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—En serio estoy bien mamá, ya pasó —Mika calmó a su madre por cuarta vez en esa mañana, ya que le había insistido para que ese día lunes no asistiera a clases por el incidente del sábado, que terminó con una ida inesperada al hospital.

—Sabes que me llamarán si pasa cualquier cosa. No dudes en llamarme tú, por favor, estaré más tranquila si me llamas hora por medio para decirme que estás bien.

—Si mamá, te quiero —besó su mejilla y se puso la mochila al hombro, tomó la mano de Danhy y salieron con dirección a la escuela. Aún faltaba media hora para entrar y en ese tramo demoraban a lo más diez minutos, pero su madre se empezaba a preocupar y le diría que no fuera a clases, por lo que se evitó todo el drama y salió.

—Mika, ¿puedo hacerte una pregunta? —Danhy se veía preocupado y apretaba más de lo normal la mano de su hermana, con la otra llevaba su carpeta de dibujos.

—Adelante.

— ¿Qué es insuficiencia renal terminal? —se detuvo esperando la respuesta de su hermana, quien en ese momento se empezaba a incomodar. La verdad es que cuando le diagnosticaron su enfermedad, Danhy era muy pequeño y no habían tenido la necesidad de sentarse a charlar con él y explicarle por qué su hermana se debilitaba cada día más, Mika había estado a punto de morir varias veces y nunca le decía qué era lo que pasaba. La pregunta en ese momento era cómo él sabía de eso.

— ¿Por qué lo quieres saber?

—Mamá dejó tu carpeta sobre la mesa ayer y ahí decía, ¿tu tienes eso?, ¿por eso vas tanto al hospital?

—Mira Danhy, es algo complicado para tu edad. Así es, yo tengo eso y por eso voy tanto al hospital, pero no debes preocuparte, estoy bien. Además, no debes tomar papeles que no son tuyos. —Mika definitivamente no estaba preparada para decirle y no quería explicarle todo lo que era eso y lo que significaba.

El resto del camino fue silencioso para ambos, Danhy tenía un millón de preguntas para Mika, pero ella solo pensaba en cómo explicárselo de una manera más simple y sin pasar por lo realmente fuerte de la insuficiencia renal. No fue hasta que llegaron a la escuela y Danhy se despidió de su hermana, que él la abrazó más fuerte de lo común y besó su mejilla con fuerza, casi dejando rastros de saliva en su mejilla.

—Se me olvidaba, ¿podrías darle esto a tu amigo Niall? —Danhy entregó un papel en las manos de Mika y se fue corriendo a la entrada. La chica esperó a que él entrara para dar la vuelta a la calle y entrar por donde a ella le correspondía.

— ¡Mika!, ven acá —Sophie y Harry se acercaron a ella y la abrazaron, después de todo, no se habían visto desde hacía varios días.

—Hola chicos, veo que me extrañaron mucho, creo que me ausentaré durante más días —bromeó la chica.

—Que buen humor Beric, ¿vamos al salón?, ya van a tocar para entrar. —Harry se adelantó a saludar a sus amigos y Mika junto a Sophie se quedaron conversando un rato de lo que habían hecho el fin de semana. Por supuesto Mika tuvo que contarle en profundidad, a diferencia de su charla telefónica, a su amiga sobre el incidente del sábado, ella escuchó atentamente y luego hizo las preguntas del caso, esas a las que ambas estaban acostumbradas.

A la hora de almuerzo las dos amigas hicieron su rutina de siempre, Mika se adelantó a apartar una mesa mientras Sophie sacaba su bandeja con almuerzo. Harry no siempre se sentaba con ellas, ya que había días en que ellas preferían no sentarse con sus amigos y charlar de cosas más importantes, las que no se podían tocar frente a sus otros amigos. Ellos no eran la clase de mejores amigos inseparables en todo momento, había días en que los tres almorzaban por separado, o no se veían en todo el día, pero para ellos eso no era un problema, al final del día siempre iban a ser mejores amigos y volverían a confiarse todos sus secretos.

La chica de los mil pañuelos.《Niall Horan》|corrigiendo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora