Liz Shay, prima de Carly Shay, llega a Seattle y se reencuentra con sus mejores amigos de la infancia y con su primer amor, Freddie Benson.
Un castigo que se convierte en el mejor show de internet lleva a los cuatro jóvenes al éxito. Situaciones ll...
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Elizabeth Shay
─Te dije que las puertas de la entrada estarían cerradas. Tienes que dar la vuelta hasta la puerta trasera.─ escuché decir a mi prima mientras hablaba por teléfono con Sam.
─Oh por Dios.─ vociferé al ver todo el equipo que había traído Freddie.
─Dime que te parece, por favor.─ dijo mientras extendía los brazos para mostrar todo su equipo previamente instalado.
─Solo te pedí prestada tu videocámara.─ dije aún pasmada.
─¿Qué es todo esto?─ habló mi prima después de colgar el teléfono.
─Bueno, esa es una cámara de alta definición con un micrófono hipercardioide de condensador montado en un tripié de fibra con carbón de cabeza de fluido lento.─ Freddie explicó emocionado ante la pregunta de mi prima.─ También te compré un jugo y un bagel.─ me dijo Freddie mientras levantaba una bandeja con la comida y con un pequeño florero con una flor amarilla.
─Hola, invitaron al tonto.─ dijo Sam entrando al auditorio.─ Me alegro de verte, Liz.
─También me alegro de verte. Pero no digas esas cosas de Freddie.─ dije mientras ponía mis manos en mi cintura.
─Diablos, no sabía que "eso" iba a estar presente.─ dijo Freddie cansado refiriéndose como "eso" a Sam.
─Ella. Soy una ella, Freddie. Soy una chica.─ Sam explicó como si de un niño pequeño se tratase.
─Ni se te ocurra tocar algo de mi equipo, bruja.
─¿Hablas de que no puedo jugar con balance de blancos de tu "supermegamaxivideocámara"?─ dijo Sam dando un paso adelante.─ Liz jamás va a amarte, niño.
─Sam, ya fue suficiente.─ alcé la voz para defender a mi... mi ¿amigo?─ ¿Podrían dejar de pelear y llevarse bien aunque sea unas horas? Freddie, por favor quédate.─ dije al ver como comenzaba a recoger todo su equipo.
Ver a mis amigos pelear me recordaba a como es vivir con mis padres, solo Spencer y Carly saben sobre su reciente divorcio. Nunca los veía y las pocas veces que estaban en casa eran peleas y peleas.
~*~
Las siguientes seis horas las pasamos viendo a los alumnos audicionar. Había desde chicos que hacían imitaciones de obras francesas en solitario, algunos tocaban el violoncello, hasta beatboxing. El mejor fue la chica que tocaba la trompeta mientras saltaba.
─Y el doctor dijo "¿por qué espero tanto para traerla?" y yo dije "¡Agh, me gustaban los huevos!"─ un chico pelirrojo contó un chiste. Las tres tuvimos que reírnos al ver que el chico pensaba que era gracioso.
