Capítulo 4 | Deberíamos desaparecer

109 25 34
                                    

El chofer del bus no se sentía para nada feliz luego de darse cuenta de que estábamos todas mojadas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El chofer del bus no se sentía para nada feliz luego de darse cuenta de que estábamos todas mojadas. Nos había gritado varias barbaridades antes de dejarnos entrar. Al menos pudimos llegar a la universidad a la hora del almuerzo. Estaba algo nerviosa por todo lo ocurrido en el lago. En definitiva, fui algo espontánea para lo que era mi forma de ser, y eso me gustaba.

Disfruté ver a esa ojiazul vacilona. No digo que nuestros lazos se hayan unido más, pero creo que a partir de ahora todo iba a cambiar y no precisamente para mal.

En cuanto ponemos un pie en Seattle University, aún húmedas, vemos al escandaloso de rizos y a la pelirroja; los mejores amigos de Celeste. La reacción de los dos fue algo graciosa. Chay tenía una risa ligada con asombro y Kaira solo se quedó analizando desde atrás.

—¡Wao! —Se asombra el mulato, mostrando su dentadura perfecta—. Para llegar tarde llegan muy empapadas, diría que más de lo que aparentan. —Nos mira e insinúa con sus palabras segundas intenciones.

—Vamos, Chay, bromas ahora no.

—Solo era un chiste, Celeste, ¿viniste con mal humor o qué?

—No, es que siempre me irrita tus malos chistes —aclara.

—Ya chicos, es la hora de almorzar, no quiero que me caiga mal lo que me eche en el estómago —resopla la porrista, haciéndose notar.

—¿Y eso que fue, hielo?

—Chay... cállate anda.

—Ok, ok, qué mal humor se cargan.

—Sin duda —hablo sin pensar, atrayendo la atención de las tres personas que se encontraban frente de mí. Solo Celeste fue la que se me quedo mirando, no sabría decir que tipo de mirada era aquella.

—¿Dónde estabas? —pregunta Kaira—. Hoy en la mañana te estuvimos buscando antes de empezar las clases, pero no te vimos.

—Se me fue el bus por culpa de cierta persona. —Ella me mira de reojo, echándome las culpas de haber llegado tarde.

Me encojo de hombros, como si eso lograra que desapareciera de ahí por arte de magia.

—Entiendo.

El ambiente se puso un poco tenso entre los tres, fue raro, pero no quise hablar para remediarlo. Seguía detrás de Celeste como si fuera ese sabueso que no sabe a dónde ir, como menciono ella antes.

—¡Hey! Les tengo una noticia.

—¿Ahora que es, Chay? —Celeste rueda los ojos en fastidio.

Sin duda esta pareja era una combinación de amor-odio entre amigos que me encantaba.

—Bájale a tus humos de perra resabiosa y escúchame. Hoy en la noche hay una fiesta en casa de Luca. Vas a ir, ¿verdad?

La castaña se queda pensándolo por unos minutos. Podía haber dicho que sí iba, o que no quería salir esa noche, pero no, ella decidió decir otra cosa:

¿Qué sucedió en Seattle? ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora