Los mil pañuelos.

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—¿Para qué necesitas todas estas cosas?

—Algo importante, es lo único que puedo decirte—dejó las cosas del canasto sobre la banda negra y esperó a que la cajera le indicara el total de la compra—. Ayúdame con esta bolsa, por favor.

Las puertas automáticas se abrieron y el calor los golpeó con una fuerza que ninguno esperaba.

—Tengo los cordones desatados, ten esto— le devolvió la bolsa que unos segundos antes le había entregado y ella se adelantó unos pasos para dejar la pasada libre.

Veía a su amigo abrochar sus cordones con lentitud y tan pulcramente que los podría haber devuelto a la tienda. —Vamos Harry, estoy cansada.

Sin esperarlo la empujaron por la espalda haciendo que botar a todas sus bolsas al piso, quebrando uno de los frascos de pintura que llevaba.

—Pero qué demon...

—Cuando me contaste la historia no pude ponerla en práctica, pero quién sabe, quizá encuentre un amor duradero botando las bolsas de las compras de chicas lindas que van acompañadas de chicos que no saben disimular.

—Eres una sorpresa Niall, y me encantan las sorpresas.

—Siempre llego en los momentos indicados. Déjame ayudarte con eso. —Le quitó de las manos las bolsas que recién había recogido.

—Se rompió un frasco de pintura, necesito otro. Voy por uno, espero que no arrugues los papeles y no rompas los lápices—lo miró de forma desafiante y entró nuevamente a la tienda.

Una larga fila en las cajas le hizo desertar de su plan de la pintura y la dejó en una góndola cualquiera para irse a su casa, ya un poco cansada.

—Por tus manos vacías deduzco que te debo un frasco de pintura.

—Da igual, solo quiero irme.

—¿Te encuentras bien?, ¿necesitas un dulce o algo?— se apresuró en preguntar Harry, tomándola del brazo por si sucedía algo.

—Si, solo que me cansé un poco. ¿Podemos pasar a tu casa Harry?, creo que está más cerca que la mía.

—Estás pálida, esperemos un poco adentro, debe haber aire acondicionado. —Harry se apresuró a ponerse a su lado y sujetarla del brazo para darle seguridad por si es que caía.

—Basta Harry, solo necesito sentarme un momento, estoy bien.

Niall observaba todo sin saber exactamente qué debía hacer así que se puso al otro lado de su novia y el la llevó hasta la banca donde hizo que se sentara quedando él frente a ella viendo que no fuera a pasarle nada.

—Niall— susurró ella cuando él tuvo la intención de soltarle la mano para buscar su teléfono—. Esto es muy vergonzoso para mi, así que te voy a pedir que lo olvidemos.

Su ternura y sus mejillas sonrosadas le parecían en ese momento una de las cosas más tiernas de su existencia, por lo que no podía dejar de mirarla y esbozar una sonrisa. —¿Vergonzoso?, nada de eso, me agrada cuando estamos en silencio y puedo tomar tu mano, es como si no existiera otra cosa que quisiera hacer en este momento.

—Está bien caramelitos, no quiero tener que montar una orquesta completa mientras se dicen cuánto se quieren, así que opino que deberíamos irnos.

...

Jeff estaba en la sala escuchando música cuando los tres chicos entraron en la casa. Niall fue el primero, y único, que se quedó callado cuando el primo de Mika se paró a saludarlos, debido a que el incidente de la pirueta venía instantáneamente a su cabeza al ver la expresión dura en su rostro.

La chica de los mil pañuelos.《Niall Horan》|corrigiendo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora