Capítulo 11 | ¿Amigas?

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Marcaban las doce de la noche y aún la castaña no llegaba a casa

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Marcaban las doce de la noche y aún la castaña no llegaba a casa. Había estado haciendo un proyecto de la escuela para la clase del profesor Gilbert. A pesar de lo sucedido las primeras semanas que estuve en su aula, he logrado progresar a ser la mejor estudiante que tiene. Decía que se notaba mi pasión hacia las imágenes. ¿Cómo no hacerlo? Si eran las que mostraban el alma de las personas.

Mi concentración era tan absoluta que no me había percatado que Celeste estaba en la ventana, tocando fuertemente, llegándome a asustar. La ayudo a entrar por ella, cuidando a la vez el proyecto que estaba haciendo.

Ella ni siquiera lo evitó, pude notar un morado que le estaba creciendo en el lado izquierdo del rostro. Su cara estaba roja, y podía visualizar unas pequeñas gotas de lágrimas, al parecer se las había limpiado antes de entrar por la ventana.

—¿Quién te hizo eso? —Mi voz sale temblorosa, estaba preocupada.

—No es nada, unos tipos se metieron conmigo y recibí un golpe. Pero no hicieron más nada, solo se llevaron el poco dinero que traía encima.

No le creía nada.

—Dios, Celeste, debemos llamar a la policía antes de que sigan haciendo de las suyas —sugiero, acercándome hacia ella mirándole a los ojos azules que tenía.

No me gustaba verla así. Parecía perdida, desorientada. Esta vez, ella era el cachorro persiguiendo algo. ¿Qué era ese algo? Sabía que me mentía, algo estaba pasando y no sabía que era. ¿Qué habrá pasado para que esté así?

—No hace falta, ni siquiera les pude ver el rostro. Solo... solo necesito un abrazo.

Mi cara de perplejidad era notable a kilómetros. De un momento a otro, sin decirle nada, ella me abraza. Sabía con exactitud lo que debía hacer. Tenía que olvidar mis nervios e inseguridades. Celeste no necesitaba a alguien con afecto romántico, solo necesitaba una amiga. Una que estuviera ahí siempre que lo desease, y esa iba a ser yo. Yo sería ese hombro que necesitaba para que llorara todas sus penas, cada vez que ella quisiera. Aunque eso significase que tuviera que olvidar mis sentimientos.

—El proyecto que entregó tuvo una calificación diez de diez, señorita Chester

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—El proyecto que entregó tuvo una calificación diez de diez, señorita Chester. Mis felicitaciones —habla Gilbert.

—Gracias, profesor —Le dedico una sonrisa, cerrando mis ojos un poco.

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