Mi nombre es Ema Devise, tengo 14 años de edad. Lo que más me apasiona es el deporte, la música, la escritura y el baile.
Había terminado mi difícil periodo de estudiante de básica, y todo lo que era mi vida en ese momento, se resumía a tener varios amigos, salir bastante, conocer a gente de la cual más adelante ni me acordaría, y hasta engancharme de alguien.
Si por jugarretas que todos sabemos que acaban mal, porque cuando somos jóvenes, nos creemos invencibles, vamos a donde hay peligro, nos juntamos con todo tipo de gente, y sobre todo no le damos importancia a los temas del amor.
Es por eso que en un punto termine por creerme la chica que podía vivir sin sentimientos, ya que pensaba que los chicos solo iban y venían, que podía tener a quien quisiera, cuando yo quisiera.
Aunque en aspectos era solo una forma de pensar.
Entonces incluso no creyendo en ello llega alguien especial, y se acaban las excusas, y deja de existir la diferencia entre quien juega mejor, o quien resiste más. Porque, aunque nos creamos fuertes como para no enamorarnos de aquella persona, con los días vamos cediendo igual.
Y una jugada de amor también puede terminar en daño, más si uno de los dos se termina por enamorar en el tiempo equivocado.
Cerré el libro y posada mirando el techo con la cabeza sobre la almohada, pensé en Robin Brown él chico de mi pasado.
Quien me enseño que el amor tiene dos caras, la bonita y de la cual todos hablan. Como lo es "el romance", "la alegría", "la ilusión", la etapa de los buenos momentos.
Y luego está la cara fea, la que nadie quiere admitir, pero siempre esta. Y son "las espinas", "lo que duele", "lo que lastima", yo lo describiría como "apego emocional" o la "dependencia de algo o alguien."
Pero como bien sabrán para que algo funcione siempre se juntan las dos cosas, lo bueno y lo malo, el yin yang, el blanco y el negro.
Ya saben el juego y como es... el que se enamora primero pierde la jugada.
Y quizás yo, perdí de inmediato, la primera vez que lo vi.
En mis momentos más difíciles siempre me las tuve que apañar sin amigos, porque pese a conocer a mucha gente, eso no significa que ellos estarán siempre, y menos que te van a resolver la vida, cuando en un punto todo vaya mal.
Y está bien porque son esas circunstancias las que nos ayudan a crecer, y a madurar.
Porque digamos que fuera del amor, y de los problemas también está la vida estudiantil, así que ser joven y estudiante no es fácil, es un sube y baja de emociones, que puede subir muy bien o bajar al vacío.
Cuando creía que a mis cortos y esforzados 14 años mi vida estaba en armonía, todo cambio.
Y aquí empezó la verdadera historia, exactamente con un nombre y un apellido "Robin Brown" el primer amor que me marcó el corazón, el mismo que me reparó y me hizo sentir todo y luego...
Ya sabrán, esto hay que comenzarlo bien, y ojalá sin dar tantos adelantos, aunque les aseguro que para mí contar todo lo que vivimos es como despojarme de mi vida y contárselo a mi mejor amiga, como escribir en un diario, así que ya que estamos en confianza estamos listos para empezar.
Fue todo justo en un proceso de cambio, de esos que llegan a destruirte. Fue la puerta en la cara, la bajada en picada, las primeras desilusiones y el tan inesperado primer dolor de corazón, el comienzo de la madures, los deseos de hacer todo como en la primera vez, las ganas locas de vivir al máximo, sintiendo que todo al otro día podía tener un fin.
ESTÁS LEYENDO
BESOS CON SABOR A SAL© [TERMINADA Y EDITADA]
Teen Fiction"UNA HISTORIA REAL". Porque las redflags a veces no son suficientes. Robin y yo, fuimos la sal del mar cuando las lagrimas rompieron el silencio, fuimos una de las pocas eternidades de amor de película que se pudieron un día contar. Pero el odio y e...