrañaba a mi tía, la mamá de Oliver.

Niall tardó cuatro días en charlar con la niña —y eso era porque en ese momento no tenían absolutamente nada en común y sus gustos por la poesía habían florecido años más tarde— pero cuando lo hizo confirmó sus sospechas.